Esta semana nuestro país será anfitrión de la Segunda Conferencia de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre la Cooperación Sur-Sur (PABA+40). Este evento, que se realiza 40 años después de la adopción del Plan de Acción de Buenos Aires, se da en un marco de grave crisis del multilateralismo y del proceso de integración regional, dos pilares básicos para poder desarrollar con éxito la cooperación sur-sur y triangular.
La política exterior argentina, a partir del año 2003, tuvo entre sus prioridades la cooperación sur-sur y triangular, entendiéndola como una herramienta estratégica para profundizar las relaciones bilaterales, la integración regional y la asociación solidaria con otros países en desarrollo.
Esta forma cooperativa de vinculación con el mundo tiene como horizonte la consolidación de un orden mundial más equilibrado, equitativo, multilateral y respetuoso de las decisiones soberanas.
En un mundo que tiene entre sus mayores desafíos trabajar para reducir la creciente desigualdad y las asimetrías, tanto regionales como globales, la cooperación sur-sur constituye una política imprescindible para tales fines, porque permite un proceso de intercambio de sus mejores políticas públicas, mediante un trabajo horizontal, conjunto y consensuado.
En las últimas décadas la dinámica de las relaciones internacionales, tanto a nivel global como regional, llevó a los países en desarrollo a incrementar la cooperación horizontal y triangular entre países de igual o menor desarrollo relativo con el objetivo de coordinar acciones para afrontar los desafíos de transformación productiva, mediante transferencia de tecnología, apertura de nuevos mercados, educación y formación de recursos humanos, y otros temas centrales para el desarrollo.
La Argentina, a lo largo de los años, se constituyó en un importante actor y referente regional por la calidad de acciones realizadas, fundamentalmente a través del Fondo Argentino de Cooperación Horizontal (FO-AR), cuya creación tengo el orgullo de haber impulsado en el año 1991, cuando me desempeñaba como director de Organismos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
La creación del FO-AR respondió a la necesidad de establecer y consolidar asociaciones para el desarrollo con otros países según sus estrategias y sus prioridades nacionales, fortalecer ámbitos y mecanismos capaces de promover el intercambio de conocimientos, tecnologías y mejores prácticas, así como desarrollar metodologías e instrumentos para dinamizar los procesos de asistencia técnica, financiando el envío de expertos argentinos al exterior.
En el año 2003, en el marco de una política exterior que volvió a poner entre sus prioridades la defensa del interés nacional, la integración regional y la defensa del multilateralismo, decidimos profundizar los vínculos y las acciones de cooperación con los países latinoamericanos, que en conjunto representaban un mercado para casi el 40% de nuestras exportaciones y el principal destino de los bienes industriales.
Esta política de integración no solo multiplicó las acciones argentinas en la región en áreas estratégicas como administración y gobernabilidad, desarrollo sustentable y derechos humanos, sino que también nos permitió llegar por primera vez a algunos países de Centroamérica y el Caribe.
Asimismo desarrollamos acciones con otras regiones como Asia y África, y formalizamos relaciones triangulares dirigidas a colaborar con terceros países de menor o igual desarrollo relativo, asociando al FO-AR con organismos internacionales y otros países.
En el plano global contribuimos a profundizar la política de cooperación impulsando el fortalecimiento del multilateralismo en los diversos foros de discusión, con el objetivo de consensuar posiciones capaces de garantizar una cooperación norte-sur más efectiva y alineada con los intereses de los países en desarrollo.
En resumen, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner la cooperación sur-sur de la Argentina en el ámbito bilateral experimentó una notable mejora tanto cualitativa como cuantitativa. Durante el período 2003-2015 se vieron incrementados los recursos, los proyectos, los países, las regiones y las instituciones argentinas involucradas, al tiempo que se prolongó la extensión de las acciones. Esta política se implementó a través de más de mil proyectos de cooperación técnica que requirieron de la realización de alrededor de cuatro mil misiones de expertos, significando un importante aumento respecto de la actividad media desarrollada por el FO.AR hasta el año 2003.
Resulta paradójico que el país anfitrión de la conferencia haya reducido de manera sensible el presupuesto destinado al área cooperación internacional y, por ende, el número e importancia de las acciones. La política exterior del Gobierno de Cambiemos parece ignorar el papel clave que cumple la cooperación sur-sur en el plano bilateral, regional y global. Existe un importante consenso respecto a los beneficios que conlleva este mecanismo de integración, que ha ido ganando importancia a lo largo de los últimos años a nivel global debido a la creciente complejidad de los problemas y los desafíos que afrontamos los países en desarrollo.
Esta conferencia constituye una excelente oportunidad para que la Cancillería revise su actual política de cooperación, y retome un enfoque que promueva más y mejores aportes para alcanzar las metas del desarrollo y la superación de la pobreza tanto a nivel regional como global.
El autor es ex canciller.