La actual situación de las pymes recuerda en parte al juego del ahorcado. Cada día y, eventualmente, cada medida del Gobierno agregan una letra acercando al fatal desenlace de las empresas, su cierre.
Un variado y letal menú para estas empresas –en especial para las más pequeñas y las ubicadas en las de ciudades más chicas del país– compuesto por apertura indiscriminada de importaciones, financiarización de la economía con tasas altísimas, tarifazos y dolarización de los servicios públicos, aumento de la presión impositiva, entre otros.
Puesto en números, desde 2018 a fines de agosto de de este año, cerraron 19.072 empresas. El año pasado la Argentina perdió 9.392 pymess y en los 8 primeros meses de este año, unas 8.846. Es decir, un tobogán que no hace más que acelerar la caída.
En términos concretos cada día de 2018 cerraron 38 pymes, ese número diario se aceleró hasta 54 en lo que va de 2019, según la AFIP. El 98% son pequeñas y medianas empresas
Claramente estos datos oficiales no alcanzan a reflejar la realidad concreta del mundo empresarial y, en particular, de este grupo de compañías, las más vulnerables a los vaivenes de la economía.
En primer lugar, no hay datos luego de debacle devaluatoria post PASO, que sin lugar a dudas potenció el efecto, toda vez que el descenso del consumo interno en todos los rubros fue abrumador. El 80% de la facturación de las pymes se vuelca en él. También la inflación y la incertidumbre del tipo de cambio paralizan negocios, especialmente en el sector industrial.
Según el último informe del Estimador Mensual de Actividad del Indec de 2019, que tampoco contempla las mayores caídas luego de las Primarias, la producción industrial general cae 8,4%; la automotriz, 36% (cuya cadena de valor es casi en su totalidad pyme); las ventas en supermercados, 12,8%; y el Índice Construya, 13,5%; sólo por mencionar algunos ejemplos.
El efecto arrastre de estas variables impactó de lleno en las empresas, independientemente de su actividad y tamaño. Tampoco hay dudas de que las de menor volumen y capacidad financiera son las más vulnerables a estas condiciones.
Tendencia creciente
¿Cierran 54 empresas por día como era el promedio oficial hasta agosto? Es muy probable que no: el número es necesariamente mucho más alto y desde varios sectores ya surge la tremenda cifra de 100 diarias. ¿Se puede estimar ese dato? Como se dijo, la pendiente de la macroeconomía no puede menos que acelerar la mortandad empresaria. No hay que olvidar que un 35% de la economía Argentina esta informalizada.
Por otro lado, los números no reflejan la realidad humana detrás del cierre una pyme, en general nacida de la vocación o necesidad de generar autoempleo para los fundadores, que enfrenta cada día el enorme desafío de asegurar su continuidad. Se trata de personas que saben los nombres de sus colaboradores, vecinos, proveedores y clientes.
No hay que hacer demasiado esfuerzo para intentar entender lo que pasa por la cabeza, el corazón y la piel de ese sujeto: tiene una empresa pequeña, embargada por la AFIP, endeudada con sus proveedores, sin ventas, al límite de poder, o incluso no pudiendo pagar por completo los salarios. Además, nadie lo representa.
¿Tendrá ánimo para iniciar los trámites de baja? ¿Guarda una luz de esperanza que los vientos cambien y por si acaso no se decide a sacrificar su empeño?
El cierre de empresas es mucho mayor al que se comenta. Los datos oficiales y las estadísticas no lo muestran, pero lo avalan. La experiencia y las tendencias de mercado lo afirman. El conocimiento de primera mano lo corrobora.
Cada unidad productiva que cierre, que cae, le tomará a la Argentina entre 1 y 7 años para que se vuelva a levantar esa persiana (según sector y localización). No se equivocan los que acercan la cifra de cierres diarios de pymes a 100.
El autor es empresario pyme, dirigente gremial empresario y miembro de RIEL (Red Inclusiva para la Expansión Laboral)
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