Este martes fue un día emocionante para aquellos que valoramos el talento, la tenacidad y la creatividad, pero sobre todo para aquellos que amamos a nuestro país, Argentina.
Se ha cumplido un largo anhelo: un compatriota, Rafael Mariano Grossi nuestro embajador ante el gobierno de Austria y ante los organismos internacionales con sede en Viena, ha sido elegido director general del Organismo Internacional de Energía Atómica. (OIEA).
El OIEA es la agencia encargada de monitorear y promover el uso pacífico de la energía nuclear, y por ende, de prevenir la proliferación de armas nucleares en el mundo. Hoy en día, y entre otras relevantes tareas, tiene un papel fundamental en el control del cumplimiento del acuerdo nuclear que Irán ha firmado en 2015 con las grandes potencias (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, China, Rusia, con intervención de la Unión Europea).
Para llegar a este resultado positivo, Grossi contó con un amplio consenso internacional, al punto tal que el secretario de Energía de los Estados Unidos, Rick Perry, declaró días atrás que Grossi era el “candidato perfecto” para dirigir la agencia.
Su idoneidad para el cargo está fuera de toda duda. Conoce como pocos el tema nuclear en sus variadas vertientes y el funcionamiento del Organismo, donde ejerció anteriormente como director general adjunto. También realizó una gestión destacada al frente del Grupo de Proveedores Nucleares, órgano que coordina las políticas de comercio nuclear global de los principales países exportadores. Meses atrás fue designado presidente de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que tendrá lugar el año próximo en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York.
Tiempo atrás, alcanzó gran notoriedad pública al proponer el método que permitió la localización en el Mar Argentino del Submarino ARA San Juan, hundido en noviembre de 2017. Para ello gestionó la cooperación de la estructura científico-técnica de detección de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO), con sede en Viena.
El camino para llegar a esta posición de altísima responsabilidad estuvo plagado de obstáculos e intereses contrapuestos, tanto en el ámbito local como en el internacional.
Una primera candidatura se frustró en 2016 cuando fue dejada de lado para privilegiar las aspiraciones de la entonces canciller Susana Malcorra a ejercer la Secretaría General de las Naciones Unidas. A pesar de todo, Grossi continuó cosechando fuertes apoyos internacionales, y entre ellos con altísima relevancia, el del grupo de países de América Latina y el Caribe.
Hoy este largo proceso culmina con el voto positivo requerido de dos tercios de los 35 miembros de la Junta de Gobernadores de la Agencia nuclear internacional.
La elección de un argentino para dirigir el OIEA debe considerarse como un logro resonante de política exterior y, claramente, no es un tema de individualidades, ya que abre grandes oportunidades para el país, en términos de posicionamiento e influencia internacional.
Si bien el puesto se ejerce a título personal, sin duda se generará un escenario favorable para la promoción de los productos tecnológicos argentinos estrella, tal los reactores de investigación y producción de radioisótopos, ya exportados a varios países, y el reactor de potencia Carem, de diseño totalmente argentino, para el que se anticipa un mercado potencial de miles de millones de dólares en los próximos años.
Luego del mandato tradicionalista ejercido por el anterior director general, Yukiya Amano, fallecido el pasado julio, se espera que la gestión de Grossi traiga consigo aires de profunda renovación y de una modernización de las prácticas de la agencia, incluso en términos de paridad de género, lo que redundará en mayor eficiencia y equidad.
Sin embargo, en este mundo con altos niveles de inseguridad su mandato no estará exento de grandes desafíos, entre ellos la amenaza de incumplimiento por parte de Irán del pacto nuclear, luego del retiro de los Estados Unidos en mayo de 2018. Otro frente abierto a afrontar será la situación nuclear de Corea del Norte. También el nuevo director general deberá supervisar que la expansión global de la energía nuclear para fines pacíficos cumpla con los debidos estándares de seguridad y no-proliferación y trabajar para el fortalecimiento del sistema internacional de seguridad física de las instalaciones nucleares, de los materiales nucleares y de las fuentes radioactivas, estas últimas distribuidas en todo el mundo.
Un hecho en extremo positivo es que tanto el presidente en ejercicio, Mauricio Macri, como el presidente electo, Alberto Fernández, han comunicado su beneplácito por la designación de Grossi. Ante muchas incógnitas respecto de lo que será la nueva gestión, dicha expresión sugiere una continuidad saludable en la política de nuestro país en materia nuclear, que tantos logros ha cosechado.
En efecto, la continuidad de política nuclear entre gobierno y gobierno ha permitido llevar adelante sin sobresaltos el desarrollo de la tecnología nuclear hasta un nivel que es valorado y admirado en todo el mundo, y que de una manera u otra ha favorecido esta designación.
Todo lo dicho amerita que los argentinos nos unamos a las felicitaciones presidenciales y que las hagamos extensivas a todos aquellos que, desde lo gubernamental, y desde lo no-gubernamental han contribuido a este resultado que nos llena de orgullo.
Estamos seguros de que desde el primer día de enero de 2020 el Organismo Internacional de Energía Atómica estará en las mejores manos, y ellas serán argentinas.
La autora es presidente de la Fundación NPSGlobal