Pruebas PISA: todo es igual, nada es mejor

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Desde el 2000, cada tres años, la OECD (agrupación que reúne a los países industrializados) lleva a cabo el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), con el objeto de analizar hasta qué punto los alumnos de 15 años, cercanos al final de la educación obligatoria, han adquirido los conocimientos y habilidades necesarios para su inserción en la actual sociedad del saber. El mismo se divide en tres áreas: lectura, matemáticas y ciencias; y se caracteriza por no examinar el dominio de planes de estudios específicos, sino la capacidad de los estudiantes para aplicar los conocimientos y habilidades adquiridas en la vida cotidiana. Argentina tomó parte de las rondas de los años 2000, 2006, 2009, 2012, 2015 y 2018 en carácter de país asociado.

Los resultados de PISA 2018, que se acaban de conocer, muestran qué poco ha cambiado la Argentina para mejor a través de los años. Si bien el nivel de analfabetismo de nuestro país siempre ha sido de los más bajos de Latinoamérica, el analfabetismo funcional probablemente se está incrementando, aun considerándolo en términos relativos a otros países de la región. El joven sabe leer y escribir, pero su capital humano para desarrollarse en la sociedad del conocimiento en que le toca vivir es por demás limitado.

Es claro que los años pasan y nada cambia. Cambian los planes de estudio, cambian los funcionarios, cambian los gobiernos, pero la educación es una tarea de largo plazo, y de no lograr comprenderse este simple concepto, seguiremos escuchando las más variadas, creativas y absurdas explicaciones cada nuevo diciembre en el cual los resultados de PISA se hagan públicos.

A modo de ilustración, esta nota recorre diversas declaraciones de funcionarios a cargo de la cartera de educación al conocerse los resultados de las evaluaciones a partir de la presente ronda, retrospectivamente hasta 2006.

Diciembre 2019: Al hacerse públicos los resultados de los exámenes PISA 2018, Alejandro Finocchiaro señaló que “el principal legado de este gobierno fue haber instalado el tema educación en todos los argentinos, y no sólo en la clase dirigencial.”

Diciembre 2016: El día anterior a conocerse la exclusión de los resultados de la Argentina de PISA 2015, en virtud de la falta de representatividad de la muestra, y de hacerse pública la magnitud de la extraña mejora de rendimiento de la CABA, el ex ministro Sileoni declaró: “Hay una intencionalidad de algunos funcionarios del Ministerio -no lo incluyo al ministro- y tenemos correos que certifican que han hecho todo lo posible para bajar la muestra. Para que PISA no publicara los resultados de Argentina, diciendo que provenían de una muestra que no era válida”. Por su parte, Esteban Bullrich, ministro de Educación porteño, al llevarse a cabo la evaluación, admitió en declaraciones radiales que los alumnos que tomaron la evaluación pasaron por una tarea de sensibilización: “Fueron 15 días de preparación en las escuelas. La hicieron todas las escuelas que participaron de la muestra. Fue una preparación porque la prueba tiene preguntas específicas".

Diciembre 2013: Al conocerse los resultados de la ronda PISA 2012 Alberto Sileoni manifestó “Hemos mantenido los niveles de desempeño en la prueba PISA 2012 e incorporado 195.000 alumnos a la secundaria”. Y agregó: “Como sociedad, hemos hecho un enorme esfuerzo por incluir a quienes históricamente estaban excluidos, sin renunciar a la calidad de los aprendizajes”.

Diciembre 2010: Al hacerse públicos los resultados de PISA 2009, Sileoni señaló: “Chile encabeza en la región porque hace 20 años que viene invirtiendo en Educación, aún con las tensiones que esto le significa”.

Diciembre 2006: Al publicarse los resultados de PISA 2016, el ministro de Educación entrante, Juan Carlos Tedesco afirmó: “Estamos muy mal, especialmente en ese tramo de edad. Pero recordemos que PISA mide la historia educativa de alumnos de 15 años, que ingresaron en el nivel medio en plena crisis”. Por su parte, el ministro saliente, Daniel Filmus, señaló que los diferentes resultados entre países de América Latina se deben a la continuidad política que algunos han tenido: “Chile y Uruguay tuvieron coherencia en las gestiones educativas y una tradición de trabajo fuerte. La Argentina, en cambio, tuvo 34 ministros de educación en 55 años”.

Es claro que la creatividad de las explicaciones es remarcable y que existe una sola constante: la educación argentina hace ya muchos años se encuentra en una crisis que amenaza con deteriorar el capital humano de la sociedad a niveles inimaginables, en un mundo donde dicho capital cobra cada vez mayor importancia.

Todo es igual, nada es mejor. Con tristeza, cómo no recordar a Discépolo, quien tan bien caracterizó a nuestra sociedad.

Es imprescindible acordar que la educación debe ser una política de Estado. De lo contrario, me atrevo a predecir, los años pasarán y absurdas explicaciones continuarán escuchándose al conocerse los resultados de cada nueva ronda de PISA en la cual la Argentina decida participar.

El autor es miembro de la Academia Nacional de Educación y Rector de la Universidad del CEMA

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