Agenda: 28 de octubre, la urgencia de la renegociación de la deuda

Después de haber reestructurado sus compromisos financieros y ofrecido un canje voluntario a los acreedores en 2005 y en 2010, una vez más, la Argentina debe sentarse a dialogar con los bonistas para ver cómo reperfila su abultados vencimientos

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Lamentablemente volvemos a una situación conocida dada nuestra falta de disciplina fiscal: continuamos gastando por encima de nuestras posibilidades y la diferencia la pedimos prestada. Los mercados tarde o temprano se cansan de ver que no ordenamos nuestras cuentas y se retiran, cerrando la puerta a toda posibilidad de refinanciar los compromisos de deuda.

Quedamos en un absoluto aislamiento, algo que le pasa a muy pocos países del mundo. Todas las naciones refinancian su duda a tasas razonables. Nosotros venimos cancelando pasivos con reservas, endeudándonos con el mercado o pidiendo ayuda al Fondo Monetario Internacional. Este proceso es insostenible en el tiempo.

Argentina pronto deberá avanzar con un tema delicado: cómo resuelve el problema de su deuda pública, un tema que se ha acelerado desde la devaluación de abril del 2018 y sobre todo por el elevado grado de dolarización que posee. Ha perdido el acceso a los mercados voluntarios de deuda hace más de un año y ha consumido ahorros en cancelar vencimientos.

La Argentina ha perdido el acceso a los mercados voluntarios de deuda hace más de un año y ha consumido ahorros en cancelar vencimientos

La única puerta que quedaba abierta, el FMI, ahora se está cerrando con la interrupción de su programa de desembolsos, a la espera de las elecciones del 27 de octubre y las definiciones económicas de quien resulte victorioso. Los últimos números que presentó el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, muestran una deuda soberana de USD 310.000 millones con abultados vencimientos en lo que resta del 2019.

Según cifras oficiales del Gobierno nacional, antes del 31 de diciembre, la Argentina tiene compromisos con sus acreedores de Títulos Públicos por USD 6.130 millones, con Organismos Internacionales por USD 1.034 millones y con otros acreedores por USD 7.042 millones. Es cierto que de este último grupo, hay compromisos con el BCRA por USD 5.831 millones que no impactarían en la cuenta global.

Argentina: Deuda pública soberana (en USD millones), Secretaría de Finanzas
Argentina: Deuda pública soberana (en USD millones), Secretaría de Finanzas

El Gobierno también teñía USD 8.810 millones en vencimientos de Letes antes de fin de año, pero gran parte de estas fueron reperfiladas hasta el primer trimestre de 2020.

Con reservas en el BCRA por debajo de USD 47.500 millones, pero con una estimación de liquidez de solo USD 12.000 millones, la situación es crítica. Según datos oficiales del Ministerio de Hacienda a junio de 2019, el perfil de vencimientos de capital e intereses que enfrenta el país en 2020, 2021 y 2022 es de USD 158.157 millones. Esta cifra incluye títulos públicos (USD 110.364 millones), Letras del Tesoro (USD 4.484 millones), Préstamos de Organismos Internacionales (USD 36.936 millones) y Adelantos Transitorios del BCRA por USD 5.410 millones.

Puntos claves de la renegociación

Para empezar a solucionar el problema es necesario concretar dos puntos fundamentales.

El primero es contar con un acuerdo macro que incluya a todos los actores económicos. Argentina debe transmitir al mundo que el Gobierno, el Congreso, el sector empresario, los sindicatos y por qué no, la población, entienden la importancia detrás de negociar con nuestros acreedores de una manera ordenada. Un plan que permita mostrar la sustentabilidad del país y cómo se repagaría a los acreedores en caso de lograr un reperfilamiento rápido.

Y el segundo, nos guste o no, es contar con el apoyo del FMI. Sin acuerdo con el Fondo no hay reperfilamiento o reestructuración de deuda posible. El organismo de créedito multilateral es acreedor privilegiado y seguirán siéndolo por mucho tiempo más. Todavía tiene pendiente desembolsos por USD 13.000 millones que serán claves para lograr una negociación ordenada con los bonistas internacionales.

Recordemos que mientras se negocia con los acreedores, la Argentina debe seguir cumpliendo con los vencimientos de deuda próximos. Cuánto más se prolonguen las negociaciones, más compromisos de deuda habrá que cancelar y la ayuda del FMI es clave.

Mientras se negocia con los acreedores, la Argentina debe seguir cumpliendo con los vencimientos de deuda próximos. Cuánto más se prolonguen las negociaciones, más compromisos de deuda habrá que cancelar y la ayuda del FMI es clave (EFE)
Mientras se negocia con los acreedores, la Argentina debe seguir cumpliendo con los vencimientos de deuda próximos. Cuánto más se prolonguen las negociaciones, más compromisos de deuda habrá que cancelar y la ayuda del FMI es clave (EFE)

A esta altura todos entienden que la situación de la deuda argentina es crítica y debaten cuál es la mejor alternativa.

Reperfilar, la estrategia elegida por el Gobierno, es una forma relativamente suave de extender el plazo de los vencimientos de los pasivos de un país, pero el pago de intereses y el pago del capital invertido, en general, no se reducen. Postergar vencimientos permite a un Gobierno poner en orden sus cuentas, lograr sustentabilidad fiscal y así recuperar la capacidad de pago a los acreedores en su totalidad. Es más rápido y le permitiria al Gobierno volver al mercado voluntario en un corto plazo, aunque sea para un manejo ordenado de deuda.

Acumulación de crisis económicas

Sin embargo, la Argentina nunca ha ordenado sus cuentas. Muy pocos países han visto un deterioro económico tan espectacular en los últimos 100 años como lo ha hecho Argentina. El país comenzó el siglo XX como uno de los más ricos del mundo, pero las crisis económicas recurrentes, a menudo atribuibles a la mala gestión del gobierno y al contagio de declives económicos en países considerados emergentes, lo han sumergido en una profunda crisis de gasto público y deuda de los cuales nunca pudo salir. Endeudarse siempre ha sido el plan de los gobiernos argentinos, postergando el “poner la casa en orden”.

Endeudarse siempre ha sido el plan de los gobiernos argentinos, postergando el “poner la casa en orden”

Esta semana, el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, instó a una renegociación rápida y voluntaria de la deuda. A pocos días de las elecciones presidenciales, es altamente improbable un acuerdo entre los contendientes para una acción coordinada sobre la deuda, especialmente con un Presidente haciendo las veces de administrador del país y candidato.

Hoy existen varios análisis sobre el posible impacto de una supuesta extensión de plazos de vencimientos de deuda o quitas de capital. Un reporte publicado por XP Securities, nos dice que una oferta agresiva que incluya una quita de capital del 50% a la deuda emitida bajo ley extranjera, sólo tendría un impacto de 10 puntos porcentuales del total de deuda sobre PBI. Luego de la caída del PBI medido en dólares, esa relación se estima en 92%. El tipo de cambio también impacta los cálculos: a mayor depreciación, mayor será la participación de la deuda sobre PBI.

Según el informe de marras, si el dólar llegara a valer $87 en 2020, la deuda llegaría a 100% del PBI. Y si el tipo de cambio llegara a $108, el ratio daría 116%. Esto asumiendo inflación del 45% y déficit fiscal del 4% total.

Quién asuma el próximo 10 de diciembre, debería apurar una propuesta y tener un preacuerdo para marzo. La pregunta es: ¿El próximo Gobierno cuenta con tres meses de paz con el manejo de su deuda? Cuánto más se prolonguen las negociaciones con los acreedores, más cerca estará Argentina de un nuevo default. El drenaje de las reservas ya es crítico y sin un acuerdo, se intensificará el cepo.

* Director de Research for Traders. Especialista en mercados de capitales. MBA Universidad de Michigan.

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