Entendiendo el conflicto de los controladores aéreos que afecta vuelos en todo el país

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(Maximiliano Luna)
(Maximiliano Luna)

La estanflación ha golpeado a la mayoría de los argentinos, mas el paro ya no debería ser el camino de las reivindicaciones y mucho menos en medio de transformaciones (y rectificaciones) como las que modificaron las condiciones de trabajo de los controladores de tránsito aéreo de la Argentina y el sistema de aeronavegación nacional.

Es justo recordar que cuando se creó la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), en 2007, los controladores de tránsito pasaron a su órbita, para que, tiempo después y por un planteo gremial, la presidente Cristina Kirchner los militarizara devolviéndolos al ámbito de la Fuerza Aérea Argentina. Fin de los conflictos. Esta situación se mantuvo así hasta la creación por ley de la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA) durante el último tramo del gobierno anterior.

La administración Macri mantuvo lo realizado para dar continuidad al proyecto de establecer un organismo civil que gestionara el tránsito aéreo, de modo que los vuelos fueran más eficientes y operaran con el objetivo de alcanzar estándares de seguridad internacionales. Conforme a la ley 27161, votada por el Congreso en 2016, el personal de los servicios de tránsito aéreo tuvo la opción voluntaria para ingresar a EANA con garantías legales de estabilidad y progreso profesional. Así comenzó una nueva etapa para la aeronavegación.

Con el abogado Agustín Rodríguez Grellet, presidente de la empresa nombrado por el Gobierno anterior y mantenido inicialmente por la actual administración, se reconoció a la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (ATEPSA) como el gremio de los controladores de tránsito aéreo y se firmó el primer convenio colectivo de trabajo. El gremio tenía poco más de cien afiliados. Otros controladores estaban afiliados a la Asociación Personal Técnico Aeronáutico (APTA) y a otros gremios porque ATEPSA arrastraba una historia similar a la de tantos gremios de liderazgos eternos.

Desde hace unos cuantos días los vuelos de todo el país y miles de pasajeros sufren por medidas de fuerza originadas en varios planteos de ATEPSA. Señalaremos los tres más importantes: 1) negociaciones paritarias, 2) despidos de empleados sumariados y 3) cuestionamientos técnicos. Pero los disgustos sindicales encierran otras causas.

La cuestión de los salarios es fácil de discernir y en las últimas horas se ha avanzado en mejoras. Los despidos merecen análisis caso por caso. En los aspectos técnicos, muchos de los reclamos tienen fundamento (falta de inspecciones de ANAC, limitaciones de un sistema vetusto por décadas de falta de inversión y desidia), pero otros no, ya que EANA se encuentra —sobre todo desde la salida de Rodríguez Grellet y el ingreso del piloto profesional e ingeniero Gabriel Giannotti— en plena ejecución de un ambicioso plan de inversiones y rediseño del espacio aéreo. Aquí no se debe perder de vista de dónde se ha partido, en qué situación está hoy el sistema de aeronavegación y el cronograma establecido para alcanzar estándares cualitativamente mejores a los que se tenían.

Remontar la situación ha demandado y demandará tiempo de estudio, planificación y manejo prudente de los recursos; en el primer tramo se cometieron errores serios y vidriosas negociaciones. El modelo elegido por el Gobierno anterior no fue el más adecuado, ya que el mundo admira el sistema privado canadiense, pero la actual administración sostuvo lo que se había hecho y, con errores y aciertos, avanza a un estadio mejor.

Los planes de EANA van más allá de la inversión en infraestructura y comprenden la mejora de las condiciones laborales, entre ellas la reubicación en la función específica del personal, la creación de un plan de carrera, y la capacitación permanente, materia en la que el atraso alcanzaba niveles alarmantes.

Para el Gobierno la empresa se volvió esencial, ya que la denominada "revolución de los aviones" necesitaba una rápida actualización tecnológica para que el crecimiento estuviera ajustadamente dentro de parámetros de seguridad. No es verdad que se vuele en condiciones de alto riesgo ni tampoco que al sistema le sobre demasiado. Se trabaja por mejorar y muchos profesionales están haciendo un enorme esfuerzo personal, por lo que no es justo sembrar el pánico entre los pasajeros que nada saben de aeronavegación.

Ampliando la situación gremial hay cuestiones que no se han ventilado adecuadamente. ATEPSA está en un suspendido proceso de elecciones con internas. La actual dirección del gremio convocó a un congreso extraordinario en el que se modificaron los estatutos. Las nuevas normas habilitarían el voto directo de los afiliados, reemplazando la decisión de delegados y estableció elecciones para el 3 de julio próximo. La Secretaría de Trabajo suspendió esa convocatoria, extendió el mandato de los actuales dirigentes y no aprobó el nuevo estatuto. Para dirigir el gremio se presentaron tres listas: la naranja, relacionada con la gestión anterior; la celeste, muy vinculada a sectores kirchneristas; y la bordó, que fue vetada por no cumplir varios requisitos, uno de ellos el cupo femenino.

El secretario de Trabajo, doctor Lucas Fernández Aparicio, peronista con estrechos vínculos con el ministro Guillermo Dietrich, y factor clave en las negociaciones con los gremios del sector aeronáutico, ha ordenado la realización de un nuevo congreso para elegir la Junta Electoral gremial y ATEPSA presentó un recurso de amparo.

Esta es la situación que hoy afecta los vuelos.

Como es de dominio público, los gremios aeronáuticos no avalan la apertura del mercado aerocomercial que ha permitido incrementar considerablemente el número de pasajeros transportados por avión. Las aerolíneas privadas no están pasando por un buen momento en sus finanzas, por lo que una manera de afectar la política aerocomercial en curso es entorpecer la actividad.

Es hora de que la sensatez considere todo lo que está en juego. Falta mucho por hacer y es mucho lo que se ha hecho.

El autor es director de la revista "Aeromarket", licenciado en Ciencias Políticas y magíster en Economía y Ciencias Políticas. Es investigador asociado de la Fundación Atlas 1853.

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