Hasta que el Indec no aporte las cifras definitivas no se sabrá exactamente donde estamos parados económicamente, porque las noticias son muy contradictorias. Por un lado, el Producto Bruto Interno se redujo casi un 6 por ciento en el último año. Pero en los tres meses que precedieron al actual, la caída se contrajo, dando respiro.
Todo esto en medio del malestar político de muchos que aspiraban a sitios en el Parlamento o en ministerios que fueron marginados y han quedado resentidos. Un juego peligroso en tiempos preeleccionarios.
El kirchnerismo mostró su rostro unitario y distintivo de caprichos personales: se puso a quienes Cristina Fernández quería y no fueron consultados gobernadores ni los intendentes de la provincia de Buenos Aires, la que tiene mayor caudal de votos. En el PRO se quedaron sin asiento los que dieron muchas horas de su vida legislativa en defensa de lo que venía pidiendo el Ejecutivo desde el 2015.
Hasta que el Indec no aporte las cifras definitivas no se sabrá exactamente donde estamos parados económicamente, porque las noticias son muy contradictorias
Esa lucha por los puestos (¿o por sus carreras?) es el reflejo de la actualidad. No hay ideologías fundamentadas con tradición histórica y los partidos políticos han sido vaciados, en gran parte. Se mantienen estructuras, pero no militantes consecuentes. Si hace años las hubo, dejaron de existir. No hay posicionamientos serios, todo es muy variable, muy lábil. Tampoco adhesiones definitivas: todo depende de las conveniencias personales.
Enajenados por las estrategias de acceso al poder, las inquietudes económicas pareciera que han quedado marginadas. Los terrenos de la economía son frágiles. No se habla de la deuda externa por UAS 100.000 millones cuyo pago tendrán que negociar sí o sí los que accedan a la Casa Rosada.
Tampoco se habla de otro montón de problemas a resolver. Los dólares de la cosecha gruesa siguen ingresando, ¿pero aún así el dólar alcanzó la estabilidad que algunos sueñan? ¿La alcanzará antes que el 2019 baje las persianas? ¿Bajará la inflación que resultaba indomable en los últimos meses? ¿Qué pasará con las tasas de interés? ¿El empleo seguirá paralizado como hasta ahora o los empresarios están empecinados en seguir produciendo y por ello mantienen al personal que tienen pero no toman técnicos nuevos?
La pobreza es otro indicador decisivo porque el gobierno de Mauricio Macri pidió hace tiempo que se lo juzgue por la baja o no de este indicador denigrante. En estos días Argentina tiene un 10,1 por ciento de desocupados desorientados o angustiados. Es la cifra más elevada de los últimos 15 años. Más del 30% de los ciudadanos no tiene ingresos suficientes como para satisfacer las necesidades básicas.
El kirchnerismo no abre la boca en temas económicos. ¿Sabrán sus dirigentes todo lo que pasa y lo que les espera? ¿Tan arriesgados son?
Hay información superpuesta, contradictoria e incomprensible. Por ejemplo, un informe del Grupo Adecco indica que el 76 por ciento de las empresas encuestadas ya ofreció aumentos salariales incluso por arriba de los convenios colectivos. Por otra parte, esos mismos empresarios evidencian preocupación por el achicamiento del mercado. Los puestos más vulnerables dice el informe son los vinculados a los vaivenes de la producción o los reclamos o no del mercado. Corren más peligro de perder sus puestos los ingenieros, los dedicados al área comercial y los especialistas en sistemas.
Pero por otro lado hay datos relevados por CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) que hablan de márgenes no muy exagerados de crecimiento de la producción entre los meses de mayo y junio y que las empresas barranca abajo se contrajeron del 62,2 al 50 por ciento en los últimos meses. Al mismo tiempo el 45 por ciento de las industrias señalan tener rentabilidad positiva pero antes hicieron toda una recomposición por el achicamiento del negocio (ese es el dato destacable).
Más allá de todo lo que reina en el mundo empresario es la incertidumbre. Los defensores de las políticas del PRO insisten en que si ganan las elecciones llegarán las inversiones y se comerciará mejor con el exterior. ¿Pero eso sucederá por arte de magia en un mundo que se achica por las guerras arancelarias entre las grandes potencias? El kirchnerismo, por otra parte, no abre la boca en temas económicos. ¿Sabrán sus dirigentes todo lo que pasa y lo que les espera? ¿Tan arriesgados son?
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