El clan Kirchner, blindado ante la ley

Los Kirchner tendrán su película. No sabemos cuándo, ni quién la dirigirá, ni qué actores los interpretarán. Pero es un hecho. ¿Qué director podría sustraerse a la tentación de contar semejante historia? Los clanes familiares delictivos son un género del cine. Desde Mamá sangrienta, de Roger Corman, pasando por La banda de los Grissom, de Robert Aldrich, La matanza de Texas, El despertar del diablo, Los Kray, Los Borgia, Clan salvaje, hasta El clan, de Pablo Trapero, el cine ha relatado la extraña existencia de las familias dedicadas al crimen.

Hagamos la presentación formal de los miembros del clan Kirchner en el clásico retrato de frente y de perfil:

Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, edad: 66 años, estatura: 1, 63 m, alias: la Jefa, señas particulares: una cicatriz en el cuello. Ocupación: abogada exitosa, empresaria hotelera, ex Presidenta de la Nación, senadora nacional.

Máximo Carlos Kirchner, edad: 42 años, profesión: ninguna, estatura: 1, 82 m, señas particulares: una cicatriz en la rodilla. Ocupación: empresario hotelero. Diputado nacional.

Florencia Kirchner, edad: 28 años, ocupación: empresaria hotelera, señas particulares: ninguna. Lugar de residencia: La Habana, Cuba.

Alicia Kirchner, edad: 72 años, ocupación: gobernadora de la provincia de Santa Cruz, señas particulares: ninguna.

Carlos Kirchner, ocupación: ex subsecretario de Coordinación de Obra Pública Federal. Lugar de residencia: Penal de Ezeiza, provincia de Buenos Aires.

Romina Mercado, edad: 44 años, profesión: abogada. Ocupación: empresaria hotelera. Procuradora letrada de la fiscalía de Estado de Santa Cruz.

Rocío García, edad: 43 años, profesión: odontóloga, ministra de Salud de Santa Cruz, a cargo del plan sanitario Argentina Sonríe. Ex esposa de Máximo Kirchner.

Este es el clan primario, apenas el núcleo familiar; el clan extendido incluye a parientes más o menos cercanos, más o menos lejanos, amigos, testaferros y favorecedores. Pero, lejos de las inciertas lealtades políticas, el clan se ha mantenido fiel gracias al sólido aglutinante de la sangre.

Hagamos ahora un recorrido sumario por el prontuario y la suerte judicial de los principales miembros del clan:

Cristina Kirchner carga con once procesamientos, cinco pedidos de prisión preventiva y cinco causas elevadas a juicio oral. La única razón por la que la líder del clan aún está en libertad es la complicidad del Senado de la Nación, que ha decidido sostenerle los fueros que no han sido concebidos para mantener la impunidad ante un delito.

Igual que su madre, Máximo Kirchner, el primogénito del clan, está cubierto por la protección que le otorgan los fueros como diputado. Está procesado por el presunto lavado de 80 millones de pesos. El hijo de la senadora acumula tres expedientes judiciales en su contra. En dos de ellos, el caso Los Sauces y Hotesur, tiene procesamiento efectivo.

Florencia Kirchner está procesada por los mismos delitos. El juez federal Julián Ercolini cerró la investigación por lavado de activos en su contra y envió el expediente a un Tribunal Oral para que se someta a juicio el caso en el que se investigan las maniobras de lavado mediante el alquiler de hoteles. En medio de estas desventuras judiciales aparecieron, de repente, las inverosímiles dolencias de la hija de la jefa del clan, quien, casualmente, no cuenta con fueros. El tratamiento en Cuba no es ni más ni menos que una fuga. Una torpe y amañada fuga de la Justicia argentina. Una huida pergeñada con los recursos emocionales y cinematográficos plasmados en un vergonzoso clip en el que la líder del clan se declara perseguida política.

Como en las mejores películas del género, los miembros de clan, sobre todo los más encumbrados, son difíciles de atrapar. No solo porque han sabido ocultar una doble vida, sino porque cuentan con todos los recursos para ser inasibles. En primer lugar, los recursos emocionales: saben cómo mantener la lealtad de aquellos que están dispuestos a quemarse las manos en la hoguera de la candidez. Saben cómo mantener encendido el fanatismo ciego ante todas las evidencias. Cuentan, también, con inconmensurables recursos económicos para mantener el control de los mecanismos de los estamentos del Estado que administran la Justicia y, sobre todo, la injusticia. Cuentan con el recurso de la extorsión hacia quienes se beneficiaron con sus crímenes y, sobre todo, con el inestimable recurso del miedo: "Hay que tenerle miedo a Dios y un poquito a mí", resuena en los oídos de todos aquellos que conocen el mecanismo por dentro. Y, como si fuera poco, cuentan con la complicidad suicida de un gobierno que ha decidido mantener con vida al clan para rivalizar con el fantasma de un pasado aterrador. Jaime Durán Barba y Marcos Peña deberían releer la monumental obra de Mary Shelley: Frankenstein o el moderno Prometeo.

La verdad y la verosimilitud no suelen coincidir en la literatura, el cine ni en la política. Aunque parezca increíble, hoy el clan tiene más posibilidades que nunca de volver. La podemos ver a la temible Ma Baker afilando el cuchillo en la piedra, mientras prepara a sus hijos para que regresen al ruedo: "Vamos por todo… por todo", susurra mientras comprueba el filo con la yema del dedo.

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