A menudo nos enfrentamos con la sensación que estamos en un momento difícil de la humanidad. Estamos rodeados de comentarios pesimistas sobre crisis de los sistemas de representación, falta de respuesta de los dirigentes a los problemas reales de los dirigidos, distorsión entre la política y la necesidad de la gente.
Hace 100 años, al finalizar la Primera Guerra Mundial, en Europa se vivía un clima similar. Imperios caídos, fronteras móviles, crisis humanitaria y discursos extremos, Revolución Rusa y ascenso de un comunismo real y ya no teórico en un continente devastado.
En ese contexto, un militar alemán, de nombre Adolf Gemlich, consulta a una unidad de propaganda sobre "la cuestión judía". El capitán a cargo deriva la respuesta a uno de sus oficiales quien dirige la misma por carta a Gemlich.
Ese oficial se llamaba Adolf Hitler.
Ese 16 de septiembre de 1919, seis años antes de publicar Mi Lucha, Hitler deja por primera vez expresadas sus aberrantes y crueles propuestas, que 26 años más tarde contabilizarían 6 millones de judíos asesinados.
"Los judíos son una raza y no una comunidad religiosa"… "vive entre nosotros una raza extranjera, no alemana, renuente e incapaz de sacrificar sus características raciales, negar sus sentimientos, pensamientos y esfuerzos, y que sin embargo, posee todos los derechos políticos que nosotros tenemos".
"Sus actividades producen una tuberculosis racial entre las naciones… el antisemitismo derivado de razones puramente emotivas encontrarán su expresión en forma de pogromos. Pero el antisemitismo basado en la razón debe conducir a la lucha y remoción legal sistemática de los derechos del judío, que solo él de los extranjeros que viven entre nosotros posee (legislación de extranjería). El objetivo final, sin embargo, debe ser la eliminación sin excepción de los judíos por completo…".
Este oficial, que por entonces tenía 30 años, tenía un claro horizonte y no cejó en llevar su plan a la práctica, arrastrando al mundo a su máxima oscuridad. Creó un estado nacional donde los funcionarios tenían como objetivo la restricción de los derechos individuales, los jueces tenían que justificar leyes aberrantes, los médicos se especializaban en matar y no en salvar vidas, los empresarios en utilizar trabajo esclavo y producir para el homicidio, y así sucesivamente, generando una sociedad cuyo objeto era glorificar la muerte y no consagrar la vida de sus integrantes.
Luego de varias vicisitudes, el original de esta carta se encuentra en el Museo de la Tolerancia de Los Angeles, del Centro Simon Wiesenthal.
Todos creemos conocer la historia, pero enfrentarse con la realidad de ver en el papel este plan macabro es escalofriante.
Por dicha razón, el Centro Simon Wiesenthal, organismo internacional de Derechos Humanos se propuso para este funesto centenario utilizar esta carta como un alerta frente al discurso de odio.
No podemos hablar de resurgimiento del mismo porque en realidad, nunca dejó de tener presencia. Jamás hay que menospreciar a los heraldos de la muerte porque tienen claro su horizonte infernal.
Se confronta a los líderes mundiales con la carta, se exhiben las fotos y se recaban sus opiniones. Muchas de estas formarán parte de una muestra fotográfica que se exhibirá en el Hall de las Naciones Unidas durante la próxima Asamblea General, de modo de dar un claro mensaje contra quienes proponen odio. Allí estarán las fotos de Donald Trump, Barack Obama, Tony Blair, Reuven Rivlin y Benjamín Netanyahu, entre otros. También estarán las de figuras de Hollywood y sobrevivientes del Holocausto.
Cuando le comentamos la propuesta el Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación Argentina, Claudio Avruj, sostuvo: "Tenemos un férreo compromiso con nuestro presente y el futuro que debemos legarle a las generaciones que nos continuarán para que vivan y se desarrollen en una sociedad sostenida en los valores de la paz, la convivencia, la integración, el respeto y el reconocimiento del prójimo. En ella no deberá haber lugar para el Antisemitismo que corroe los cimientos de la vida en democracia. Abrazamos los derechos humanos como políticas de estado para que protejan y posibiliten el desarrollo de todos los hombres y mujeres que habitan nuestro país. La Memoria y la Educación son centrales en este esfuerzo. El pasado está allí con sus enseñanzas para que dé el aprendamos a ser mejores. Las acciones de los perpetradores y los testimonios de las víctimas están para refutar a los negacionistas. Que la maldad absoluta que representó el nazismo nunca más vuelva a levantar su cabeza, expresar sus palabras de odio y destrucción depende del trabajo de cada día de la inmensa mayoría de los que habitamos este mundo y que santificamos la vida, defendemos la libertad, valoramos las diferencias y somos férreos constructores de la paz".
El pasado martes, gracias a su gestión, pudimos encontrarnos con con el presidente Mauricio Macri.
Su reacción al ver la carta y la firma fue inmediata. Estremecimiento, consternación, estupor y una cuota de sorpresa al imaginar semejante muestra de crueldad. Su reflexión fue "¡Es increíble tener a la vista este texto que desencadenó todo!".
Es que ver plasmada en una carta semejante manifestación es difícil de procesar.
La misma reacción tuvo en su momento el Gobernador de Tucumán, Juan Luis Manzur, cuando en noviembre de 2017 visitó el Museo de la Tolerancia en Los Angeles y se vió frente a frente con la carta. Su respuesta fue reafirmar el compromiso que tiene con el Centro Wiesenthal y apoyar iniciativas como la del grupo de jóvenes de su provincia que busca con nuestra institución manifestaciones de odio en las redes en todo el mundo de habla hispana para denunciarlas.
Quien reemplaza la tinta con veneno, sólo puede transmitir odio.
Por eso nuestras alertas se mantienen siempre vigentes.
Acompáñanos…. Si es que estás de este lado de la trinchera.
*El autor es Representante del Centro Simon Wiesenthal para América Latina.