Las reglas de juego para los nuevos ministros no están aún definidas, ya que aunque los ministerios le “toquen” a diferentes corrientes dentro del Frente de Todos, ahora deberán trabajar como equipo. La necesidad de coordinación es evidente si pensamos que casi todas las actividades involucran gastos y los recursos son escasos.
Justamente porque los recursos son siempre escasos se generan las disputas de poder y se habla de distribución del ingreso. La solución elegante es decir que con crecimiento alcanza para todos, pero ¡primero hay que decidir cómo se crece! Históricamente cada camino iniciado para lograr crecimiento nos trajo de nuevo al punto de partida en un laberinto sin fin.
Unos conceptos básicos ayudan a identificar algunas opciones. El PBI (Producto Bruto Interno) está formado por la suma del Consumo, más la Inversión, más el Gasto Público, más el resultado del Sector externo (exportaciones menos importaciones). Veamos cómo se comportará en el corto plazo, digamos 2020, cada componente.
Con el alicaído salario real es difícil que suba el consumo y las recetas de “poner dinero en el bolsillo de la gente” no dicen de dónde saldrá ese dinero: 1. Si es con impuestos a Juan para darle a Pedro, es difícil que haya crecimiento. 2. Si es con emisión monetaria el riesgo de aún mayor inflación es muy elevado. Sólo podrá emitirse más si hay gran confianza en el plan del gobierno, pero si el plan fuera solamente emitir, entonces estaríamos ante un gran problema. Por supuesto quiero creer que sí habrá un plan, sólo que aún no lo sabemos y la salida del laberinto aún no se ha explicitado.
La Inversión tiene los pies atados, ya que el costo del capital es sideral mientras esté la espada de Damocles de una reestructuración de la deuda y sigamos con nuestra tradicional inseguridad jurídica. Aunque así no fuera, hay capacidad ociosa con lo cual no puede esperarse inversión generalizada, pero sí en algunos sectores. La energía y el agro serían los más propensos a invertir, si tuvieran certezas desde el punto de vista regulatorio.
La Inversión tiene los pies atados, ya que el costo del capital es sideral mientras esté la espada de Damocles de una reestructuración de la deuda y sigamos con nuestra tradicional inseguridad jurídica
Respecto al Gasto público no quedan dudas que debiera disminuir. Tenemos déficit fiscal primario y a pesar que es menor que en 2015 debemos considerar el costo de la carga de intereses. Si se reduce el gasto, el sector privado respirará aliviado, pero el alivio no será inmediato. Destaco que no es posible aumentar la carga impositiva ya que el sector privado está en recesión y exhausto.
Queda entonces como única fuente segura de crecimiento el sector externo. Se puede exportar a mercados muchísimo más grandes que nuestro mercado interno si logramos ser más competitivos. Tenemos la gran ventaja de contar con 4 sectores de gran potencialidad: energía, turismo, conocimiento y por supuesto el sector agropecuario.
Tenemos la gran ventaja de contar con 4 sectores de gran potencialidad: energía, turismo, conocimiento y por supuesto el sector agropecuario
Respecto a este último hay que considerar que todas las provincias argentinas tienen gran riqueza en múltiples productos desde tabaco o porotos en Jujuy y Salta o lana en Tierra del Fuero, de té y yerba mate y forestación en el Noreste a vides, olivos y mil productos más al oeste.
Por ello llama la atención que se hable de incorporar retenciones, que limitarían el crecimiento y asfixiarían a todas y cada una de las provincias. Habría gran tensión con los gobernadores ya que el sector dinámico por excelencia en Argentina son las exportaciones. Se ha demostrado en los cuatro sectores mencionados con cientos de grandes y pequeños casos.
Por otra parte, la negociación de la deuda claramente afecta al crecimiento. Nadie pone dinero fresco donde todavía no le pagaron lo que le debían. Aumentar retenciones para pagar la deuda puede ser un camino muy cerca del abismo porque no sabemos si será suficiente para pagar lo que debemos, pero sí sabemos que las exportaciones se resentirían.
La negociación de la deuda claramente afecta al crecimiento. Nadie pone dinero fresco donde todavía no le pagaron lo que le debían
Establecer retenciones es un inmenso costo en crecimiento y sólo se justifica si es para pagar. Por el contrario, si se negociara demorar los pagos hasta que haya crecimiento, entonces ¿porqué afectar justamente la fuente de crecimiento?
Apresurándome y sin conocer el plan económico, me atrevo a pensar que si el mismo se basa solamente en emisión, retenciones y suspender el pago de la deuda, tendremos pocas chances de crecimiento.
Por supuesto puede haber un As en la manga que sea una grata sorpresa. ¡Ojalá así fuera! Por otra parte, si se hace un esfuerzo de reducir el gasto público (Nación, provincias y municipios) y se alientan las exportaciones, tendremos un camino de salida. Será un camino de ripio y no una autopista, pero indudablemente será el camino para salir de nuestro laberinto.
La autora es economista de la Universidad CEMA