Referéndum en Cuba: ¿para qué?

Elecciones en Cuba

El régimen cubano se institucionalizó falazmente en 1976 cuando convocó a la población a participar en un referéndum en el que debería aprobar fervorosamente un engendro constitucional elaborado a imagen y semejanza de un déspota que se consideraba a sí mismo la encarnación de la patria y señor de sus feudatarios, no ciudadanos.

Aquello fue un espectáculo circense en el que la democracia fue trágicamente mutilada desde el primer día de discusión pública del proyecto, pero en realidad las esperanzas de la población fueron amputadas cuando las autoridades informaron que el 97% había aprobado una Carta Magna que violaba sus derechos sistemáticamente. El cubano, según el régimen, había decidido por mayoría aplastante transferir sus prerrogativas de ciudadanos a la familia Castro.

Después de aquel aparatoso circo que se presentó en todos los rincones de la isla, la dictadura ha convocado a varias muestras en las mismas condiciones. En estos sesenta años, nunca ha habido elecciones, son simples avisos en los que el potencial votante, no elector, es intimidado por funcionarios y miembros del aparato represor. Se los presiona de todas las maneras imaginables para impedir que la abstención sea importante y que el voto responda mayoritariamente a los intereses de la dictadura, con independencia de que el resultado final siempre puede ser manipulado por funcionarios del aparato de gobierno, característica fundamental de todo régimen totalitario.

El sistema electoral cubano está completamente controlado por el único partido político que existe en el país y el padrón electoral es uno de los tantos secretos de Estado que la nomenclatura maneja diligentemente. Cierto que las votaciones son una farsa. No obstante, para el régimen es muy importante mostrar que la población respalda con amplia mayoría su gestión.

Estas votaciones para refrendar o rechazar una nueva propuesta constitucional que limitaría aún más los derechos ciudadanos tienen lugar en un ambiente sin precedentes, porque el régimen está absolutamente agotado, como dijera Fidel Castro hace nueve años, en septiembre 2010, al expresar: "El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros". Después negó haberlo dicho sin que eso tenga importancia, porque el ciudadano de la calle y la jefatura del poder constatan esa realidad día a día.

En Cuba, cuyas últimas elecciones plurales, no democráticas, ocurrieron en 1958, no se efectúa una verdadera campaña electoral con propagandas y debates. No obstante, tal vez como parte del desgate del régimen se aprecia que los gobernantes están promoviendo como nunca antes este referéndum constitucional. Las campañas oficiales a favor del proyecto no tienen precedentes, porque sin relación con el resultado final, todos sabemos cuál será, la dictadura necesita tener una aproximación de cómo piensa realmente la población para tomar las disposiciones necesarias para conservar el control.

Por su parte, los opositores dentro de la isla están conscientes de esta situación. Ellos, con base en la pluralidad y las contradicciones que se generan en un contexto de libertades, derechos y de opiniones libres, promueven estrategias diferentes. Unos aprueban participar en la votación y colocar en la boleta un rotundo "no". Otros estiman que la abstención es lo más prudente para la causa democrática. Ambos con diferentes consignas expresan su rechazo al continuismo constitucional, que ignora los derechos de todos los cubanos.

La dictadura siempre ha recurrido al garrote para aplastar a los que se le oponen. Las propuestas del "no" y de la abstención retan sus privilegios, razón por la cual el Observatorio Cubano de Derechos Humanos reportó que en enero se produjeron 179 detenciones contra activistas que promueven el "no". Numerosos militantes han sido golpeados y cerca de un centenar se encuentran en huelga de hambre en protestas por la represión y el espurio referendo.

La situación es compleja. Seis décadas sin esperanzas y frustraciones. La falta de libertades y derechos es crónica, y numerosas personas solo vegetan a la espera de oportunidades que cambien la situación. No obstante, este referéndum es una oportunidad única para la reconvención moral de quienes han acatado por miedo o convicción al régimen, una oportunidad de emancipación personal, aunque sea in pectore, cuando en la soledad de la conciencia el individuo decida abstenerse o rechazar con un rotundo "no" a esta ignominia de seis décadas.

El autor es periodista.