En algunos balances de los últimos tres años sobre los cambios logrados en la Argentina, suele sugerirse que se avanzó en un cambio cultural profundo de fortalecimiento institucional, de consolidación de la democracia y la república pero que hubo decisiones erróneas en el campo de la economía. Así, la libertad de expresión, las instituciones públicas transparentes, el pleno respeto a la independencia judicial, entre otros logros, se contrastan con un supuesto desacierto en el rumbo económico.
No coincido con esta perspectiva y tampoco veo contradicción entre ambas dimensiones del análisis. El conjunto de medidas económicas adoptadas son las únicas posibles para sentar las bases del desarrollo de nuestro país. Las correcciones económicas que deben aplicarse a un sistema obsoleto y distorsionado como el que la Argentina viene arrastrando hace décadas suelen no ser populares ni brindar resultados inmediatos.
Cuando se quiere cambiar un país en serio, los procesos de reforma son profundos y llevan tiempo. Y que lleve tiempo no significa que no puedan rendir sus frutos.
¿Cuáles son algunas de las bases económicas imprescindibles construidas en estos años?
-Lograr el equilibro fiscal: como nunca antes, y con un enorme sentido de la responsabilidad, el presidente Mauricio Macri dio prioridad al saneamiento de las cuentas públicas, incluso a costa de su propia popularidad. Son pocos los políticos que se animan a tomar este tipo de decisiones poniendo la política al servicio de la gente y no de sus propios intereses. Y el resultado fue positivo: en enero 2019, el superávit primario alcanzó los 16.658 millones de pesos y fue un 324% mayor al de enero de 2018.
-Abrirnos y reinsertarnos al mundo: no hay desarrollo viable sin inserción internacional. El mercado interno no es suficiente, no alcanza el umbral necesario para otorgar sustentabilidad a proyectos de carácter cerrado. El enorme esfuerzo de los pequeños, medianos y grandes exportadores ya está dando sus frutos: desde septiembre de 2018 se registra superávit en la balanza comercial.
Claro que lleva tiempo convertir a una pyme en una empresa exportadora sólida. Por eso, estamos poniendo a disposición todas las herramientas para facilitar ese crecimiento y multiplicar las ventas externas para 2030. No hay dudas de que el dinamismo exportador genera ingreso de divisas legítimo y trabajo de calidad para los argentinos.
OTRA OPINIÓN: "La economía macrista es un fracaso rotundo. La miopía ideologíca del Gobierno podría empeorarla", de Alejandro Vanoli
-Desarrollo de la infraestructura: la Argentina productiva necesita una red de transporte multimodal eficiente. Es inaceptable que en la Argentina un productor de limones de Tucumán pague el flete más caro para llegar al puerto de Buenos Aires que para llegar a China en barco. Lo estamos ayudando a ser competitivo avanzando con obras portuarias, con la modernización de los trenes de carga, la recuperación de los puentes ferroviarios y la revolución de los aviones.
-Simplificación productiva: el Presidente y su Gobierno estamos comprometidos en hacerles el camino más fácil a quienes generan oportunidades de crecimiento. Estamos desburocratizando los procesos para que quienes quieran exportar, instalar nuevas empresas en el país o contratar personal lo hagan más simple. El programa Exporta Simple y la Ventanilla Única son dos ejemplos claros que nos alejan de un sistema caduco que estaba diseñado para trabar nuestras ventas y oportunidades de desarrollo.
-Dar previsibilidad: Un horizonte predecible en el mediano plazo es imprescindible para generar confianza. Y la confianza trae desarrollo.
-Mayor competitividad: superamos un esquema de corto plazo, sin estrategia de fondo y basado casi exclusivamente en la variable cambiaria. Los resultados del Plan Productivo Nacional tendrán repercusiones sistémicas que facilitarán la integración completa del país en las cadenas globales de valor.
Estas son apenas algunas medidas de un proyecto económico integral que es inseparable del aumento de la calidad institucional. No hay uno sin el otro: un gobierno sin transparencia, que roba, con altos índices de corrupción o sin independencia de poderes no puede generar una propuesta económica sustentable.
Hoy, más allá de los desafíos externos que generaron demoras en los resultados económicos, la economía tiene bases sólidas para crecer en serio y traer prosperidad para el futuro de los argentinos.
Ver estos avances no implica desconocer las dificultades económicas que está atravesando buena parte de los argentinos. Las reconocemos y trabajamos todos los días para superarlas. Pero no existen fórmulas mágicas para salir del atraso. Los grandes centros académicos globales analizan los últimos 70 años de la historia económica de nuestro país como un caso extraordinario de acumulación de fracasos.
Tengo la convicción de que, en el mediano plazo, cuando estas mismas usinas intelectuales interpreten el presente, verán que este momento que estamos atravesando es un verdadero punto de inflexión, el período en el que se sentaron las bases para construir un país en serio y colocar a la Argentina en el camino del desarrollo.
El autor es secretario de Relaciones Económicas Internacionales.