El domingo 17 de febrero se publicó en The Wall Street Journal de Estados Unidos una declaración firmada por 3300 economistas, entre los cuales se encuentran 27 premios Nobel, varios presidentes del Federal Reserve y muchísimas otras reconocidas personalidades.
Esta declaración sorprende al proponer varias recomendaciones respecto al cambio climático. Proponen un impuesto al carbón para reducir su emisión y dicho impuesto será creciente hasta tanto se alcancen ciertas metas determinadas. Para mantener la competitividad de la economía americana, se proponen incentivos a otros países y devolver los importes del impuesto directamente a las familias, lo que compensaría al menos parcialmente el mayor costo de la energía. Marketineramente, el nombre de esta medida es "el dividendo del carbón".
La notable acción de tantos economistas mostrando su acuerdo sobre una política económica no deja de ser sorprendente, al menos para los argentinos, que acostumbramos a discutir empecinadamente sobre nuestros problemas, sin encontrar un consenso.
La gran enseñanza de esta declaración es que el mundo tiene un problema con las emisiones y todas las soluciones son costosas, difíciles y lentas. Por el contrario, en Argentina tenemos la bendición de nuestra capacidad de producción agropecuaria, que contribuye a paliar el problema del calentamiento global al fijar el carbono. Los árboles, tal como nos enseñaron en la escuela, devuelven oxígeno y fijan el carbono en la tierra. En diferentes medidas todas las plantas contribuyen de la misma manera. Se necesita muchísima biodiversidad y masa vegetal para compensar las emisiones del resto del mundo. Pocos países como Argentina pueden aumentar su producción de masa verde. Utilicemos nuestro potencial y no solo nos ayudaremos a nosotros mismos, sino al mundo.
Dicho sea de paso, ¡no vendría nada mal que el dividendo del carbón se dedicara parcialmente a los países que contribuyan aumentando su masa forestal!
La autora es economista UCEMA.