La lengua de Macri, Cristina y el rey

Es preferible guardar la lengua y parecer tonto que mostrarla y despejar las dudas, podría parafrasearse a Groucho Marx. En efecto, el Congreso de la Lengua que tiene lugar en Córdoba ha sido el escenario de una exhibición de lenguas largas y confundidas. El rey de España, Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, cumplió una vieja profecía de Jorge Luis Borges, quien cierta vez presagió: "Creo que a la larga, yo voy a figurar en la historia de la literatura como José Luis Borges". Pero una cosa es que lo diga el propio autor de El Aleph con aquel humor antiheroico que lo caracterizaba y otra es que semejante errata la cometa el monarca de la Corona en el Congreso de la Lengua en la que pretende imperar: "Vuestro José Luis Borges dejó escrito que el idioma no es solo un instrumento de comunicación sino una tradición y un destino". Es difícil encontrar en Borges una cita laudatoria del idioma. Borges abominaba de todo nacionalismo, incluso el de la lengua: "El hecho es que el idioma español adolece de varias imperfecciones, pero no de la imperfección que sus torpes vindicadores le achacan: la dificultad. El español es facilísimo. Sólo los españoles lo juzgan arduo", escribió.

No menos arduo le resultó articular el discurso al presidente argentino, quien, entre otras cosas, dijo que en varios países de América Latina y España se hablaba "un mismo idioma" y, de este modo, borró de un plumazo las 250 lenguas que se hablan en los distintos países de Iberoamérica, y los cerca de veinte idiomas y dialectos de España. Este olvido le valió a Mauricio Macri el reproche del Colegio de Graduados en Antropología de la República Argentina. En un comunicado, le hizo ver la grave omisión que ignora los derechos de los pueblos originarios consagrados en "las reformas constitucionales y en legislaciones que tuvieron lugar en la región a fines del siglo pasado".

Tal vez a causa de esa dificultad con la lengua, Macri descargó el peso del anuncio de la cifra de pobreza en las espaldas de Carolina Stanley y Dante Sica, quienes no encontraron palabras para defender semejantes números: pobreza, 32%; indigencia, 6,7 %, justo el día en que el dólar arañaba los 45 pesos y en las vísperas de un aumento del gas del 29%, en un marco de baja del consumo y de la producción.

No solo estuvieron las lenguas del rey y Mauricio Macri en el Congreso. También se hizo presente la lengua de Cristina Kirchner. Es conocido el afán que pone Jaime Durán Barba para que nadie se olvide de la ex Presidenta. Acaso por ese motivo, el devaluado ex ministro de Cultura, ahora descendido a secretario, se ocupó de que no estuviesen ausentes los ecos altisonantes de la voz crispada de Cristina. Pablo Avelluto es el embajador del kirchnerismo en el gobierno. No solo exhibe en las paredes de su ministerio primorosos retratos de los actores de las tres A (Asociación Argentina de Actores), sino que se ocupa personalmente de que nunca falte una nutrida delegación de "intelectuales" kirchneristas en cada uno de los acontecimientos culturales de la Argentina o en cualquier otro lugar del mundo. De hecho, la voz libertaria de los hombres de Carta Abierta estará presente en casi todas las mesas de debate del Congreso de la Lengua. Los bolivarianos locales han tenido la oportunidad de desafiar al rey y al presidente en sus propias barbas. El secretario de Cultura una y otra vez pretende ganarse el corazón de la tropa kirchnerista con premios, viajes, palestras, invitaciones a congresos, espacios rentados en medios públicos, pasajes a Frankfurt, Madrid y Guadalajara, pero solo obtiene a cambio perfidia y desdén. Las huestes de Cristina compiten para ver quién lo insulta con más desprecio: "¡Cínico!", "¡mentiroso!", le gritaban sus propios invitados al impedirle hablar cuando intentó hacer uso de la palabra en la inauguración de la ceremonia de apertura del Festival de Cine de Mar del Plata. Lo mismo le sucedió unos meses después, cuando sus amados kirchneristas le coparon el escenario de la Feria del Libro y le impidieron dar el discurso inaugural. Pero él, con el corazón roto, insiste en la certeza de que logrará el amor de la secta. Alguien debería hacerle ver al apasionado Avelluto que las costosas joyas con las que pretende seducir a las doncellas barbadas de Carta Abierta las pagan los contribuyentes.

La lengua contiene a la política y a los políticos. De hecho, los discursos del rey de España, Macri y Cristina Kirchner a través de la boca de Avelluto y sus "cartos", tal como se autodenominan los integrantes de Carta Abierta, son discursos fuertemente políticos. Y, a la inversa, cada vez que los dirigentes hacen política, le rinden un tributo al idioma. ¿Qué tragedia arrasó a este país que pasó del discurso de Sarmiento, que proclamaba con poética razón "Los discípulos son la mejor biografía del maestro", al "Estoy caliente y no aguanto más" de Macri? ¿Qué sucedió en la Argentina que pasó del "Solo se aprende a pensar pensando; a trabajar, trabajando; y a ser libre usando siempre la libertad" de Nicolás Avellaneda al "Solo hay que temer a Dios, un poquito a mí también" de Cristina Kirchner? ¿Qué aluvión arrasó esta tierra que pasamos del "No tengo más ensueño que la nación como síntesis del bien de todos" de Yrigoyen al "Cuando veo estas cajas… ¡Éxtasis!" de Néstor Kirchner? ¿Qué maldición nos tocó para ir desde "La paz es la suprema conquista que propicia el progreso cierto" de Arturo Illia al "¡Si quieren venir, que vengan, les presentaremos batalla!" de Leopoldo Galtieri? O, siguiendo con Illia, ¿cómo hemos pasado del "Para ser útil hay que ser austero, desinteresado y modesto" a "La Ferrari es mía", de Carlos Menem? ¿Cómo es que han sido pronunciadas en un mismo país la frase "En vez de guardar las urnas, los militares deben guardar mejor el patrimonio nacional y los derechos humanos" de Raúl Alfonsín y "Los argentinos somos derechos y humanos" de Videla? ¿Qué mal rayo nos ha caído para pasar del alegato de Mariano Moreno: "El fanatismo y el embrutecimiento harán la divisa de los pueblos y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria" a "El peronismo triunfará conmigo o sinmigo" de Herminio Iglesias?

Triste paisaje en un país como el nuestro en el que las lenguas nobles han sido solitarias y únicas, mientras las malas lenguas, como la de las serpientes, siguen siendo bífidas.