Transcurrida la primera semana de campaña, y a 43 días de la primera vuelta, la Argentina vive una crisis política, de acuerdo al efecto de las primarias.
El presidente Mauricio Macri es visto por la mayoría sin posibilidades de ser reelecto y en consecuencia su poder se ve limitado. El probable triunfador, Alberto Fernández, no lo ejerce, pero sus manifestaciones y señales generan efectos políticos y económicos. Hay diálogo entre oficialismo y oposición y ambos han reducido en los últimos días la confrontación.
Pero todavía están lejos de un acuerdo que pueda garantizar una transición, sin que se agudice la crisis, política, económica y social. Las medidas del Presidente estableciendo mayor intervención en la economía (reprogramación selectiva de deuda, control de cambios, extensión de controles de precios, etc.) coinciden con lo que Fernández haría y desde esta perspectiva lo favorecen.
Pero ellas no han sido consecuencia de un acuerdo político, sino de la prioridad que Macri ha puesto en mantener estable el dólar no sólo hasta la elección, sino hasta la entrega del poder el 10 de diciembre.
La combinación de intensificación de la campaña electoral y falta de un acuerdo político harán más difícil tanto la situación económica como la política.
Las dificultades que encontró el oficialismo para que el Congreso trate el proyecto de reestructuración de deuda son un ejemplo al respecto.
Al mismo tiempo, la oposición logró la aprobación del proyecto de emergencia alimentaria -que inicialmente rechazaba el Gobierno- con
voto unánime (hubo sólo una abstención).
En el ámbito internacional, el candidato ganador en las PASO se reunió con el presidente del gobierno español Pedro Sánchez y con el anterior jefe de
gobierno de su partido , José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos representan una línea de centro-izquierda, en el contexto de la socialdemocracia europea.
Fernández se reunió también con empresarios, pero en declaraciones
públicas criticó la subordinación a Donald Trump que ha tenido el gobierno de Macri. Cristina Kirchner, por su parte, realizó presentaciones de su libro en La Plata y Misiones. Dijo que pagaría la deuda "pero no a costa del pueblo", que "los que más tienen soportarán la mayor carga" y "nadie duda de que la plata del FMI entró, la duda es donde está".
El próximo viaje de Alberto Fernández será a México y buscará mostrar que su política exterior será la de Andrés Manuel López Obrador: un punto intermedio entre Jair Bolsonaro y Nicolás Maduro.
No hay enfrentamientos entre los integrantes de la fórmula del Frente por Todos, pero sí diferencias entre sus equipos. Es que comienza la puja por los espacios de poder en un eventual gobierno.
Juntos por el Cambio comienza su campaña, con la misma estrategia, equipos y asesores, pero María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta toman distancia realizando campañas propias. Marcos Peña es el jefe de campaña, Jaime Durán Barba el estratega, los encuestadores son los mismos, al igual que los mecanismos de segmentación en las redes sociales.
Sólo que se pondrá más énfasis en la "defensa de la República" que en la "libertad económica", dadas las medidas tomadas frente a la crisis
post PASO. Pero si bien la campaña de Macri es la misma, ello no sucede
con Vidal -reforzada antes sus votantes con la marcha por su cumpleaños- y Rodríguez Larreta, que han definido su propia estrategia electoral al margen de la Casa Rosada.
Buscan independizarse de Macri, para evitar que su mala imagen les reste
votos.
Lograr que Trump influya ante el FMI para que llegue su demorado desembolso es prioritario para el Presidente. Pero el gobierno de Estados Unidos, como es lógico, está adoptando una actitud más neutral respecto a
Argentina, como lo muestran el trascendido de un vocero del Departamento de Estado frente a las críticas de Fernández.
El viaje del ministro de Hacienda Hernán Lacunza -quien habría logrado independizarse de Peña- a Washington para destrabar el desembolso, se realizará a la espera de que el gobierno estadounidense dé señales favorables al respecto.