Cuando Cambiemos inició su gestión en diciembre de 2015, se encontró con irregularidades propias de una administración discrecional, sin control ni rendición de cuentas. Los ministerios, organismos y empresas del Estado, entre ellos el sistema de Radio y Televisión Argentina (RTA), estaban atravesados por una fuerte carga ideológica, que se había enquistado hasta el punto de torcer, en muchas ocasiones, la misión institucional. Esto se traducía en programaciones sesgadas, como 6,7,8, y voces opositoras acalladas.
Por eso, desde el primer día, el equipo de gobierno trabajó para revertir esa situación y generar verdaderos medios estatales con contenido plural y diverso. No fue una tarea fácil, dado que la “década ganada” había naturalizado el uso partidario de las instituciones públicas y dejado de lado los objetivos por las que habían sido creadas. Sin embargo, la decisión política fue clara: los medios públicos, como todo lo que hace al Estado, es de los argentinos y no de un partido político.
Fue así como, entre otros hitos, en la TV Pública se logró una programación que contempla la multiplicidad de intereses y miradas de la sociedad argentina, con un 80% del contenido producido en el canal y un 20% proveniente de Encuentro, Paka Paka y de la programación artística del CCK. En Radio Nacional se descentralizó la producción de contenido; más de 10 provincias, desde la Quiaca hasta la Antártida, fueron fuente de generación para la programación de la radio. Además, se unificaron todas las radios en una sola web para facilitar el acceso y se sumó tecnología a través de los podcast. Cada paso que se dio fue en pos de lograr un sistema de medios públicos confiable, plural y federal, como el que los argentinos queremos y podemos tener (ya lo comprobamos).
Sin embargo, en su presentación, la nueva titular de la RTA, con un tono de arenga partidista, agradeció la “resistencia” en los ámbitos de trabajo del Estado y manifestó que la misión de los medios públicos será volver a la militancia de las acciones del gobierno actual y denostar todo lo hecho por el gobierno anterior, sin filtro. Paradójicamente, días después habló de la privatización del mensaje en el gobierno de Cambiemos, cuando lo que se hizo en realidad fue estatizar e institucionalizar los medios que habían sido apropiados por un grupo político y que parece serán otra vez rehén de esa práctica.
Si bien luego intentó morigerar aquel acto de sincericidio que había cometido en su primer discurso como funcionaria pública, dando un mensaje mucho más moderado y contradictorio, su postura inicial respecto del objetivo de su gestión fue clara y contundente: volver a generar el statu quo de la discrecionalidad sobre el uso de los medios estatales. Es evidente que volvieron arrastrando las mismas mañas de siempre.
Además, hubo quienes sostuvieron que la gestión de la RTA de Cambiemos fue el peor ataque a los medios públicos, en referencia a la agencia de Noticias Télam, minimizando lo que fue la desaparición de periodistas en la dictadura; otros directamente compararon al gobierno anterior, elegido en elecciones libres y transparentes, con uno de facto, quitándole valor al voto de la mayoría de argentinos.
Estas situaciones, como mínimo, nos deberían llamar a la reflexión. En un discurso, un funcionario puede elegir tomar una postura constructiva respecto de un tema o ser un crítico acérrimo, lo que no puede hacer, por una cuestión de principios y de memoria, es hablar para la tribuna, llevándonos frívolamente a lo más oscuro de nuestra historia. Nada es comparable con esa época. Nada.
No tenemos que perder de vista que con la vuelta de la democracia, los argentinos logramos establecer un nuevo contrato social que ya no admite, entre otras cuestiones, la prepotencia de nadie. Por eso, nuestra responsabilidad como servidores públicos, más allá de los colores de las banderas que cada uno levante, es cuidarlo y enriquecerlo, porque no hacerlo significa salirnos de ese camino que trazamos como sociedad y eso nos será demandado. Construyamos con la palabra y con los hechos, los argentinos empezamos a cambiar y eso ya no tiene vuelta atrás.
La autora es diputada nacional por la provincia de Buenos Aires (UCR)