Extorsiones perdonables de la geopolítica

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Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Kirchner (Luciano Gonzalez)

Previa 2019. Año desperdiciado

“Argentina no vuelve al pasado”.

Pavada que sostenían, con candor infinito, los crédulos del macrismo. Descontaban la permanencia asegurada del Tercer Gobierno Radical, que presidía Mauricio Macri, El Ángel Exterminador. Con el TGR habían cambiado los modos nocivos de la cultura política (otra pavada que repetían, aún a principios de año).

De pronto el pasado, con altiva insolencia, iba a volver. Peor que antes. Para desasosiego de los crédulos decepcionados. 2019 fue, en efecto, el año más desperdiciado Prefirieron repetir la receta aplicada en 2015 y 2017. Creyeron que la confrontación con La Doctora, sentada ante un Tribunal, “garpaba”. Pero la tortilla del inicio se dio vuelta.

Cae el Ángel desplazado por Alberto Fernández, El Poeta Impopular, catapultado por el dedo de La Doctora. Torbellino que combina la esperanza con el temor.

La esperanza arrastra el flagelo de la obviedad. El Poeta se encuentra en la etapa del cuaderno nuevo. Es temprano para los manchones. El temor es lícito como toda conducta defensiva.

A que lo viejo que vuelve sea tan malo como aquello que supo presentarse como nuevo. Para terminar como otro eslabón de la cadena tradicional del fracaso.

Carolina Mantegari

Mauricio Claver-Carone, El Policía Malo, extensión de Donald Trump en la tierra, pasó el mensaje con franqueza brutal: “¿Alberto Fernández quiere ser el abogado defensor de la democracia o el apologista de los dictadores?”.

Con el triunfo electoral despunta el verdadero conflicto de fondo. La carta de tensión. ¿Deben mantenerse las convicciones que inspiraron el triunfo, o resolver la prioritaria cuestión de la economía?

El chaleco de fuerza del endeudamiento, que condiciona, en el país estancado, la utopía del crecimiento. Se extiende una fábula explicablemente inapelable. «Para pagar es necesario crecer».

Pero cuesta facilitar el ilusorio crecimiento de aquel que nunca, en el fondo, va a pagar. Que aspira a crecer sin pagar, y mantener, en simultáneo, la independencia de concepto. Las fatales convicciones.

Sobre la hipocresía

A propósito, La Doctora suele jactarse con su razonamiento de boutique. Ella “no es hipócrita”. O algo peor. Aclara que «no miente» y dice «lo que siente». Es precisamente otro punto vulnerable para este momento de la política internacional.

En los centros de poder mantienen tan mala información que hasta la tildan de bolivariana. Significa que no hay capacidad para cuestionar impunemente al poderoso que debe ayudarla. Y menos para brindarle un lugar plácido a quienes el poderoso -el que debe ayudar- califica de enemigos.

Pero La Doctora puede darse el lujo libertino de la sinceridad. Y esperar que lleguen, milagrosamente, para salvarla, algunos miles de los trillones de millones de dólares que deambulan disponibles por el universo.

Indican que resolver el dilema de la economía argentina cuesta menos que un intrascendente asiento contable. O una propina irrelevante para la Caja de Empleados. O tal vez pueda brindarle robustez a la sinceridad. Un consuelo para su falta de hipocresía.

Si encuentra alguien que la respalde, no sólo moralmente, y la ponga. Sea ilusoriamente ruso o chino. Los que distan, al cierre del despacho, de asumirse tontos.

Pruebas de amor

«Al Imperio no se lo discute. Se lo acata». (O se lo combate, si se banca la decisión).

Para ser ayudados, los países dependientes deben ofrendarle al Imperio distintas pruebas de amor. Sobre-actuaciones necesarias. Extorsiones perdonables de la geopolítica.

Si para los que mandan, Nicolás Maduro, El Colectivero, es el Mal, Maduro es definitivamente el Mal. Aunque diste de serlo y se limite a ser un accidente piadoso de la historia latinoamericana.

De nada sirve descalificar con reproches hacia la fragmentada oposición venezolana que legitimó el surgimiento del chavismo. El tema es simple, El Colectivero es el Mal y debe ser democráticamente desplazado. Y Guaidó, aunque no sea enteramente el Bien, es lo que hay.

Conformidad y resignación.

Para colmo, como los gobernantes nuevos de Argentina carecen de “inteligencia” institucional, los bolivarianos se la mandaron cambiada. Los embocaron.

Para la asunción de Los Fernández, se registró la histórica tergiversación de Los Rodríguez. Les enviaron a un Rodríguez por otro.

Los candorosos de inocente intención aguardaban a Héctor Vicente Rodríguez, pasable gobernador del Estado de Miranda.

Pero El Colectivero envió al vicepresidente Jorge Rodríguez Gómez, el hermanito de la dulce Delcy, el inventor de Telesur.

Otra prueba de amor. Hezbollah.

Si deciden que Hezbollah es un grupo terrorista que debe figurar en la lista despreciable, para las cancillerías honorables Hezbollah es un grupo terrorista y se acabó.

Inútil atenuar con razonamientos. Ni detallar que Hezbollah, en Líbano, es un partido político popular que mantiene una franja militar.

Y en el interior de la Franja, con seguridad, persiste el minúsculo grupo oculto que realiza operaciones en el exterior. Y depende de Irán.

La hazaña de perder

Se derrumba el mito de la certeza de triunfo de los presidentes que van por la reelección. Como fueron Perón, Menem o La Doctora. Pero como Jimmy Carter, el Ángel Exterminador logró la magnífica hazaña de perder.

Consta que tenía todo para ganar. La cancha inclinada a su favor. Con el apoyo de Trump y del Fondo Monetario Internacional. Estaba la gloria servida.

Síntesis literaria: los macristas pulverizaban al kirchnerismo entre los medios y los tribunales, mientras La Doctora, con el cuchillo en su garganta, desde el banquillo de acusada, hacía política.

Facilitaba la unión del peronismo que el Ángel necesitaba fragmentado. Mientras pisoteaban su prestigio con indagatorias ella elaboraba la estrategia.

Bastó, en la práctica, con la fotografía grupal en el Museo Justicialista de Matheu. Y con el video casero divulgado por Twitter. Para dar vuelta la tortilla. Impulsar la próxima renovación en el desfile por la pasarela de Comodoro Py.

Reproducir la libertad de los presos que salen cargados de talonarios de facturas. Constatar la euforia del Frepasito Tardío que se conmueve, en efecto, con el mantenimiento de las convicciones.

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