Mitos y verdades de la Guerra de la Triple Alianza

Mario Vidal

Alguien dijo que la oscura mano que detonó la Guerra de la Triple Alianza fue la de los ingleses, y se le creyó. Pero aunque sí fue gestora de graves pecados en otras latitudes, Inglaterra nada tuvo que ver con ese sangriento conflicto que envolvió a cuatro países sudamericanos.

Por el contrario, la Rubia Albión era amiga de Carlos Antonio López y después también de su hijo Francisco Solano. Eso está suficientemente probado.

Estas son las pruebas. En junio de 1845, López padre ofreció sus soldados a Inglaterra y a Francia para su bloqueo a Buenos Aires.

El 4 de marzo de 1853, su hijo Francisco Solano López firmó un tratado con Inglaterra por el cual el Imperio reconocía la independencia paraguaya a cambio de abrir el río Paraguay a la navegación de barcos mercantes británicos.

En su misión oficial a Europa, Solano López contrató técnicos e ingenieros ingleses y compró maquinarias inglesas para promover el desarrollo industrial de su país. Incluso trajo consigo de Londres un imponente barco de guerra, el Tacuarí.

En septiembre de 1857, llegó a Londres el buque Río Blanco con un importante cargamento de productos paraguayos que fueron volcados al mercado inglés.

La fundición de Ybycuí, de avanzada para la época, fue diseñada y construida bajo la dirección técnica del ingeniero inglés William Godwin, quien luego reemplazado por otro ingeniero inglés, John W. Whitehead.

El ferrocarril paraguayo también fue construido por ingenieros ingleses, entre quienes se destacó William Pedisson.

Las fortificaciones de Humaitá fueron construidas por el coronel inglés George Thompson, quien fue secundado en su obra por técnicos e ingenieros también ingleses.

La fatídica —para los aliados— trinchera de Curupaity también fue ejecutada en gran parte por George Thompson, el ingeniero inglés que también tuvo a su cargo la construcción de las fortificaciones de Pikysyry y Lomas Valentinas.

Francisco Solano López siempre estuvo rodeado de colaboradores ingleses, entre ellos John Nesbitt, Charles H. Thompson, Percy Burell, Henry Volpi y Charles Twite.

Hasta para un curso de medicina López trajo a un inglés, el doctor Guillermo Stewart.

El 5 de marzo de 1865, el Congreso Nacional paraguayo declaró la guerra a la Argentina. Para financiar la guerra, autorizó a López a tomar de Inglaterra un préstamo de 5.000.000 de libras esterlinas.

El cuerpo médico del ejército paraguayo tenía un cirujano mayor, tres cirujanos con rango de capitán y un farmacéutico con jerarquía de teniente, todos ellos profesionales ingleses.

Los cañones que se fabricaban en el Paraguay durante la guerra eran obras de ingenieros ingleses.

En agosto del año 1867, Inglaterra presentó a López una propuesta de paz que le fue entregada personalmente por el secretario de la embajada británica en Londres, M. Gould. López primero la aceptó, pero después la rechazó.

Tras el combate de Riachuelo, frente a Corrientes, al Paraguay le quedaron solo nueve barcos de guerra, que luego fueron usados para una suerte de guerra de guerrilla contra la flota aliada.

Todos los maquinistas eran ingleses y varios de ellos (Gibson, Bagster, Spivey y otros) murieron en combate. Para ellos, López hizo construir en Humaitá un cementerio inglés.

La "conspiración Canstatt"

El único cortocircuito entre ambos países sucedió en 1859, cuando en Asunción se detectó una conspiración para asesinar a Carlos Antonio López, hecho que involucró a un ciudadano inglés llamado Santiago Canstatt. El cónsul inglés destacado en Asunción, Charles Henderson, exigió al gobierno el levantamiento de la incomunicación que le fue impuesta a su compatriota.

El 1º de agosto de 1859, el mismo diplomático intimó al Presidente a que en un plazo de tres días el prisionero sea puesto en libertad e indemnizado en concepto de "reparación". Don Carlos rechazó la enérgica intimación y el conflicto se agudizó.

En represalia por el rechazo del ultimátum, buques ingleses anclados en el Río de la Plata atacaron el Tacuarí para tomar como rehén a Francisco Solano López, quien regresaba a Asunción tras mediar en Buenos Aires entre Mitre y Urquiza. López escapó pero el barco quedó en manos de los ingleses.

En Asunción se condenó a muerte a Canstatt, pero luego lo indultaron y expulsaron del país. Los ingleses esperaron a que el supuesto conspirador llegara a Corrientes para recién entonces liberar al Tacuarí, que fue traído de regreso a Asunción.

Superado el incidente diplomático, que pasó a la historia con el nombre de "Conspiración Canstatt", ambos países reemprendieron relaciones. El 14 de octubre de 1862 firmaron un nuevo acuerdo en virtud del cual el publicista argentino Carlos Calvo fue aceptado como representante paraguayo en el "Foreing Office".

Luego, ya en plena guerra, el gobierno paraguayo seguía manteniendo vínculos diplomáticos con Francia e Inglaterra.

Dos embajadores (en esa época se los llamaba encargados de negocios) tuvo el Paraguay durante los cinco años de guerra ante dichos países europeos: Cándido Bareiro y Gregorio Benítez.

El mito del algodón

Algunos historiadores afirman que Inglaterra, desesperada por apoderarse del algodón paraguayo, levantó a Mitre y al emperador Pedro II contra Francisco Solano López.

No obstante, el principal producto paraguayo guaraní no era el algodón sino la yerba mate. Le seguían a este la madera, la caña de azúcar, el cuero, la mandioca, el tabaco y los cítricos. El algodón ocupaba los últimos lugares de la tabla de producciones nacionales y apenas alcanzaba para cubrir la demanda local.

Por lo exiguo, el algodón no era algo que pudiera llevar a los ingleses a promover una guerra en perjuicio de un país con el que mantenían cordiales relaciones. Tan cordiales eran esas relaciones que los López, antes de la guerra y deseosos de convertir al algodón en otro importante factor de importación, enviaron a Inglaterra muestras del textil, muy distinguido, según ellos, "por su resistencia y color".

Lo dicho: Inglaterra nada tuvo que ver con aquella guerra de cuyo final se cumplen 149 años. El detonante de la Guerra de la Triple Alianza fue Francisco Solano López, pero eso ya es otra historia.

El autor es periodistas e historiador.