El feminismo local no nació de un repollo: la historia de los Encuentros de Mujeres

El Primer Encuentro Nacional de Mujeres se hizo en la Ciudad de Buenos Aires, en 1986, con mil participantes. Desde el viernes hasta el lunes se espera una concurrencia masiva en La Plata. La gran diferencia con otros eventos es que todas tienen la palabra y que es autónomo del poder político y autofinanciado sin dependencias económicas de los gobiernos o empresas. Por esas razones los Encuentros son el motor y la constitución del movimiento feminista de Argentina

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Nelly "Pila" Minyersky, 90 años, una de las "históricas" en la lucha por el aborto legal el año pasado, en el Encuentro de Trelew
Nelly "Pila" Minyersky, 90 años, una de las "históricas" en la lucha por el aborto legal el año pasado, en el Encuentro de Trelew

—Nosotras lo único que queríamos es que las mujeres vinieran a escucharse entre sí. El Encuentro era contar, relatarse las experiencias, saber que tu problema es mi problema y que lo que te pasa a vos no solo te pasa a vos— explicó Lidia Otero, una de las pioneras, en una forma de reunión que no es similar a un congreso profesional (porque no tiene jerarquías), a una asamblea (porque tiene una masividad que es solo comparable a una marcha o un mundial de fútbol), a una manifestación (porque no solo se pide, sino que se escucha, piensa y reflexiona), a un conversatorio (porque no solo se habla, sino que se sacan conclusiones, se marcha y se elige otra sede para continuar con la tradición el año próximo) o a una fiesta (pero que también es carnaval, fiesta y alegría). En realidad, el secreto es que no es parecido a nada. Y la originalidad del Encuentro es, a decir verdad, el gran secreto del auge del feminismo argentino.

¿Por qué en Argentina el feminismo tiene una masividad, una convocatoria y una agenda única (que causa asombro en el mundo) y que impulsa símbolos (como el pañuelo verde de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito) y demandas en la agenda de género en el mundo? Por muchas razones. Pero una de las principales es el entrenamiento que da la vuelta al país de treinta y cuatro Encuentros de Mujeres ahora también llamado Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas y Trans.

El Encuentro nació en 1986, casi con el regreso de la democracia (aunque muchas de sus gestoras se empezaron a reunir para pedir por la paz durante la dictadura y la Guerra de Malvinas). Porque es federal (y recorrió de norte a sur, este y oeste casi todas las provincias del país, desde las localidades más conservadoras hasta los terrenos más modernos, del calor al frío, de la selva a la Patagonia, desde las localidades más turísticas a las más despobladas). Porque es un evento que reúne a 30, 50, 90 mil mujeres y –tal vez– más, en una convocatoria que implica meses de organización, juntada de fondos, logística de micros y hoteles (y esa organización después se replica en marchas, vigilias, lecturas y convocatorias) y genera un training para juntarse que se aceita más cada año.

Por la cercanía y por el momento histórico, desde mañana en La Plata se esperan unas 200.000 personas, un récord de participantes
Por la cercanía y por el momento histórico, desde mañana en La Plata se esperan unas 200.000 personas, un récord de participantes

Y porque generó condiciones únicas para el crecimiento del feminismo en el país. Es horizontal. Y eso implica que no hay una mujer que sabe y otra que escucha, una que habla en un banquito, con megáfono o con títulos y otra que solo tiene que tragar conocimientos de las otras. Todas las mujeres son iguales y tienen el mismo derecho a la palabra. Es autónomo. Y eso generó que ningún gobierno pudiera manipular los contenidos o las deliberaciones de los Encuentros de Mujeres a los que concurren integrantes de diferentes partidos, pero que no pueden intervenir o disciplinar en las decisiones. Y solo pueden ir mujeres, lesbianas y trans y eso permitió espacios de confianza para hablar de los dolores y deseos personales cuando todavía de eso –desde que te gustara otra mujer, haber pasado por un aborto o sufrir violencia- no se hablaba y daba mucho pudor contarlo frente a varones.

En realidad el Encuentro de Mujeres es un evento único en el mundo: un woodstock feminista, una marcha de dos días, un pogo de rock y cumbia en donde se salta, se baila y se acampa: una democracia popular pero viva y sin estatuas; un carnaval que hace de la fiesta un reclamo; una forma de salir de la casa para las que nunca salen y de entrar en otras realidades para las que solo viven en un microclima y una reunión de una diversidad y multiplicidad que no se parece a nada. Y ese es parte del secreto.

El Encuentro también es carnaval, fiesta y alegría
El Encuentro también es carnaval, fiesta y alegría

A pesar que en la Argentina la experiencia de camping de fin de semana largo contra el machismo tiene 34 años, las cámaras de televisión le dieron la espalda y el glitter, la risa y la potencia fueron creciendo hasta que hoy ya brillan sin necesitar de ningún flash. Pero tiene una historia que multiplica su experiencia.

El Encuentro Nacional de Mujeres nació entre el 23 y el 25 de mayo de 1986 en el Centro Cultural San Martín, con una organización independiente y autofinanciado (con peñas, aportes personales y bonos contribución) y siete meses previos de organización. La primera vez fueron mil mujeres las que dijeron “sí, quiero” a estar amuchadas para no sentirse más solas. Un montón. Pero un número que se multiplicó por noventa mil en Rosario (Santa Fe) y por cincuenta mil en Resistencia (Chaco) y Trelew (Chubut), las últimas sedes de la multitud feminista. Y que ahora puede batir todos los récords en La Plata (Provincia de Buenos Aires).

Los talleres se hacen en escuelas y centros culturales y son horizontales: con la palabra en igualdad de condiciones para todas
Los talleres se hacen en escuelas y centros culturales y son horizontales: con la palabra en igualdad de condiciones para todas

Uno de sus atractivos son los talleres que se realizan en un turno mañana y un turno tarde, durante dos horas, en escuelas y centros culturales para hablar de una infinidad de temas, en un aula, con la palabra en igualdad de condiciones para todas las participantes y con la finalidad de sacar conclusiones que después se leen el lunes de la última jornada. Los nombres y los intereses van cambiando. Pero la metodología continúa.

En los ochenta los talleres fueron de identidad; violencia doméstica; salud; participación; educación; iglesia; feminismo; dinero; tercera edad; deuda externa; estereotipos sexuales; medios audiovisuales; industria; jardines maternales; familia tradicional y nuevos modelos de familia y la ley. Los tiempos cambiaron. Y tanto. En ese momento no existía, ni siquiera, la ley de divorcio. Ahora se reclama la aprobación del aborto legal, seguro y gratuito.

La importancia del Encuentro es que delinea las bases –como si fuera una Constitución- del movimiento de mujeres. Por ejemplo, a partir de los intentos sistemáticos de introducir a mujeres anti derechos en los talleres se decidió que no se iba a discutir si estar a favor o en contra de la ley, sino las estrategias para sacar de la clandestinidad y el closet a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Se discute casi todo, pero hay puntos que ya no se discuten.

Entre las 45 mujeres que formaron parte de la Comisión Promotora del Primer Encuentro de Mujeres estuvieron Lita Boitano (madre de dos hijos desaparecidos); Martha Villafañe (una pionera en la neurocirugía); Nelly Casas (periodista de revistas femeninas y diarios); Mariana Delbúe (impulsora de la matemática y la informática entre mujeres); Ethel Díaz (ex diputada); Lilia Saralegui (ex concejala); Magui Bellotti (abogada gremial); Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo) y muchas otras.

“Cada año llegan mujeres por primera vez a los Encuentros y dicen no ser las mismas cuando regresan”, escribió la reconocida filósofa Diana Maffía en la presentación del libro “Mujeres pariendo historia. Cómo se gestó el Primer Encuentro Nacional de Mujeres. Reseña íntima y política de las integrantes de la Comisión Promotora”, editado por Maffía, Aluminé Moreno y Laura Morroni junto a Charo Márquez y Claudia Korol y con entrevistas de María Elisa Ruibal, Romina Ruffato y Cecilia Alemano.

“Cada año llegan mujeres por primera vez a los Encuentros y dicen no ser las mismas cuando regresan”, escribió la reconocida filósofa Diana Maffía. Algo similar decían los pasacalles el año pasado (Fotos: An Mombe)
“Cada año llegan mujeres por primera vez a los Encuentros y dicen no ser las mismas cuando regresan”, escribió la reconocida filósofa Diana Maffía. Algo similar decían los pasacalles el año pasado (Fotos: An Mombe)

“El Encuentro Nacional de Mujeres es uno de los hechos políticos más originales y consolidados de las décadas que sucedieron al retorno de la democracia. Cada año, puntualmente, mujeres de todo el país nos damos cita en la ciudad acordada en el Encuentro anterior, recibidas con hospitalidad por la colectiva local que organiza los acuerdos de alojamiento, espacios para talleres, comidas, comunicación y logística. Así va creciendo una historia colectiva”.

Si la historia de los Encuentros merece ser contada también merecen ser contadas quienes se dedicaron a investigar esa historia. En el libro “Mujeres que se encuentran, una recuperación histórica de los Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina (1986-2005)”, de Editorial Feminaria, Amanda Alma y Paula Lorenzo valorizaron: “En el Primer Encuentro, realizado en Buenos Aires, se sentaron las bases de una práctica deseada en ese momento por un grupo de mujeres que quizás no imaginaron la fuerza de estos principios que llevaron a que la práctica de estos encuentros se mantenga y se multiplique dándole identidad al movimiento de mujeres del país”.

El primer encuentro nació en 1986, en aquel entonces se reunieron 1.000 mujeres. (Noelia Vivas - Comisión Organizadora 33° Encuentro)
El primer encuentro nació en 1986, en aquel entonces se reunieron 1.000 mujeres. (Noelia Vivas - Comisión Organizadora 33° Encuentro)

Alma y Lorenzo fueron por primera vez a un encuentro en el 2001, un año bisagra en la historia argentina. Y lo que vieron las sorprendió por el peso propio de la imagen: nunca habían visto tantas mujeres juntas.

En el 2001 el Encuentro fue en La Plata. En el 2019 también. Hay dieciocho años en el medio y treinta y cuatro años de una convocatoria única y un feminismo multiplicado. La historia no nace de un repollo. Y sigue construyendo futuro. “La gran diferencia fue que todo el mundo podía hablar”, rescató Elena Tchalidy. Y ese espíritu sigue vivo: todas tienen la palabra.

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