Una nueva oportunidad para expandir el cooperativismo agropecuario

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En este momento de consolidación de la democracia formal iniciado en 1983, ya que cada vez que elegimos y renovamos autoridades políticas nuestras instituciones públicas se fortalecen, quisiera recordar el origen de la organización gremial de las cooperativas y con qué rol protagónico se las proyectaba en el primer lustro de 1950.

Perón creía que la democracia formal era insuficiente y entendía que había que crear canales de participación del pueblo en forma permanente, tanto para planificar como para controlar la ejecución de los planes gubernamentales. Por eso fomentó todo tipo de organizaciones intermedias a las que llamó Organizaciones Libres del Pueblo (OLP).

La Comunidad Organizada, que se predica desde la llamada Tercera Posición justicialista, es una cooperación inteligente entre Gobierno, Estado y OLPs.

Desde el inicio de su gestión en la Dirección de Trabajo en 1943 hasta el golpe de septiembre del 1955, Perón reorganizó la Confederación General del Trabajo (CGT), creada en 1930; también ayudó a Gelbard en la fundación en 1950 de la Confederación General Económica (CGE); y finalmente proyectaba crear la Conferencia Nacional de Cooperativas Agrarias (CNCa) con la sanción de la ley 14.184 (2° Plan Quinquenal). La falta de entendimiento entre las entidades cooperativas federativas y la urgencia del gobierno por implementación de sus políticas llevaron a la creación por decreto N° 9.358 de la Comisión Consultiva de Cooperativas Agropecuarias que es el antecedente de ConInAgro, entidad que terminó constituyéndose en septiembre de 1956.

Si bien el concepto OLP encierra a muchos tipos de organizaciones intermedias (clubes, bibliotecas públicas, asociaciones, mutuales, cooperadoras, etc) las tres que estaban llamadas a tener una rol central de participación en la vida económica de la Nación eran la CGT, la CGE y las CNCa.

Nos enfocaremos sólo en la CNCa para tener una idea de a qué protagonismo estaba llamada dicha entidad en la ley 14.184 (diciembre de 1952). En el inicio de sesiones del Congreso Nacional aquel año, el Presidente expresaba su deseo de una “progresiva sustitución de la economía capitalista por la economía social”. y señalaba que “no debe haber en el país un solo agricultor que no sea cooperativista, porque la organización cooperativa es al trabajador agrario lo que la organización sindical es al trabajador industrial, sin que esto signifique que la industria no pueda organizarse en forma cooperativa, porque es un ideal justicialista que todo el proceso económico quede en manos de los -hombres que trabajan- y el sistema cooperativo tiende a ello.”

El segundo plan Quinquenal es, hasta el día de hoy, el programa más ambicioso de cooperativización que ha proyectado el Congreso Nacional, y no hago foco solo en el justicialismo, ya que tanto el radicalismo como el socialismo acompañaban esta voluntad de cooperativizar la economía. El Congreso Nacional ponía como objetivo “lograr una eficiente organización agraria: a) se complementará la organización de todos los productores en cooperativas agrarias, b) las cooperativas agrarias organizan sus entidades de segundo grado y la Conferencia Nacional de cooperativas, a fin de establecer, en coordinación coordinada con el Estado, la conducción armónica de los planes nacionales de producción agropecuaria".

De estos criterios se deduce que la Acción Agragria proyectada se sintetiza en un Decálogo de la Acción Cooperativa Agraria, pero el protagonismo planificado de las cooperativas no se reduce a la política del sector agrario sino que se establece entre los objetivos generales participación conducción económica del país.

En síntesis podemos decir que la ley 14.184 tenía objetivos de cooperativización de la economía, que se los puede considerar aún latentes, ya que en la actualidad Argentina puede considerarse un país sub-cooperativizado. Esto es así si tenemos en cuenta el Top Ten de países con mayor participación cooperativa en el mundo que surge del primer y único censo de cooperativas a nivel mundial realizado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas con el apoyo de Rabobank entre 2013-14. En todas las economías de los países que se toman como modelos para Argentina, las cooperativas tienen mayor participación que en la nuestra. Es el caso de Alemania, Francia, Finlandia, Suiza, Austria, Países Bajos, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda, Italia, España, Noruega, Nueva Zelanda, por nombrar algunos.

Dentro de la ley 14.184, se planificó el reemplazo gradual del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) por las Cooperativas agropecuarias organizadas y se empieza a ver reflejado en la Ley Nº 14.378 que crea el Instituto Nacional de Granos y Elevadores en 1954, en cuyo directorio participan las cooperativas, y debía estar plenamente vigente en 1957. De aquella legislación, que planificaba que los productores agropecuarios a través de sus cooperativas tendrían el rol exclusivo de exportar los saldos granarios, pasamos a un tiempo presente en el que los productores pequeños y medianos cooperativizados tienen que abonar un Derecho de Exportación superior a las multinacionales angloparlantes de la minería que se llevan los recursos naturales no renovables pagando menos del mismo impuesto (sin haber sembrado ni con riesgo climático, y con estabilidad fiscal garantizada por ley, etc. etc.,). Puede parecer un absurdo pero es una realidad que desde hace más de una década los hijos o nietos de la reforma agraria, hecha entre otros por el Presidente Perón, tienen más impuestos que la minera Barrick Gold.

Ahora bien, todo cambio de representación política puede generar expectativas positivas o negativas, y en el caso particular de la cuestión agropecuaria aún está en la memoria la crisis del 2008 producida por las retenciones de la soja, pero lejos y olvidados los años 1950-55 cuando el presidente Perón llamaba públicamente amigo a Don Celestino Sienra (h), el dirigente que más tiempo presidió la Asociación de Cooperativas Argentinas, y éste, sin ser justicialista, daba los cursos de cooperativismo organizados por el gobernador bonaerense Carlos Aloé y en las mismas clases aclaraba que no quería que el Gobierno tocará la Ley de cooperativas pero apoyaba sin disimulo el Plan de industrialización cooperativa en el cual su entidad participaba.

Como expresa San Agustín ,“los hombres dicen que los tiempos son malos, que los tiempos son difíciles: vivamos bien y los tiempos serán buenos”. Todos debemos tener la responsabilidad de generar nuevos buenos tiempos, creando espacios donde escuchemos más de lo que hablemos, propongamos soluciones frente a los problemas que afectan al bien común de los argentinos, y la actitud sea la de construir puentes con nuestras palabras más que muros con nuestros prejuicios, donde tengamos la inteligencia de ver los grises antes que caer en el fácil negro o blanco del simple maniqueísmo que agrieta.

Ahora empieza el periodo en que la responsabilidad de cada uno transformará en buenos los nuevos tiempos. Ello dependerá de que se genere un entendimiento que proyecte sinergia en el temario amplísimo que existe entre el cooperativismo agroindustrial y las nuevas autoridades en la gobernanza para el bien de la comunidad; y que evitemos una nueva confrontación por la que el bien común se vea deteriorado.

Completando la frase de San Agustín: “Nosotros somos los tiempos: así como nosotros somos, son los tiempos”.

El autor es abogado, profesor en Teología y asesor en Coninagro. Autor de la tesis “Teología de la cooperación”

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