Sigamos promoviendo la igualdad de género

(Getty Images)

La igualdad de género no es algo que solamente se deba debatir o comentar. Los avances hacia esa meta —que como varón comparto y promuevo— deben verse en los hechos, en la vida cotidiana de las organizaciones, las empresas y el Estado. Las respuestas culturales que damos frente a los dilemas que se presentan día a día a veces son tanto o más importantes que las pautas reguladas o establecidas por una normativa. Los cupos o la paridad fuerzan por razones positivas una relación de mayor igualdad, pero luego hay infinidad de situaciones en las que se pone a prueba si estamos derribando mitos y prejuicios o no.

En mi trabajo como intendente me cruzo muy habitualmente con estas situaciones. Erica Borda vino a verme hace poco y me contó su historia: es vecina de Villa Bosch y ha sido la cara de una demanda judicial contra varias líneas de colectivos, en la que obtuvo un fallo positivo por discriminación y terminó primera en un registro de choferes mujeres que confeccionó la Secretaría de Trabajo. Erica fue colectivera y, cuando quiso volver a trabajar, se encontró una y otra vez con la misma respuesta: "No contratamos mujeres". A pesar de ser idónea, de tener experiencia y registro profesional, chocaba contra los prejuicios de las empresas y sindicatos del transporte. He allí una barrera cultural imperceptible pero poderosa que hace que personas como Erica no tengan una oportunidad por ser mujer. Estamos trabajando con funcionarios de Transporte y de Trabajo para que esto se resuelva y empiece a ser natural poder contratar a una mujer.

Varias veces se me acercaron mujeres que quieren ser bomberas voluntarias, pero se encuentran que en muchos cuarteles no hay lugar para mujeres. Los bomberos son héroes anónimos, vecinos solidarios que se comprometen con el prójimo en momentos límite. Como otras organizaciones sociales, no tienen el equipamiento y la infraestructura preparados para la igualdad (desde ya deberían separar baños y vestuarios), y a veces demoran estas adecuaciones e indirectamente retrasan el ingreso de mujeres a este ámbito socialmente tan valioso. Hace poco recibí a directivos de Bomberos Voluntarios de Tres de Febrero y conversamos el tema, y les pedí que empezaran a diseñar un plan gradual que permita avanzar hacia la igualdad en esta tarea también.

En mis decisiones cotidianas hay muchas oportunidades de frenar o acelerar el proceso hacia la igualdad de género. Por ejemplo, en las contrataciones de agentes de tránsito (que deben capacitarse y manejar motos) o en la presencia de mujeres en áreas no tan asociadas con lo femenino (como Obras o el Tribunal de Faltas). Hoy el equipo municipal de Tres de Febrero tiene 56% de mujeres en cuanto a la planta total, 45% en cargos de gestión (secretarías, subsecretarías y direcciones), y una situación de igualdad en cuanto a quienes conducen áreas del gabinete (6 mujeres y 6 varones). Esto no es producto de un cupo sino una decisión política basada en idoneidad y capacidad.

En general, detrás de las dificultades para avanzar de las mujeres hay pautas culturales discriminatorias o las dificultades para compatibilizar trabajo y hogar, que pueden agravarse si no hay una mirada integradora de quien decide. Un caso que me marcó es cuando ofrecí a una mujer hacerse cargo de una secretaría importante y me dijo: "Me encanta pero me voy a casar y quiero ser madre, no sé si te conviene o si podré cumplirte". Por supuesto que la alenté a tomar la responsabilidad, le aclaré que iba a poder dedicar el tiempo necesario a su familia y que estaba seguro de que iba a poder con ambas tareas. Aceptó el cargo, hoy es una gran secretaria de Educación y Cultura, su hija ya tiene un año y pudimos, juntos, hacer compatible su vocación de servicio y las ganas de ser mamá. Casos así he tenido muchos en estos tres años de gestión.

Las mujeres necesitan que las acompañemos y les propongamos mayor compatibilidad entre el trabajo y la maternidad, si así lo decidieran. Los ambientes laborales deben ser diversos y creativos, comprensivos de esta lucha por la igualdad, sin perder foco en los objetivos que debemos conseguir. Los varones que podemos, debemos ayudar a que las mujeres se animen a romper sus propios límites, a no tener que elegir "entre" una vocación y los hijos.

Por otro lado, contra el sentido común tradicional, cabe mencionar que los hijos que crecen con mamás que trabajan se ven beneficiados. Les hace bien ver ese modelo femenino. Un estudio de la Universidad de Harvard sobre 100 mil casos en 29 países nos deja conclusiones interesantes: de adultas, las niñas hijas de madres que trabajan son más exitosas profesionalmente y tienden a acceder a un empleo mejor remunerado. De adultos, los niños hijos de madres que trabajan se involucran más en el cuidado del hogar y tienen ideas más igualitarias sobre los roles de género (y tienden a elegir parejas que también trabajan). Las mamás que trabajan enseñan a sus hijas que es posible manejar a la vez la maternidad y el trabajo, y las animan a seguir su vocación. Según el estudio, hay evidencias de que empoderar a las madres en su rol da mayor confianza tanto a ellas como a sus hijos.

Por último, y no menos importante, la evidencia señala que los hijos de mamás que trabajan son tan felices como los hijos de madres a tiempo completo. Sin dudas, la felicidad es un sentimiento difícil de mesurar, pero el estudio parece demostrar que las mujeres que trabajan están lejos de causar un daño a sus hijos, más bien lo contrario. En conclusión, es más importante la calidad del tiempo que pasan juntos que el tiempo en sí mismo, es más importante tener relaciones sanas y llenas de amor, y no la cantidad de horas compartidas.

Comparto el estudio de Harvard y hago mío el lema del Día Internacional de la Mujer 2019: ¨Pensemos en igualdad¨.

El autor es intendente de Tres de Febrero. Periodista y escritor.