El estrecho sendero que podría depositar a Lavagna en la Rosada

Roberto Lavagna y Miguel Ángel Pichetto

Desde el día en que dejó el poder, Cristina Fernández de Kirchner siguió una estrategia definida: ser una opositora intransigente a Mauricio Macri. Esa cualidad obedecía a sus propias convicciones ideológicas, pero también a su olfato sobre lo que iría a suceder. De acuerdo con su punto de vista, Macri no tardaría en ser rechazado por sus políticas antipopulares y eso motivaría un regreso hacia Cristina de los sectores sociales que se le habían alejado. La primera parte de eso ha comenzado a suceder desde el año pasado: el Presidente acumula altos índices de rechazo y el voto a Cambiemos cae cada mes. Sin embargo, una cosa no llevó a la otra. La intención de voto de Cristina no ha crecido —algunos sondeos registran, como se verá, lo contrario— y el rechazo que genera solo ha disminuido en los márgenes. Hasta ahora, los votos que se le fugaban a Macri quedaban huérfanos, a la intemperie. Eso ha comenzado a cambiar, debido a las insinuaciones de que Roberto Lavagna podría ser candidato a presidente.

"A seis meses de las PASO, los indicadores electorales muestran un retroceso simultáneo de Cambiemos y el kirchnerismo, y un crecimiento del espacio peronista que atribuimos a la inclusión en la encuesta de Roberto Lavagna entre los precandidatos peronistas. Los candidatos de Cambiemos (Macri, Vidal y Carrió) cosecharon en conjunto una adhesión del 32% —3 puntos menos que el mes anterior—, mientras que el espacio kirchnerista reunió el 28%, contra el 30% de la medición anterior. Los candidatos del peronismo (Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Roberto Lavagna) alcanzan juntos un 24%, 5 puntos más que en la encuesta previa. Lavagna individualmente es mencionado por el 9%, obteniendo ese apoyo en parte por votantes que antes mencionaban a Massa o Urtubey, pero restándole también una porción de apoyo a los candidatos de Cambiemos e incluso del kirchnerismo". El párrafo que antecede es el punto 10 de las conclusiones de la última encuesta que una consultora prestigiosa del mercado distribuyó esta semana entre sus clientes.

Pasando en limpio, si la semana que viene fueran las PASO, Macri lideraría un espacio que tendría el 32%, Cristina, uno del 28% y Lavagna o Massa uno del 24 por ciento. Hace dos meses los candidatos de Cambiemos sumaban 40%, los del kirchnerismo, 30% y los del peronismo alternativo, sin Lavagna, 19 por ciento. En enero, Cambiemos había caído al 35% y todo lo demás se mantenía igual. La tibia insinuación de Lavagna modificó ese panorama y colocó por primera vez a la avenida del medio en una posición competitiva. Y lo único que hizo Lavagna fue sacarse una foto con Miguel Ángel Pichetto, vestido en bermudas y sandalias con medias, otra con el socialista Miguel Lifschitz y concederle una nota radial a Charly Fernández. Fue, apenas, un amague. ¿Qué pasaría si su candidatura se consolida como un proyecto concreto?

La política electoral se mueve en un terreno en el cual se avizoran algunos rasgos estructurales, sostenidos a lo largo de los últimos meses. Macri y Kirchner aparecen parejos, pero con una diferencia entre ellos: la curva del Presidente tiene pendiente negativa, mientras su enemiga se mantiene relativamente estable. Si se proyecta la línea de puntos, tarde o temprano ella lo superará. La tercera opción, mucho más exigua, no registraba variantes, hasta ahora que empezó a crecer. El tiempo dirá si se trata de una ilusión que se desvanecerá en el contacto con el aire o del cauce que finalmente encuentra el caudal de descontento contra los dos últimos presidentes del país.

La estrategia de Cristina para volver al poder fue curiosamente muy parecida a la que imaginó Carlos Menem en 1999: el gobierno de Fernando de la Rúa sería tan malo que la sociedad pediría a gritos su regreso. La primera parte del análisis se cumplió, como ahora, con una precisión quirúrgica. Pero lo segundo no ocurrió. Cuatro años después, y pese al desastre de su sucesor, Menem fue a elecciones y se encontró con que la sociedad mantenía con terquedad la decisión de que él no debía volver, aun a costa de votar un desconocido que provenía de un pequeña provincia austral. Es prematuro para saber si eso es lo que ocurre ahora. Solo hay dos datos objetivos: mes a mes, según la encuesta, cae la imagen presidencial, la intención de voto del Presidente, o ambas cosas. Y pese a ello, la intención de voto de Cristina se mantiene estable, es decir, alrededor del 30% en primera vuelta. Cada voto que huye de Macri cae en la zona de indecisos. Algunos, ahora, empezaron a fluir hacia el peronismo alternativo.

Impopulares pero favoritos para las elecciones… Macri y Cristina

¿Podrá Lavagna llegar a la Casa Rosada? Entre los consultores más experimentados hay bastantes coincidencias sobre las virtudes del candidato. La principal preocupación de la sociedad es la economía. Él es economista y quienes lo recuerdan valoran mucho el trabajo que hizo en el 2002. No tiene denuncias de corrupción en su contra. Es uno de los dirigentes con mejor imagen, junto a María Eugenia Vidal y Martín Lousteau. Es uno de los menos rechazados. Puede ser votado por radicales, peronistas y socialistas. Y responde a la demanda de un sector social muy numeroso que está cansado de la grieta. Además, tiene una ventaja si llega a la segunda vuelta. En caso de competir contra Macri, tendrá gran parte de los votos kirchneristas. Si la final es contra Cristina, lo votarán los macristas. Su principal desafío es llegar a segunda vuelta. Después todo, le sería más fácil.

¿Y los factores que le juegan en contra? Hasta ahora nadie venció la polarización. Es desconocido por la juventud. Y para llegar a ser presidente se requiere un enorme talento político y una capacidad infinita para tolerar desplantes. En los próximos meses, deberá articular una alianza heterogénea y suavizar las ambiciones de quienes aspiran a competir con él en el mismo espacio. En principio, parece un capricho su decisión de no aceptar contrincantes en unas internas de las cuales surgiría muy valorizado. Además, en la carrera hacia la Presidencia es necesario poseer un temple de hierro. ¿Cómo se sentirá Lavagna cuando percibe demostraciones de poder del aparato peronista como la que se produjo el jueves en La Matanza? ¿Cómo repercutirá en su capacidad para dormir de noche las insinuaciones de Eduardo Duhalde a favor de un acuerdo con Cristina Kirchner? ¿Cómo tolerará las traiciones, las medias palabras, el tránsito por el territorio cenagoso de la política? No es una pelea para improvisados.

Como dicen los que saben, todavía falta mucho y puede pasar de todo. La foto ubica al Presidente en su peor momento. Algunos consultores no descartan que, si se consolida el peronismo alternativo, Macri termine incluso excluido del ballotage. Ese escenario sería ideal para la tercera alternativa. Pero Macri es un resiliente. Ha revertido situaciones dificilísimas en el 2015 y en el 2017. Sus números actuales son malos pero le dan una chance. La tendencia es aún peor. Pero se trata del hombre que derrotó al peronismo en todo el país con un grupo de porteños de Barrio Norte. Y que después le ganó a Cristina en la provincia de Buenos Aires con un candidato porteño de segundo nivel. Nada está escrito.

Cristina aparece expectante. Tiene una enorme dificultad para crecer. No aparece. Se esconde. No puede hablar. Con muy pocas excepciones, casi no tiene equipo para mostrar. Cada día aparece alguna declaración agresiva de alguno de los suyos que le aleja al votante independiente. Es muy fuerte en algunas regiones pero eso aún no le alcanza. La foto de los intendentes que la apoyan junto a su hijo, a Hugo Moyano y al cartapintada Santiago Cúneo no es especialmente atractiva para el votante independiente. Estará obligada a desfilar por Tribunales en plena campaña Pero, en caso de enfrentarse contra Macri, tendrá finalmente una gran chance.

La posibilidad de que surja una alternativa a la trampa que tienden Macri y Cristina depende, en principio, de la sociedad que, hasta ahora, eligió ese laberinto. Y, en segundo lugar, de un personaje misterioso: Roberto Lavagna. ¿Tendrá ganas? ¿Atrapará a quienes rechazan a Macri y a Cristina? ¿Estará a la altura? ¿Tiene el fuego sagrado de los líderes?

Definitivamente, hay mejores maneras de vivir que siendo presidente de la Argentina.

Una persona sensata jamás se embarcaría en semejante aventura.

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