Desde hace más de 25 años trabajo en el Ministerio de Educación de la Nación y en todos estos años solo vi pasar a dos mujeres como ministras en el Palacio Sarmiento, Susana Decibe (1996-1999) y Graciela Giannettasio (2002-2003), dos peronistas nacidas en la provincia de Buenos Aires.
Tan solo dos ministras de Educación nacional en 36 años de democracia tras la última dictadura cívico-militar (1976-1983) y en la historia de la educación nacional. Entonces, me pregunto: ¿cuáles serán las razones? Seguramente serán varias e inabordables en esta carta, aunque lo primero que surge es una pregunta: ¿cómo en un ámbito como la educación, mayoritariamente protagonizado por mujeres, en las aulas como docentes, en roles directivos de instituciones y formadoras de docentes parece vedado a ellas el acceso al nivel nacional en la dirección de la Educación Argentina?
Algunas posibles razones también se pueden pensar a partir de otras preguntas: ¿será que un Ministerio de Educación Nacional solo está reservado para ser gestionado por hombres? ¿Será que no hay mujeres suficientemente preparadas para asumir la responsabilidad ministerial, pese a ocupar responsabilidades en la gestión educativa en los demás niveles? ¿Será que nos importa tanto la educación, pero no nos detenemos a pensar cuál es el mejor perfil y la mejor preparación y experiencia específica para transformar la educación? ¿Será poco relevante y significativo el dato de que la profesión docente es histórica y mayoritariamente elegida por las mujeres?
El llamado de nuestro reciente electo presidente, Dr. Alberto Fernández, acerca de “construir un país verdaderamente federal” es con todos y es con todas también, hoy más que nunca, hay que ponerlo en hechos. En nuestro país hay mujeres fuertes, valientes y sabias (ya lo hemos comprobado), las cuales son profesionales de primer nivel porque reúnen el necesario saber pedagógico, con vasta experiencia en gestionar el aula, las instituciones educativas y las políticas públicas educativas, como así también, logran establecer prioridades educativas continuas (a corto, mediano y largo plazo) y financiarlas.
No se puede dar lo que no se tiene, la mirada federal e igualitaria no se construye solo desde la Ciudad de Buenos Aires ni copiando experiencias internacionales. Actualmente, construir y practicar el federalismo requiere un recorrido diferente, adoptar un criterio más amplio, integrador y superador. Según mi opinión, es hora de partir desde el valor experiencial y humano de nuestras provincias, del conocimiento de las necesidades reales de los actores de nuestro sistema educativo de cada lugar y, luego, colaborativamente pensar, accionar y direccionar las políticas de Estado Nacional en materia de educación, asumiendo y ponderando las particularidades existentes.
Tal vez, cambiar generosamente la mirada y el sentir auténticamente federal, democrático e igualitario, permita elegir a una mujer con la trayectoria profesional y la experiencia necesaria en la gestión de políticas públicas para ser la próxima ministra de Educación Nacional de la República Argentina.
La autora es pedagoga