¿Los conservadores de la Argentina fueron, además, liberales? A estar a lo dicho por Emilio J. Hardoy, sí. Siempre decía, con sorna: "Los conservadores son liberales que hacen política". A estar a lo dicho por Álvaro Alsogaray, también. ¿Qué pasó que llevaron un nombre y otro? Vayamos por partes.
Julio Argentino Roca, principal exponente tanto de la generación del 80 como de la "oligarquía vacuna", fue un liberal en su gobierno, aunque a la historia ingresara como un conservador. Es que, en ese tiempo, todos eran liberales (menos José Manuel de Estrada y Cía.). Bartolomé Mitre fundó un partido que llevó ese nombre, pero Adolfo Alsina (que era su antagonista eterno), a quien los conservadores de la Argentina atribuyen ser el fundador de ese partido político, se proclamaba liberal (y por cierto lo era).
Diferencia histórica
El problema de la separación entre conservadores y liberales nace en Francia, en la época de la revolución. Los liberales querían llevar la revolución a todos los estamentos del Estado (y por eso también se llamaban "radicales") y los conservadores pretendían limitarla a lo estrictamente necesario.
No debía hacerse contra el trono y el altar. Ambos participaban de igual respeto por la libertad, pero se dividieron en girondinos (conservadores) y jacobinos (liberales, o radicales o del terror —de allí la expresión "terrorista"— con su líder: Robespierre). Unos se situaron a la derecha de la presidencia y otros a su izquierda (de ahí la división política entre quienes pretenden cambiarlo todo y los que desean reemplazar solo aquello que no funciona o funciona mal). Pronto ocurrió como siempre pasa: los jacobinos comenzaron a realizar excesos, que comprometieron el prestigio de la revolución.
Esta pasó a la historia por el terror, la guillotina y la ejecución del rey; no por la sanción de una norma por la que era imposible llevar a juicio a un sujeto sin una ley anterior al hecho punible, norma en torno a la cual estuvieron de acuerdo liberales y conservadores. En el ancien régime esto no ocurría, y conservadores y liberales coincidieron en establecer ese principio que después fue adoptado por todas las naciones civilizadas (salvo aquellas que lo proclaman pero no lo aplican).
La tradición
Como corresponde a personas inspiradas en Voltaire o Rousseau, los liberales —patrocinando a la razón— piensan que la tradición es una rémora. Los conservadores, pragmáticos, sostienen que la tradición sirve al hombre al recordarle sus deberes con el pasado.
Dios
Además de la diferencia en cuanto a la intensidad de la revolución, liberales y conservadores discreparon en otro aspecto: el filosófico. Como buenos discípulos de Rousseau y de Voltaire, los liberales solo entendían lo que pudiera razonarse. Los conservadores —poseedores de una visión teocéntrica del universo— pensaban en Dios como el autor único de todas las cosas que existen en el mundo.
Conservadores y liberales en la Argentina
En 1904 adquirió ribetes descomunales el enfrentamiento entre Carlos Pellegrini y Roca, demostrando que el comportamiento con respecto a la deuda había sido un pretexto, del que el segundo salió mal parado (al menos para los pellegrinistas). El verdadero enfrentamiento estaba situado en la naturaleza del partido que debía gobernar a la república. Roca pensaba que debía "arreglarse" con cada provincia en particular, según quien tuviera la "situación" controlada. Pellegrini, en cambio, quería un "partido nacional", como el radicalismo, capaz de ganar elecciones y de perderlas.
Roca no creía que el Partido Autonomista Nacional (PAN) fuera una fuerza nacional capaz de lograr a lo largo y ancho del país la imposición de sus ideas. Pellegrini sí y lamentaba que el PAN perteneciera a la historia, al pasado.
La confrontación se aclaró poco después que Pellegrini pronunciara su "mensaje" del Odeón y fracasara su promoción a la presidencia.
Una vez retornando de un viaje a Coronel Pringles, Hernán Cortés —un dirigente conservador de la provincia— le preguntó a Hardoy: "Por qué los fundadores del partido habían elegido ese nombre", el de Conservadores. Le respondió: "Porque era un nombre con un gran prestigio. Era el que gobernaba en Gran Bretaña".
Fueron los fundadores de ese partido, el general Bosch, los hermanos Hernández (Rafael y este último, el autor del Martín Fierro) y Máximo Paz (entre otros). En Mendoza se llamó Partido Liberal y la misma denominación tuvo en San Luis.
Los entrerrianos, lo mismo que los capitalinos, no tuvieron empacho en que los confundieran con los de Buenos Aires. Lo mismo pasó en Catamarca.
La revolución de 1930, para tener un heredero, "obligó" a la derecha argentina a formar un partido nacional. Este se formó (entre otros) con el Partido Conservador de Buenos Aires, y los partidos liberales de Mendoza y San Luis, y el Partido Demócrata de Córdoba.
El de Buenos Aires "tiñó" al nuevo partido. Era esa provincia, y continúa siendo, el principal distrito electoral de la nación y como los gobiernos que se instalaron en el país fueron con fraude a los electores y donde se llevó a cabo fue en el más nutrido de los distritos, es obvio que sobre los conservadores de Buenos Aires haya pesado una cuota mayor de desafío.
Sus dirigentes han tratado de cambiarle el nombre, pero vanamente. Se llamó Partido Demócrata, Partido Demócrata Conservador, nuevamente Conservador, Unión Conservadora, Nueva Fuerza…
Estaban entre los dirigentes conservadores más importantes de Buenos Aires quienes tenían una impronta de carácter liberal: Santamarina y B. de Miguel, los que llevaron a cabo conversaciones secretas con Marcelo T. de Alvear, que se resumían en:
-Se iba a seguir con misma la política económica. No habría ninguna represalia contra los que habían hecho fraude.
-A cambio se le permitiría a Alvear ir a elecciones.
Con esta solución estaba de acuerdo don Robustiano Patrón Costas, que era el candidato del PDN y aspiraba a llegar a la Presidencia sin fraude.
Llegó a su fin la administración del general Justo y asumió Roberto Marcelino Ortiz (radical antipersonalista) y Ramón S. Castillo (conservador, de Catamarca). Influyó mucho la política exterior, sobre todo la guerra mundial; las agrupaciones de extrema derecha mostraban un gran éxito en Europa y eso influía en el resto del mundo.
Alvear y Justo murieron en enero y marzo de 1943. Esa circunstancia, sumada a la influencia que tenía el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) en el Ejército, le allanó el camino al general Juan Domingo Perón (Justo ejercía un dominio completo sobre aquella fuerza). Los triunfos iniciales de los ejércitos alemanes en la Segunda Guerra Mundial envalentonaron a los militares argentinos que se lanzaron a una equivocada jugada política.
Después de un tiempo lo comprendí a Hardoy cuando, en el 50º aniversario de la muerte de Alvear, dijo: "Vengo en nombre de los conservadores a pedirle perdón al caballero Marcelo de Alvear por impedirle participar en las elecciones de 1931". La Cámara Electoral no le permitió —voto del doctor González Calderón— participar porque no había pasado un período desde que fue presidente.