El almanaque 2020 tiene sus casilleros ocupados con metas y deseos. El 31 de marzo es el primer gran desafío para el gobierno incipiente de Alberto Fernández. El resultado de este propósito –meta económica/política de la renegociación de la deuda pública- determinará los andariveles por los cuales deberá transitar el gobierno nacional. No cabe duda de que la política que el Presidente quiera plasmar en su gobierno dependerá de los resultados del juego que hoy se está jugando. Y como tal, las estrategias están a la orden del día. La gira internacional que encara Alberto Fernández se centra en explicar el porqué del plazo que solicita -¿4 años de máxima, 3 años de mínima?– sin pagar, para mientras tanto crecer, juntar dólares y luego poder cumplir con el compromiso de pago. Sin lugar a dudas su gobierno nació con la deuda en el orillo. Su presente y futuro político dependen del resultado de esta negociación. ¿Tiene el Presidente dos planes, uno si su propuesta es aceptada y otro por si no lo es? La estrategia del binomio Fernández-Guzmán permanece cerrada bajo siete llaves. No obstante debe tener un condimento sustancial: ser sostenible. Se observa en el ámbito internacional a un Presidente que busca un relacionamiento adulto con todos. Acoge a Evo Morales, pero abraza al mejor amigo de Estado Unidos: Israel. Es clave cómo el FMI encuadre la renegociación argentina. Por eso el ministro Guzmán tendrá una cena prácticamente a solas con su directora gerente Kristalina Georgieva. Está confirmado que el 12 del corriente mes el canciller Felipe Solá viajará a Brasil junto a Gustavo Béliz, y allí se reunirán con el canciller Ernesto Araújo y el general Augusto Heleno. Brasil es clave en la búsqueda de un resultado favorable. En el caso de Estados Unidos, donde el presidente Trump indujo en el período del gobierno de Macri a préstamos del FMI con un notorio sesgo político, recibirá este jueves el plácet del embajador Jorge Argüello. La Cancillería argentina lee esta actitud como otro gesto amistoso. Al cierre de este análisis, promediando la segunda gira internacional, en torno al presidente Fernández se manejan expectativas favorables con respecto al respaldo obtenido, lo que permitiría la reactivación económica tan deseada por el actual gobierno. En el plano político, se lo oyó al canciller Solá muy satisfecho por haber desarticulado la caricaturización que se pretendió hacer de Fernández y el gobierno que encabeza.
Capítulo aparte es el de papa Francisco. El afecto y la predisposición no están en duda. Fernández ha dicho: “Francisco representa el ejemplo moral y ético para este gobierno y para este Presidente”. El Papa, además, garantiza la ayuda de la Iglesia a través de Cáritas en la lucha nacional contra el hambre. También es cierto que mientras el Presidente pretende ubicar al aborto como un tema de salud pública y calificar al tema de las dos vidas como moral y ético, el Papa piensa lo contrario. La buena relación del actual Presidente con Francisco no era tal en épocas del cardenal Bergoglio. Ya Papa, un odontólogo en común fue el nexo que produjo el inicio de reiterados encuentros. Francisco le solicitó a su amigo el Presidente una misión: cerrar la grieta en Argentina. Tal vez si Fernández logra achicarla el Papa vuelva a pisar su tierra natal. Desafío tanto o más grande que la renegociación de la deuda.
Mientras tanto la economía argentina lleva siete trimestres cayendo, aún sin tocar fondo. Para esto también es sustancial lograr un acuerdo con el FMI. Como nunca todo depende del último día de marzo 2020. Nuestro país tiene una triste historia en este terreno; pero el ex presidente Macri y varios gobernadores, incluida María Eugenia Vidal, dejaron como resultado de las políticas que aplicaron –aunque no se lo mencione- el fantasma del default. Si el arreglo con el FMI se concreta, el desafío del gobierno argentino será logar para el segundo semestre 2020, una incipiente reactivación. Hasta ahora los más desposeídos están ayudando a través de la política del ministro Arroyo, dado que consumen con la tarjeta alimentaria. A marzo habrá 1.500.000 de tarjetas habilitadas. Esto implica $70 mil millones anuales volcados al consumo.
Hasta aquí uno de los principales problemas del gobierno de Alberto Fernández, el económico: la deuda externa y la no menor deuda interna, y el denodado esfuerzo en llegar a un acuerdo.
En lo político enfrenta también un panorama complicado. Con respecto a la oposición –aún sin liderazgo concreto- hay inquietud dado que le otorgó a través de la nueva ley de solidaridad social y reactivación productiva, en su artículo primero, más facultades que las otorgadas a través del mismo artículo en el 2002 al entonces presidente Duhalde: cinco vs nueve, facultando al jefe de Gabinete -a través de Acciones Administrativas- a reasignar partidas presupuestarias. Es importante destacar que no sólo la nación argentina vive en emergencia permanente, ahora también lo están provincias y municipios, lo que genera un enorme ajuste a cargo del contribuyente mediante aumentos de tasas e impuestos.
La inseguridad viene creciendo a lo largo y ancho del país, y aún hay divergencias en cuanto al enfoque de su tratamiento. Otro problema político es que aún el peronismo no definió su líder: Cristina Kirchner no lo es para todo el peronismo y Alberto Fernández podrá serlo luego de las elecciones del próximo año, cuanto tenga sus propios candidatos. Hoy es un dirigente con potencialidad, pero sin territorio propio.