Nota escrita en coautoría con Gustavo Pecoraro
Las noches de Stonewall Inn transcurrían casi siempre del mismo modo. Tragos, música y mucha pluma en el pequeño bar del Greenwich Village neoyorquino, espacio de encuentro del colectivo LGBTI+. Lesbianas, gays, Drag Queens, travestis y vecinos aliados pasaban largas noches en uno de los pocos sitios en los cuales estaba "permitido" expresarse abiertamente, "ser".
De cuando en cuando la noche era interrumpida por sirenas, golpes, gritos y violencia. Siempre las razzias, la persecución, la intolerancia. Allí en Nueva York y aquí en Argentina también, incluso entrada la recuperada democracia.
Pero esa noche era diferente. Ese 28 de junio de 1969 el clima era otro. Es cierto que el colectivo de la diversidad sexual ha transformado los reclamos en festejo, que ante el odio y las adversidades ha respondido con amor, alegría y una actitud resiliente. Pero el suicidio de Judy Garland apenas una semana antes había caído como una bomba.
La actriz, que en su personaje de El mago de Oz había enseñado a toda una generación el camino hacia el arco iris, se había transformado en un ícono de la comunidad LGBTI+ en todo el mundo. Su muerte debía ser homenajeada. Y el Stonewall Inn era el lugar ideal para hacerlo.
Cientos de personas se reunieron esa noche en una jornada de llanto, sonrisas, alegría y nostalgia. Recordaban a la actriz, a la mujer, al ícono, a aquella pequeña niña que hizo de su carrera una ofrenda a la igualdad y el respeto al colectivo de la diversidad sexual.
Sin embargo en medio de la noche, una vez más, volvieron las sirenas, los golpes, las macanas, los gritos enfurecidos y el odio. Decenas de agentes policiales llegaron hasta el pequeño bar para interrumpir la celebración. Pero la comunidad no iba a aceptar otro atropello. Ese 28 de junio cambió todo. Quienes se encontraban en el Stonewall Inn decidieron resistir, dejar de esconderse o correr. Pararse orgullosos y orgullosas de quienes eran, y poner freno a los atropellos de las fuerzas de seguridad.
La resistencia duró casi una semana, en la que se vivieron cruentos enfrentamientos entre la policía y les manifestantes, a quienes rápidamente se sumaron gran cantidad de vecinas y vecinos del barrio, hartos también de la persecución policial.
Por primera vez emergía como una fuerza organizada el colectivo LGBTI+, que en pocos años se extendería globalmente en un único grito: igualdad y respeto para las personas de la diversidad sexual.
Aquella noche, casi sin saberlo, esas personas reunidas en el Stonewall Inn darían el puntapié inicial a uno de los movimientos sociales que más ha transformado la sociedad en los últimos convirtiéndose en un emblema de la libertad y el amor.
Un año más tarde, el 28 de junio de 1970, Nueva York y Los Ángeles darían la bienvenida a las primeras Marchas del Orgullo, las que sacaron del "closet" masivamente al colectivo LGBTI+ e iniciaron un camino que hoy celebra la diversidad en todo el mundo.
Sin dudas los colectivos LGBTI+ iniciaron su lucha mucho antes de Stonewall y más allá de los límites de Nueva York (en nuestro país el colectivo comenzó a organizarse en 1967), pero la revuelta de aquella noche le sumó una visibilidad y una extensión global que hasta ese momento no habían alcanzado.
Hoy, a 50 años de aquella noche bisagra en la historia, muchos son los derechos que se han conquistado fruto de la lucha. Pero también son muchos los derechos y desafíos pendientes para alcanzar esa sociedad arco iris que soñamos.
En Argentina también se consigue
Si bien Stonewall constituye un parteaguas en el movimiento LGBTI+ global, en nuestro país las primeras experiencias de organización de este colectivo nos remontan a Héctor Anabitarte y el año 1967. Anabitarte, militante comunista y del Sindicato de Correos, comenzó a organizar reuniones para resistir a la persecución policial. Nació allí Nuestro Mundo, primera organización argentina de lucha por la igualdad.
Cuatro años más tarde, en 1971, Nuestro Mundo confluye en el Frente de Liberación Homosexual con Néstor Perlongher, Blas Matamoro, Juan José Sebrelli, José Luis Giacosa y Sara Torres, entre otros.
El 24 de marzo de 1976, junto a la dictadura cívico militar más sangrienta que nuestro país conociera, llegaron el exilio, las desapariciones o sobrevivir como se pudiera.
Luego de la guerra de Malvinas y la mitad de la década del 80 se formó la Coordinadora de Grupos Gays que reunía a muchos ex allegados al FLH y una nueva vanguardia que había crecido bajo la dictadura.
Tras el retorno de la democracia, y ante la persistencia de la persecución a las diversidades sexuales, el 19 de abril de 1984, cansados de tanta represión bajo la democracia, se funda la Comunidad Homosexual Argentina, cuyo primer presidente fue Carlos Jáuregui.
Tras alejarse de la CHA, Jáuregui, junto a César Cigliutti, Alejandro Modarelli, Luis Biglié, Marcelo Ferreyra y Gustavo Pecoraro, funda Gays por los Derechos Civiles, quien convocaría, junto a otros grupos, el 28 de junio de 1992, la Primera Marcha del Orgullo Gay-Lésbico.
Paulón es subsecretario de Políticas de Diversidad Sexual, Gobierno de Santa Fe, vicepresidente FALGBT. Pecoraro es escritor, periodista, poeta y guionista.