Mauricio Macri, el ministro Nicolás Dujovne y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, lo consiguieron, después de mucha insistencia. Los tres, cada uno en su nivel de interlocución, lograron vencer la última reticencia del directorio del Fondo Monetario Internacional a que se usaran las reservas para controlar el precio del dólar. Fue una llamada "política" al más alto nivel del jefe de Estado lo que habría terminado de trabar la gestión.
Aunque parezca mentira, e implique tanto contraste con los ataques y las críticas que recibe en su país, todavía Macri puede levantar el teléfono y hablar con Donald Trump, con el presidente de China, o con los líderes de Canadá, de Francia, de Brasil, y de cualquier país del mundo cuyos mandatarios lo hayan conocido y establecido un vínculo de confianza.
A partir de ahora mismo ya no habrá más "flotación libre". Por suerte para los deseos de gobierno, se terminó la "zona de no intervención" delimitada por "las bandas". Para ponerlo en términos más claros todavía: les desataron las manos al Banco Central para gastar todos los dólares que sean necesarios y así frenar una eventual corrida o para evitar estos saltos como los de la semana pasada que llevaron al tipo de cambio a aumentar casi un diez por ciento.
¿De que habría convencido Macri a Trump o a alguien muy cercano al presidente de los Estados Unidos? De que Argentina es un país un poco raro, donde la economía en general y el sistema financiero, el dólar y la inflación en particular, funcionan distinto que en cualquier otro país del mundo. Y que por eso se necesitan herramientas un poco más sofisticadas y que no se encuentran en el manual de protocolo del Fondo Monetario ni de ninguna planilla Excel de cualquier fondo de Inversión.
Macri, Dujovne y Sandleris convencieron al directorio del Fondo que la vulnerabilidad de la economía argentina no se explica solo por el déficit acumulado, la inflación histórica que llegó a más de un 60 por ciento en los últimos 80 años ni el comportamiento perverso de los formadores de precios, sino también por la conducta indexatoria del resto de la sociedad, y de la cultura populista profundamente arraigada en buena parte de la población.
A esta herramienta que acaba de conseguir el central la pedían la mayoría de los expertos que saben de economía real y de cómo funciona el sistema financiero argentino. Desde Carlos Melconián hasta Martín Redrado. No se sabe si alcanzará para mantener al dólar calmo, bajar la inflación aunque sea de manera leve pero constante y lograr así la tan ansiada reelección del actual Presidente. Sí se sabe que el Gobierno la recibió como una de las mejores noticias del año. Como si fuera una de las llaves mágicas para garantizar el triunfo de Cambiemos y la posibilidad de que Cristina Kirchner no vuelva más.