El viaje que inicia esta semana el presidente Alberto Fernández a Israel para encabezar la delegación argentina a la conmemoración y homenaje a las víctimas del Holocausto coincidiendo con el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau por parte del Ejército Rojo, organizada por el Estado de Israel en Jerusalén, adquiere un carácter histórico que no puede ignorarse.
Se trata del segundo jefe de Estado argentino en viajar a Jerusalén. El primero fue el presidente Carlos Menem, a fines de septiembre de 1991. En ese entonces, Menem fue recibido por el presidente del Estado Chaim Herzog -padre del actual titular de la Agencia Judía Mundial- y el primer ministro Ytzhak Shamir.
La decisión del gobierno de Fernández marca un nuevo hito en la historia de las relaciones bilaterales entre la Argentina e Israel. Una relación nacida desde la fundación del Estado de Israel, en 1948. Como es sabido, si bien la Argentina se abstuvo en la votación en Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947 en la que se decidió la partición del mandato británico sobre Palestina, el gobierno del general Juan Perón rápidamente buscó reparar el hecho enviando al primer embajador latinoamericano residente en Tel Aviv al año siguiente, cuando se fundó el Estado de Israel. Así llegó a Tel Aviv el embajador Pablo Mangel, una figura destacada de la colectividad judía de la época.
Entre el pueblo de la Argentina y el de Israel existe una relación de amistad diría indestructible, producto del hecho de que en nuestro país existe la colectividad judía más importante del mundo iberoamericano, formando parte esencial y constitutiva de nuestra sociedad gracias al aporte de sus miembros en todos los quehaceres humanos. A su vez, en Israel residen casi cien mil argentinos. Muchísimos compatriotas nuestros ocupan posiciones distinguidas en Israel en la ciencia, la cultura, la economía, la educación, el deporte e incluso en el Gobierno. Tres argentinos llegaron a formar parte de la Knesset (Parlamento). Se trata de Manuel Trajtemberg, Haim Jelin y el actual diputado Eitan Ginzburg.
Una prueba de la relación singular entre nuestros países es el significativo viaje realizado por el primer ministro Benjamín Netanyahu a la Argentina en septiembre de 2017, el primero realizado por un jefe de gobierno israelí a Sudamérica en toda la historia.
La relación bilateral Argentina-Israel sin embargo se había visto deteriorada seriamente a partir de la firma del llamado Memorándum de Entendimiento con la República de Irán de enero de 2013. Aquella medida provocó un daño serio en las relaciones bilaterales con Israel e incluso se extendió en sus consecuencias negativas al vínculo con los Estados Unidos y con Occidente en general toda vez que fue interpretado como un acuerdo con un régimen islamista teocrático fundamentalista que promueve la destrucción del Estado de Israel y que ha recurrido a la financiación y promoción del terrorismo a escala global.
Durante los años en que me tocó representar a nuestro país como embajador argentino en Israel procuré restaurar los lazos de confianza, amistad y cooperación entre nuestros gobiernos y nuestros pueblos. A su vez, Israel contó con dos formidables embajadores en Argentina como fueron Ilan Sztulman y la actual representante Galit Ronen, con quienes establecimos una agenda conjunta para poner la agenda bilateral en el punto más alto de las últimas décadas. Estoy seguro de que el nuevo embajador argentino Sergio Urribarri continuará y profundizará esa amistad.
Antes de regresar a la Argentina, en diciembre pasado fui consultado insistentemente por dirigentes políticos, sociales, académicos y por la prensa de Israel acerca de la posibilidad de que un cambio de gobierno significara una vuelta atrás en ese sentido. En diversos medios expliqué que el entonces electo presidente Alberto Fernández había sido muy crítico del pacto con Irán del año 2013 y que en ese momento el actual presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa y el actual canciller Felipe Solá eran miembros del Congreso y habían votado por el rechazo de dicho tratado y que incluso la ex Presidenta Cristina Kirchner en su reciente libro Sinceramente había admitido que aquella medida había sido un error.
La presencia del jefe de Estado argentino en los actos en Yad Vashem-Museo del Holocausto el próximo día 23, invitado por el presidente del Estado Reuven Rivlin y el premier Benjamín Netanyahu será sin dudas un nuevo punto de partida para continuar profundizando la historia de la amistad argentino-israelí, basada en la comunidad de valores que nos unen como el respeto a los derechos humanos y el rechazo a cualquier forma de discriminación, fanatismo u odio y la lucha contra el terrorismo.
El autor es especialista en Relaciones Internacionales y fue embajador argentino en Israel y Costa Rica.