El presidente Jair Bolsonaro ha decidido no enviar representante alguno de Brasil a la asunción del presidente Alberto Fernández el próximo 10 de diciembre.
También ha dispuesto que Brasil denuncie el Mercosur como unión aduanera con arancel externo hacia terceros países –lo que implica la ruptura del acuerdo regional-, en el caso de que se confirme –éste es el consenso existente en el gobierno de Brasilia, tanto en la presidencia como en el Ejército (General Augusto Heleno)- de que Cristina Kirchner ejerce el liderazgo político del nuevo gobierno argentino.
Esto significaría la quiebra del Mercosur, acompañada de una virtual clausura de las relaciones diplomáticas. Las consecuencias para la Argentina de estos acontecimientos serían profundamente negativas, ante todo para la industria automotriz radicada en Córdoba, Santa Fe y provincia de Buenos Aires, que destina más de 80% de sus exportaciones al mercado brasileño, lo que podría acarrear pérdidas de 30% / 40% en su producción.
Asimismo, Bolsonaro decidiría cancelar las compras de trigo de la Argentina a partir del 10 de diciembre, que representaron 2.25 millones de toneladas en el periodo junio/noviembre, y treparían a 5.5 millones de toneladas en 2020.
La causa del enfrentamiento entre Alberto Fernández y el presidente Bolsonaro es la visita realizada por el entonces candidato presidencial al ex presidente Lula en la prisión de Curitiba, en la que exigió la libertad de quien considera un “preso político”.
Es imprescindible que el presidente Alberto Fernández discrimine dos circunstancias. Por un lado, su reconocimiento y admiración de la figura política de Lula por ser unos de los grandes líderes populares de Brasil y América Latina, que logró extraer más de 40 millones de brasileños de la pobreza extrema durante sus dos mandatos presidenciales.
Por otro, el hecho inexcusable de que Jair Bolsonaro ejercerá la presidencia de Brasil los próximos cuatro años, tras haber sido elegido por más de 57 millones de brasileños, y haberse impuesto por más de 70% de los votos en los tres estados principales (San Pablo, Rio, y Minas Gerais).
Es absolutamente necesario que el presidente Alberto Fernández viaje a Brasilia antes del 10 de diciembre para entrevistarse con Bolsonaro y resolver el conflicto.
Este es el punto número uno de la agenda internacional del nuevo mandatario argentino. “…y en el mundo de hoy, la política puramente nacional es una cosa casi de provincias. Lo que verdaderamente importa es la política internacional, que se juega por dentro o por fuera de los países”, señaló Perón en 1954 y precisó en la Escuela de Defensa Nacional el 15 de noviembre de 1953: “La República Argentina sola no tiene unidad económica. Brasil sólo tampoco, y Chile tampoco. Pero los tres países unidos conforman en el mundo actual la unidad económica más extraordinaria para el futuro”.
Perón desarrolló este concepto esencial en el diario Democracia del 20 de diciembre de 1951: “Entre Argentina, Brasil, y Chile está la más formidable unidad económica a caballo de los dos océanos de la civilización moderna; y el conjunto constituye una base operativa policéntrica capaz de darle a América Latina auténtico protagonismo internacional, porque aquí, en Sudamérica, está la mayor reserva de materias primas y alimentos del mundo”.
La política internacional es un privilegio absoluto del presidente de la Nación y no hay relación más importante para la Argentina en el mundo que la que tiene con Brasil.
Los intereses nacionales están por encima de cualquier diferencia política, doctrinaria o ideológica en el vínculo entre Brasil y la Argentina.
La ruptura del Mercosur y el enfrentamiento con Brasil es un no concepto para la política exterior argentina, que es la esencial “…ya sea que se desarrolle adentro o afuera de los países”.
Analista Internacional. Presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico (IPE). Autor del libro El Desarrollismo del Siglo XXI