La Argentina no necesita más billetes impresos, necesita más capitales para crecer

Sostener el consumo de modo artificial en base a la emisión monetaria trae el riesgo de aumentar la fuga del dinero hasta llegar a procesos inflacionarios agudos si no se detiene el proceso a tiempo.

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La expansión monetaria para estimular el consumo va acompañada de controles de precios, una receta bien conocida en la Argentina
La expansión monetaria para estimular el consumo va acompañada de controles de precios, una receta bien conocida en la Argentina

Todo parece indicar que la nueva administración intentará reactivar la economía vía el incremento del consumo. Si bien es cierto que ese es el fin último del proceso económico, lo cierto es que para poder incrementar la demanda de bienes durables y no durables en forma sostenida hay que seguir un camino que lleve a lograr ese objetivo de modo sustentable.

No es cuestión de ponerle más dinero en el bolsillo a la gente para incrementar el consumo, porque los billetes no se comen. Ejemplo: “Todos los días compro una ensalada de frutas que viene en un vaso plástico. La última vez el vaso era más chico y el precio más alto, eso sí, ahora tengo más billetes en el bolsillo”. Antes salía a la calle con algunos billetes y ahora llevo más, pero puedo comprar menos cantidad de las mismas cosas que antes.

En definitiva, la gente no necesita tener más billetes en el bolsillo, sino tener más poder de compra de bienes y servicios, no cada vez menos como ocurrió en los últimos años.

La gente no necesita tener más billetes en el bolsillo, sino tener más poder de compra de bienes y servicios

Demanda de dinero

En un país que nunca tuvo inflación, es probable que vía expansión monetaria pueda estimularse transitoriamente el consumo.

En un país sin memoria inflacionaria, si el gobierno emite para reactivar la economía los incrementos de precios que se producen pueden ser vistos como algo transitorio por el consumidor y, por lo tanto, postergaría la compra de bienes (aumentando la demanda de moneda) a la espera de que bajen los precios. Pero si pasado cierto tiempo eso no ocurre sino que, por el contrario, si los precios siguen subiendo en respuesta al aumento de la oferta de dinero por parte del Banco Central, entonces el público comienza a comprar bienes antes de que sean más caros. En ese caso baja la demanda de moneda y se potencia la inflación, provocando la disminución del salario real.

Si los precios siguen subiendo en respuesta al aumento de la oferta de dinero por parte del Banco Central, entonces el público comienza a comprar bienes antes de que sean más caros. En ese caso baja la demanda de moneda y se potencia la inflación, provocando la disminución del salario real

De ahí que si las autoridades económicas quieren sostener el consumo artificial basado en emisión monetaria, correrá el riesgo de aumentar la fuga del dinero hasta llegar a procesos inflacionarios agudos o incluso hiperinflacionarios, si no se detiene a tiempo.

Generalmente estas expansiones monetarias para estimular artificialmente el consumo van acompañadas de controles de precios, lo cual termina generando desabastecimiento, caída en la calidad de los productos, mercado negro, etc. Esta historia los argentinos la conocemos en detalle .

Generalmente estas expansiones monetarias para estimular artificialmente el consumo van acompañadas de controles de precios, lo cual termina generando desabastecimiento, caída en la calidad de los productos, mercado negro, etc.

Justamente, el argentino no solo tiene memoria inflacionaria, sino que hay toda una nueva generación que nació y vivió con una inflación de dos dígitos, lo cual los hace más proclives a buscar refugio contra la inflación.

Desde el 2002 para acá pasaron 17 años, por lo tanto, todos los que nacieron luego del 2002 o incluso unos años antes de la crisis del 2001 ya saben que es la inflación porque vivieron con ella. Además, tienen a sus padres que vivieron procesos inflacionarios agudos antes de la convertibilidad fija del peso y el dólar en los noventa, y le enseña a sus hijos a huir del peso.

Por lo tanto, el argentino es un agente económico con larga experiencia en tratar de sobrevivir en períodos de inflación. Sabe que tiene que refugiarse en bienes que lo proteja de la inflación o en el dólar, porque en Argentina el que apuesta al dólar nunca pierde.

Muchos de quienes tienen capacidad de ahorro cambian sus pesos por dólares, como refugio de valor (Juan Mabromata, AFP)
Muchos de quienes tienen capacidad de ahorro cambian sus pesos por dólares, como refugio de valor (Juan Mabromata, AFP)

El punto a tener en cuenta es que cuando se entra en estos procesos de reactivación artificial de la demanda, no es que se emite moneda una sola vez y luego se frena la maquinita. Estos estímulos artificiales del consumo exigen de expansiones monetarias crecientes que llevan a procesos inflacionarios cada vez más agudos.

Si se acepta que la expansión monetaria es como un impuesto no legislado, al cual se lo suele llamar “impuesto inflacionario”, la curva de Laffer le aplica perfectamente.

El economista Arthur Laffer estudió que a medida que aumenta la tasa del impuesto (eje horizontal) se incrementa la recaudación (eje vertical), pero llega un punto, el C en el gráfico precedente, en que ese proceso deriva en una disminución de los recursos tributarios porque la economía comienza a operar en negro, desaparecen los productores marginales, etc.

Si se supone que la tasa de impuesto es la de la expansión monetaria por parte del Banco Central y que el eje vertical es la recaudación del impuesto inflacionario, si la gente no tiene memoria inflacionaria, la curva puede moverse entre 0 y 50. Pero a partir de la huida del dinero, comienza a disminuir. Ese sería el punto C, en el cual ya está la Argentina, o se encuentra próximo a alcanzarlo por la fresca memoria inflacionaria, todo intento de reactivar la economía vía expansión monetaria puede llevar tasas crecientes de emisión cayendo en un proceso inflacionario descontrolado con riesgo de hiperinflación por huida del dinero.

Todo intento de reactivar la economía vía expansión monetaria puede llevar tasas crecientes de emisión cayendo en un proceso inflacionario descontrolado con riesgo de hiperinflación por huida del dinero

Primero invertir, luego consumir

La única forma de incrementar el consumo en forma sostenida es iniciando el proceso normal que es primero crear las condiciones para atraer inversiones, para incrementar la productividad y tener más bienes.

Si Robinson Crusoe quiere incrementar su consumo de cocos, en vez de treparse todos los días al cocotero para bajar un coco, tiene que ahorrar (consumir medio coco por día) y al tener libre el segundo día porque consume el otro medio coco, podrá destinar el tiempo a construir una escalera para subir y bajar más rápido con más cocos en menos tiempo.

Y si en lugar de consumirse todos los cocos que bajó en un día, vuelve a ahorrar y consume sólo una parte, ahorra para el día siguiente y hace una red de pescar que le permitirá pescar mayor cantidad de peces, alcanzará un nuevo incremento de su productividad que le permitirá intercambiar cocos y peces con los isleños por los productos de las huertas, diversificar sus consumos y construir su choza.

En síntesis, si no se entiende el ABC de la economía que enseña que el consumo solo se puede incrementar en forma sostenida con más inversión, se seguirá emitiendo moneda con la esperanza de que la mayor cantidad de papeles impresos generen más riqueza, pero nunca se alcanzará ese objetivo.

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