Los celestes ante la indiferencia política

Por Agustín Caulo

(Maximiliano Luna)

Un comentario en Twitter estos días más o menos decía: "Hubo un apagón y cuando volvió la luz, Amalia Granata era diputada. Como cuando dormí y me desperté con el dólar a 40". Hay procesos que los políticos no logran percibir. Granata logró representar pacífica y democráticamente a un grupo que todos habían ninguneado: 300 mil votantes. Ahora tiene más bancas que Cambiemos en la Cámara de Diputados de Santa Fe.

Hay muchos factores que explican el fenómeno, pero el principal es la indiferencia. Un defecto muy arraigado del establishment político y social, ese "círculo rojo", que actúa como tal: hablan, piensan, viven, negocian entre ellos. Habitan un territorio: la Ciudad de Buenos Aires, tal vez parte del Conurbano. Olvidan, generalmente, a la inmensa mayoría de la gente fuera de ese territorio que tiene otro estilo de vida, otras preocupaciones, otros miedos, otras esperanzas. Dentro del círculo rojo operan también varios grupos de poder. Como el que impulsa el negocio del aborto legal. Saben que ahí se toman las decisiones.

Se genera un problema grave: las prioridades de la clase política no coinciden con las del resto del país. En lugar de los 14 millones de pobres de los cuales 5 millones son niños y adolescentes y que es la principal causa de miles de muertes; en lugar de enfocarnos en las 408 mujeres que mueren por desnutrición o las 636 mujeres que se suicidan, en el "círculo rojo" creen como en un dogma, que hay miles de mujeres muriendo por aborto clandestino. En 2017 fueron 19, casos que deberían haberse evitado si en lugar de promover el aborto, se hubieran enfocado en prevenirlo. Mientras las actrices argentinas y varias influencers desgarran sus pañuelos verdes alimentando aquella ficción, el suicidio, el chagas, la desnutrición o el HIV causan, inadvertidos, 20 veces más muertes de mujeres.

Mientras tanto dentro del círculo rojo el mito abortista cobra más adeptos y se convierte en una burbuja cada vez más verde. Aunque por fuera, en el país real, son una voz minoritaria y disonante: un espectáculo que la gente de la provincia o el conurbano mira perpleja por la televisión o las redes, mientras en su día a día les preocupa llegar a fin de mes, que los atiendan en el hospital, que sus hijos tengan un plato de comida, que no los maten o les roben camino a casa. Les preocupa su familia y su vida.

La crisis de representación es una consecuencia lógica. Dentro de la burbuja todos empiezan a parecerse. Los contornos partidarios se desdibujan y se intercambian cargos y puestos. Empiezan a ser todos lo mismo: peronista-cambiemita-progresista. Hasta el aborto los empieza a unir e incluso les molestan los celestes.

Lo de Cambiemos es paradigmático. A tal punto llega su confusión que están minando las bases de su electorado. La amplia mayoría de su electorado rechaza el aborto. El año pasado se amontonaban para la foto con pañuelos celestes. Fueron el equipo ganador y hoy se avergüenzan. Eligen un candidato a vicepresidente, los dos senadores y los principales diputados de la Ciudad, y la gran mayoría de los de la provincia de Buenos Aires, verdes. No les va a sumar votos verdes. Están pre-aprobando el aborto. Les va a restar cientos de miles de votos celestes. Pero ahora se sienten mejor, más en consonancia con su círculo.

Hasta que llega Amalia Granata, se preocupa por la gente, sus familias, sus vidas y las de sus hijos. Se identifican, recuperan la esperanza y la confianza. Y pinchan la burbuja verde.

Los millones que marchamos el año pasado por las 2 vidas, esperábamos ser reconocidos en estas elecciones. Ante el cierre de listas vemos que los principales partidos ubicaron abortistas en las principales candidaturas. Nos ningunearon. Tal vez se confían en que el miedo nos va a someter a la falsa dialéctica entre Cristina y Mauricio ¿Pero qué miedo nos queda, si ambos fracasaron y nos traicionaron?

Los votantes de las 2 vidas sentimos la fría indiferencia de la clase política. Negar nuestra existencia no resuelve los problemas. Este maltrato invisible, esta forma encubierta de violencia psicológica o nos destruye o nos fortalece.

Somos víctimas de la indiferencia que defendemos a otras víctimas de la indiferencia: los niños por nacer y sus madres. Están matando bebés de 22, 23 y 24 semanas en los hospitales. A las mujeres víctimas del desamparo no ofrecen más que desamparo y dolor. La única forma de terminar con la violencia es no reproducirla. Elegimos la respuesta pacífica de comprometernos con la vida de todos, sin excluidos, sin excepciones.

Todas las organizaciones provida de la sociedad civil junto a evangélicos, católicos y ateos vamos a volver a marchar el 8 de agosto, antes de las PASO, para celebrar el año del triunfo de las dos vidas. También vamos a lanzar una plataforma y vamos a trabajar incansablemente para que se se voten boletas, con o sin corte, con evidentes mayorías de candidatos provida. Para que nuestros gobernantes representen realmente al electorado argentino.

No existen diagonales ni mezclas turquesas. O estás a favor de matar bebés o estás a favor de salvar las dos vidas. Es la diferencia entre los que deshumanizan y los que humanizan el mundo. Y no vamos a salir adelante ni a solucionar la pobreza si seguimos eligiendo políticos que viven en una burbuja, indiferentes con los más vulnerables. Necesitamos gobernantes comprometidos con la vida de cada argentino.

La indiferencia deshumaniza al hombre y causa las más grandes catástrofes humanas. Pero las sociedades siempre generan una respuesta inédita que les permite sobreponerse. Vamos a hacer todo lo posible para ser muchos, y para ser cada vez más, los que sin miedo y elección tras elección, votemos por las 2 Vidas.

El autor es representante de Unidad Provida