Ya se sabe que Alberto Fernández se siente y proyecta como triunfador en las próximas elecciones. Si no ocurre un milagro, como por ejemplo alguien quemara el cajón del muerto con el nombre del PRO, como lo hizo Herminio Iglesias en las elecciones de 1983 con los radicales, el peronismo cristinista volverá al poder.
Parece que a nadie le interesaran las investigaciones judiciales que comprometen a la ex presidente Cristina Kirchner, a sus funcionarios y a los empresarios amigos de ese poder. Entre los seguidores del Frente de Todos se aseguran que todo fue "inventado" y así transcurre la historia de los vaivenes económicos y políticos como los de ahora. Más: proponen lo imposible, como la inexistencia de la Justicia tal como se la conoce en la división republicana y democrática de los poderes.
Se acusó de estar en el mismo limbo al ex presidente Carlos Menem, quien en su momento, tuvo que desfilar ante los tribunales pero castigos serios nunca recibió salvo su estadía engañosamente presidiaria en el chalet del empresario Armando Gostanian. Por si fuera poco, la Corte Suprema a comienzos de 2019 lo eximió de responsabilidades.
Cuando no hay sanción nadie entiende, se puede crear un estado de anomia y la sociedad se sumerge en el libre albedrío. Es como aquella famosa reflexión sobre el vidrio roto en un domicilio o en una fábrica. Si no se lo repone rápidamente, es muy posible que los transeúntes le vuelvan a romper otras ventanas.
A Alberto Fernández, más allá de la alegría personal y de los que lo aplauden, no le esperan días fáciles. Argentina ha sido marginada en los mercados del mundo. Pasó de categoría "emergente" a la de "país fronterizo", que la asemeja a las naciones más subdesarrolladas del mundo.
Si busca el apoyo de la principal potencia del mundo, Estados Unidos, le obligarán a hacer innumerables deberes que son difíciles de cumplimentar en el corto plazo. Y, por otra parte, en su frente interno se encontrará con la resistencia de La Cámpora y de otros sectores. Si intenta un acercamiento a China Comunista por créditos, tendrá que pagar el repudio de los organismos financieros internacionales y de Washington enredada con Pekín en una guerra comercial.
En el 2020 hay que refinanciar la deuda externa, que es millonaria. ¿Con qué fondos? En su agenda de gestión, el tema tendrá la prioridad mayor. Pero además tendrá que conducir al país en una realidad inflacionaria y recesiva muy extrema. Le llevaría años forjando confianza y estabilidad para que todo ese paquete se modifique y se revierta.
Tendrá que tener Fernández las condiciones de equilibrista para conformar a todos los que se fueron sumando al frente y que no comparten una sola ideología, o propósito , o ruta a seguir.
Todos los comentarios y rumores confluyen en asegurar que Fernández forjará un gabinete con las más importantes figuras del peronismo.
Pero la historia demuestra que no hay hombres solos plenos de omnipotencia que solucionan las dificultades .No existen los superhombres o los superespecialistas que cada uno por su cuenta de vuelta la realidad. Los casos de Adalbert Krieger Vasena en la administración militar de Juan Carlos Onganía o el de José A. Martínez de Hoz en la dictadura militar o el de Domingo Cavallo se enfrentaron a sus propios fracasos.
Krieger Vasena con el Cordobazo. Martínez de Hoz con los gastos militares y las reacciones del nacionalismo y su propio fracaso y Cavallo, una figura plena de orgullo personal desaforado que se estrelló cuando los dólares dejaron de fluir hacia Latinoamérica y la Argentina tras el tequilazo, en 1995, aunque luego insistió y volvió, limitadísimo, a las andadas, a fallar gestando la violencia social de 2001-2002
De ahora en más, Fernández no puede subestimar los problemas serios que lo rodean.
Tendrá que hacer un balance de lo recibido, una movida de la que escapó Mauricio Macri o por despecho o por falta de sutileza política. Si entonces, en vez de encerrarse empecinadamente en los hombre del PRO y no hubiera marginado a sus socios de Cambiemos, seguramente otra hubiera sido su suerte. Se ha demostrado que la presencia de Miguel Ángel Pichetto le ha dado a Cambiemos una impronta y un carácter que carecía. No porque sea un técnico sino por su larga experiencia en los manejos, en las trenzas y en las sutilezas de la conducción política.
Ahora mismo, por ejemplo, es Pichetto quien ha señalado a las movilizaciones sociales de estos días como un apriete, un castigo a un gobierno que le dio muchos más planes sociales y subsidios de todo tipo que Cristina Kirchner
Una millonada. El resto del gabinete salvo dos o tres honrosas excepciones coincidieron con Pichetto. Para gobernar hay que tener olfato, experiencia y decisión de golpear la mesa en las reuniones de gabinete. No es un encuentro de amigos.
Para muchos observadores de la realidad, estas movilizaciones que van increscendo no sólo tienen el objetivo de conseguir más planes. Algunos pueden llegar a tener las mismas intenciones de los que tiraron al suelo al presidente Raúl Alfonsín en 1989.
Sin duda, si sucede el triunfo del Frente de Todos, el PRO se propone aprender a reflexionar políticamente en la adversidad y puede jugar un papel estupendo en la oposición parlamentaria.
Hay que esperar al 27 de octubre. Ese día se conocerá la verdad. Quién gana. O quién se abrazará al mástil como Ulises cuando las sirenas lo rodearon.