A pocos días de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el Gobierno se entusiasma con algunas señales que muestran un cierto repunte de la economía. Si bien en términos interanuales continúan en terreno negativo, algunos indicadores empezaron a reflejar una recuperación en su serie desestacionalizada. Tal es el caso del índice de producción industrial manufacturero (IPI manufacturero), que mostró variaciones positivas en abril y mayo; el estimador mensual de actividad económica (EMAE), con variaciones positivas en los últimos dos meses; y el indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC), que mostró una suba en el mes de mayo.
Sin embargo, lo más significativo es que desde abril la inflación ha comenzado a mostrar signos de desaceleración. La variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 2,7% en junio, perforando el 3,1% de mayo, y el 3,4% de abril. No obstante, debe buscarse una salida urgente al tema de las letras de liquidez (LELIQ) del Banco Central (BCRA), ya que éstas implican emisión futura, lo que podría revertir la desaceleración de la inflación.
De hecho, durante la segunda quincena de julio el BCRA inyectó pesos en la economía vía subastas diarias de LELIQ. Además, hubo expansión monetaria porque el BCRA le compró dólares al Tesoro en la primera mitad de julio. Dado que esto complicaba el cumplimiento de la meta de base monetaria (BM) de este mes el BCRA decidió hacer, nuevamente, cambios en su esquema de política monetaria. Comunicó que tomará un plazo bimestral para evaluar el cumplimiento de la meta de BM para el período julio-agosto, para evitar que el esquema se vuelva excesivamente contractivo en julio y expansivo en agosto por la integración de encajes de los bancos, aunque no modificó la meta promedio. Asimismo, dispuso que mantendrá constante la tasa mínima de las LELIQ en 58% hasta que se publique el próximo dato de inflación, dato que se conocerá una vez pasadas las PASO.
Recordemos que, debido a la mayor volatilidad mostrada por el tipo de cambio, el BCRA había introducido modificaciones a su régimen monetario-cambiario a finales de abril con el fin de ejercer un mayor control sobre el mismo. Por entonces, el BCRA anunciaba que podría vender dólares aunque el tipo de cambio se ubicara por debajo del límite superior de 51,448 pesos; que elevaría a 250 millones de dólares la venta diaria si el tipo de cambio saltara por encima del límite superior; y que haría intervenciones adicionales en el mercado en casos de excesiva volatilidad del tipo de cambio.
En paralelo, el Gobierno anunciaba medidas para aliviar los efectos de la crisis. Entre ellas, beneficios y créditos para beneficiaros de la ANSES; congelamiento de tarifas de los servicios públicos; descuentos y beneficios sociales para beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo; y un plan de apoyo para las pymes. A esto se le sumó, recientemente, el relanzamiento del programa Ahora 12; el Plan 0Km para la compra de autos y motos durante junio (luego extendido a julio); y las medidas que benefician a los tomadores de créditos hipotecarios UVA; entre otras. Todas ellas con el afán de conseguir el oxígeno necesario para llegar a las elecciones generales de octubre con algo más de comodidad.
Si bien en los últimos meses se ha producido un cambio de tendencia en varios indicadores económicos y se observa una leve recuperación de la economía argentina, esta recuperación no incluye a todos los sectores económicos y no es percibida aún en la calle. El Gobierno, consciente de ello, acudió a medidas electoralistas que buscan apuntalar el consumo y acelerar este proceso de recuperación para poder mostrar buenos resultados antes de las elecciones. En este proceso de recuperación han jugado un rol fundamental un tipo de cambio más controlado, y por lo tanto menos volátil; una inflación en baja; y medidas que lamentablemente se han hecho costumbre en épocas de elecciones.
Economista