Es esta la era en que las mujeres incrementamos nuestro poder de decisión, a pesar de las aún sostenidas desigualdades, tenemos que estar a la altura del momento histórico. Siempre atentas y alegres por lo que las luchas feministas lograron a lo largo de la historia.
Será una jornada de reflexión, de fortalecimiento de demandas, visibilizaremos los conflictos y las deudas que la sociedad toda tiene con el colectivo de mujeres.
Un tema que es preciso volver a resaltar este 8 de marzo es que el aborto efectivamente existe, en todos los sectores sociales y en los diferentes grupos etarios. El aborto no es una problemática únicamente adolescente y no es solo un problema de las mujeres que menos tienen.
No estar a favor del aborto legal es estar a favor del aborto clandestino. El aborto legal es un derecho que el colectivo de mujeres exige para sí. Por eso lo acompaño, no importa si pensaste en abortar alguna vez o nunca lo harías, incluso si no estás a favor del aborto podés acompañar esta campaña. Seguiré sosteniendo, hasta que sea ley, que ampliar derechos para las mujeres es mejorar nuestro lugar en la sociedad.
Hoy el control sobre los cuerpos de las mujeres obliga a una niña a gestar luego de una violación, demorando el cumplimiento de su derecho a la interrupción legal del embarazo. La violencia de género es el síntoma de una sociedad enferma, precaria en su posibilidad de vivir en comunidad.
Somos las mujeres quienes estamos haciendo entender a la comunidad toda que el reconocimiento del otro, el respeto a la diferencia, de sexo, género, credo y clase social, es el camino a una sociedad libre de violencia. Es por esto que, como escuchamos decir en varias oportunidades a Rita Segato, el feminismo no debe construir a los hombres como sus enemigos. Y es importante reforzarlo. Ya que será el modo de relacionarnos, las formas de hacer sentir y pensar, y la posibilidad que tengamos de reconstruir comunidad, lo que nos alejará de la violencia de vivir en una sociedad donde una mujer muere, por día, en manos de un hombre, solo por el hecho de ser mujer.
Esta cruel realidad fortaleció las movilizaciones colectivas y la posibilidad de estar conectadas a través de la tecnología sin mediación, recomponiendo lazos y saliendo a las calles a reclamar. Así es como se avanzó en la reflexión tanto en la esfera pública como privada. Sí, las mujeres que realizan en promedio tres horas más de trabajo —no remunerado— por día que los hombres se caracterizan por realizar multitareas y tienen, por lo general, a cargo el cuidado de los niños y los adultos mayores. Ellas, nosotras, salimos a la calle y despertamos la conciencia colectiva. La equidad es una necesidad de todos, no solo de las mujeres.
Pero mucho trabajo aún falta y el techo de cristal no se caerá solo, aunque con la fuerza de la marea verde es factible que se debilite. Porque todavía hoy están de pie el techo y las paredes de cristal. Las mujeres en la política, por hablar del sector en el que trabajo, aún tienen una participación marginal. Alcanzando en Argentina, según datos de Cepal, el 11,1% de mujeres en cargos ejecutivos ministeriales y el 38,9% en legislativos, claramente producto de la ley de cupos que se incrementará a nivel nacional con la ley de paridad. En política el techo de cristal es fuerte, lo vemos también en la conducción sindical. Las paredes de cristal se expresan por rama de actividad, dejando a las mujeres casi sin participación en espacios como el transporte o la industria. Es decir, hay logros, pero aún la diferencia es violenta para con las mujeres, su desarrollo y sus proyectos de vida.
Por estas y muchas otras desigualdades es que todavía debemos enfocarnos en la construcción de la autonomía económica, aspecto que si bien está presente en las grandes ciudades, a nivel nacional aún queda mucho por hacer.
Siempre fuimos actores sociales del cambio, es esa la historia de las mujeres en la historia. Pero hay algo que no podemos perder de vista, esta es sin lugar a duda la era de las mujeres, nuestra hora.
La autora es legisladora de la Ciudad (Evolución Radical).