Luego de haber sido elegido el nuevo gobierno, ya podemos comenzar a analizar cómo se configurará el vínculo entre las empresas y el sector público a partir del 2020.
Es importante considerar el contexto social, regional y local, en el que debe desarrollar su actividad la empresa como tal. Nos encontramos en una región con una crisis institucional en Bolivia (no resuelta); con crisis sociales profundas en Chile, Venezuela, Ecuador y Colombia; y con Perú envuelto en un conflicto de poderes. Este estado de situación social tiene su correlato en la opinión pública. Los datos de la última encuesta de Latinobarómetro (encuesta realizada en 18 países de la región, 2018) reflejan conclusiones muy preocupantes:
-Un 49% de los encuestados considera que la región está estancada y que no progresa desde el 2010.
-La gente considera que los principales problemas de la región son económicos (pobreza, empleo, inflación).
-El apoyo a la democracia como sistema de gobierno viene cayendo desde el 2010 (61%) a hoy (48%).
-El 79% considera que los funcionarios gobiernan a favor de los poderosos y no por el bien común.
-Solo el 16% de los latinoamericanos considera que la distribución de la riqueza es justa en la región.
-La aprobación promedio de la gestión de los gobiernos ha caído del 60% en el 2010 al 32% en el 2018.
Y a esto se suma una crisis de representación significativa, ya que los partidos políticos, los poderes legislativos y ejecutivos son las instituciones políticas con peor imagen en la opinión pública.
Ante este escenario social, uno podría preguntarse cómo se reconfigurará el vínculo entre lo público y lo privado en la Argentina. En primer lugar es importante comprender el clima de época imperante, ya que este ha reconfigurado sustancialmente la relación del consumidor-ciudadano con la empresa. Hoy las empresas están más observadas que nunca y en términos generales generan desconfianza entre los consumidores. La gente le reclama a las grandes empresas que tengan una causa social y que se involucren en la sociedad.
Por su parte el nuevo gobierno deberá desarrollar un nuevo relato que reemplace al existente. Parafraseando al historiador israelí Yuval Noah Harari hay que preguntarse: “¿Cómo se vive en una época de desconcierto cuando los relatos antiguos se han desmoronado y todavía no ha surgido un relato nuevo que los sustituya?”. Sabemos por la experiencia de los gobiernos kirchneristas que estos se sitúan del lado del consumidor-ciudadano, ocupando el lugar del tercero imparcial que cuida al débil ante los poderosos.
Otra posible característica de la futura dinámica entre lo público y lo privado será un corrimiento de lo multinacional hacia lo nacional con foco en las pymes. Esto surge de la preferencia de la opinión pública hacia la empresa nacional, en desmedro de la multinacional. Las grandes corporaciones, en términos generales, están cuestionadas en el mundo, y hoy estamos presenciando un sano debate sobre cómo repensar el capitalismo. Esta discusión no pone en cuestionamiento la importancia del sector privado como factor de desarrollo de un país, sino cómo migrar hacia una empresa más consciente, responsable y comprometida; en definitiva, hacia empresas con propósitos.
Para concluir, consideramos necesario repensar la articulación entre lo público y lo privado, donde la empresa pase de una posición reactiva hacia una posición proactiva en su vínculo con los gobiernos de turno. Estamos convencidos de que el trabajo conjunto entre lo público y lo privado nos llevará a configurar una Argentina mejor para todos.
El autor es licenciado en Ciencias Políticas y Presidente de Agora Public Affairs.