El Santo Padre nos dijo a un grupo de fieles informalmente: “¡En el encuentro privado con el presidente argentino no hablamos del aborto!”. La versión contraria fue producto de un malentendido. “Sí hablamos -dijo -de la relación de la deuda externa y la pobreza en nuestro país”. Este domingo 8, día Internacional de la Mujer, en Luján el tema bien vale una misa para rezar por las dos vidas.
En marzo y junio de 2018 desde esta columna no soslayamos pronunciarnos en contra del “aborto amplio, libre y gratuito” hoy nuevamente sobre la mesa.
En el debate que se avecina hay por lo menos tres temperamentos: 1.- El de quienes sostenemos que -salvo las excepciones aceptadas- es un crimen; 2.- Los que consideran que “la realidad del aborto plantea un problema de salud pública” y debe ser permitido solo antes de determinado lapso de desarrollo del embrión; 3.- Quienes piensan que el aborto es “un derecho humano de la mujer por tratarse de la dueña de su cuerpo y en consecuencia debe ser libre, gratuito y sin límites temporales del embarazo”.
Por otro lado, se debaten los posibles alcances de los servicios públicos gratuitos; a) asesoramiento y asistencia clínica médica y psicológica previa -como es en Uruguay y Chile- y posterior al aborto, y económica en su caso para el cuidado de embarazadas que opten por la vida; b) la prestación gratuita del servicio de abortos y c) la negativa médica por objeción de conciencia.
Asimismo, forman parte de otras disposiciones legales propuestas y consentidas los planes de educación sexual integral.
Un problema legal es siempre antes un problema ético
Como se ha dicho, “toda acción humana tiene carácter moral, sea perfectivo o defectivo su modo de tenerlo; ninguna acción es amoral”. Las normas jurídicas tienen un contenido ético y este varía según cuales sean los valores culturales y religiosos de la sociedad.
En el tema del aborto están en juego valores tan importantes como la vida y la libertad.
El debate ético sobre el aborto
A.- La postura en contra del aborto defiende la vida del embrión en todo su desarrollo por entender que esta nace con la fecundación del óvulo; el embrión -se sostiene- es un “ser en potencia” y desarrollo aún cuando no lo sea en acto.
B.- Quienes dicen que la mujer es dueña de su cuerpo y puede disponer del embarazo en cualquier tiempo antes del nacimiento. Ella “tiene” su cuerpo y dispone de él con absoluta libertad a tal extremo de poder suprimir el cuerpo del otro, en forma de embrión o de niño, mientras se encuentre en su vientre.
C.- Durante las primeras semanas de embarazo -dicen unos terceros- el embrión en su etapa anterior a la gastrulación no es un cuerpo humano y si “soy mi cuerpo” todavía no soy. Con la acción de suprimirlo se interrumpe un proceso de la naturaleza humana, pero no se suprime la vida de un ser humano pues aún este no está constituido, no tiene una realidad específicamente humana, no es un hombre o una mujer ni siquiera en potencia.
Según explica la embriología, la gastrulación es el desarrollo embrionario temprano mediante el cual se forma el disco germinativo trilaminar, una estructura con tres capas embrionarias diferenciadas que darán lugar a todos los órganos y tejidos del embrión con las características de un viviente humano. A partir de que el embrión supera esa etapa de relativa inespecificidad, aunque no sea un humano en acto, sí es un humano en potencia. El proceso llamado ocurre antes de concluida la quinta semana.
De admitirse este razonamiento ello nos permite concluir que:
a) la interrupción del embarazo antes de la gastrulación no es equiparable al asesinato de un ser y si bien moralmente reprochable no debería serlo legalmente; b) en cambio la destrucción posterior a ese desarrollo embrionario es la supresión de una vida y debe ser considerado ilícito; y c) no se puede fundar la supresión de una vida humana en la libertad de decisión sobre el propio cuerpo.
Las falencias del Estado en materia de salud, en materia económico social y cultural deben ser resueltos por el Estado con la cooperación de las entidades intermedias y no por el camino fácil del abandono. Permitir el aborto con el fundamento de que la mujer es la dueña de su cuerpo es tanto como legalizar el “gatillo fácil” con el argumento de que el policía es el dueño de su arma o los abusos del patrón porque el empresario es el dueño de la empresa. ¿Cómo dueño de mi propio cuerpo puedo ir a un hospital público a pedir que me extraigan los dos ojos porque no quiero ver más los horrores de este mundo, y no ser considerado un loco?