Nota escrita en coautoría con Santiago Galar
Hace apenas una semana, en circunstancias que son investigadas por la Justicia, Lucas Kevin Lin murió ahogado en la pileta de una colonia de vacaciones. Lucas, de 5 años, encontró la muerte en el "summer camp" del Colegio Lincoln, una reconocida institución bilingüe de La Plata. Sus padres, pertenecientes a la comunidad china, querían que el niño aprendiera a nadar y por eso lo anotaron en la colonia. Era el tercer día que asistía.
Luego de conocida la muerte, los móviles de exteriores de los principales medios de comunicación nacionales se instalaron en el supermercado gestionado por los padres del niño, ubicado en el centro platense. Durante aquella jornada los medios cubrieron ampliamente la noticia, incluyendo entrevistas a la familia Lin, imágenes de la marcha realizada en demanda de justicia y el velorio del niño. La muerte de Lucas se configuró en principio como un caso conmocionante, una noticia seguida por las audiencias de los diferentes medios que dieron publicidad al triste evento.
En los días que siguieron algunos posteos en las redes sociales daban cuenta de la falta de solidaridad que había desde los padres del colegio con la muerte de Lucas. Algunos incluso pedían que se les devolviera el dinero abonado por la colonia, evidenciando dónde residía su preocupación. Una madre de un compañero de Lucas publicó un posteo en el cual se lamentaba por la falta de solidaridad con la cual los padres y las madres del colegio reaccionaron frente a la noticia. "Me pregunto dónde está la empatía, el compromiso con el otro, el compañerismo", interpelaba esta mamá desde Facebook. Es que, conocida la noticia, la familia Lin organizó una marcha en pedido de justicia a la que asistieron pocas familias del Lincoln. Según dichos de algunos presentes, durante el velatorio de Lucas el acompañamiento de los padres y las madres, así como el de las autoridades del colegio, fue casi imperceptible.
Este lunes, luego de que las autoridades del colegio informaran sobre la reapertura de la colonia, la familia Lin se manifestó junto a un puñado de padres y madres en la puerta del Lincoln. Allí, allegados a la familia pretendían "concientizar al resto de los padres para que se tome dimensión de lo que realmente ocurrió".
Cabe entonces la pregunta por el escaso acompañamiento de los padres de la comunidad educativa, al menos en un primer momento, ante la muerte de un compañero de sus hijos. Según dan cuenta diversas investigaciones en el campo de las ciencias sociales, no toda muerte configura públicamente una víctima, ni todos los colectivos sociales son interpelados por las mismas muertes.
De hecho, gran parte de la energía de los familiares de aquellos muertos por los cuales se demanda castigo y reparación es orientada a poder presentarlos frente a la sociedad como víctimas de un acto injusto. La conmoción por la muerte de Lucas se configuró en los medios de comunicación y en sus audiencias, pero no se expresó en forma inmediata, pública y contundente en los padres y las madres de sus compañeros de colegio. Incluso considerando que los sectores medio-altos y altos poseen un escaso ejercicio de la protesta colectiva, resulta llamativa la falta de solidaridad pública con la familia Lin.
¿Por qué los padres de la comunidad educativa tardaron en apoyar la demanda de justicia, incluso muchos defendiendo al colegio? ¿El carácter de miembro de la comunidad china de Lucas colabora a explicar el escaso acompañamiento frente al caso? La falta de conmovidos frente a la muerte de Lucas Kevin Lin parece vincularse con la falta de sensibilidad colectiva y el individualismo imperantes, pero también con la distancia (cuando no desprecio) por aquellos considerados "extranjeros". Una falta de empatía que, en la actualidad, lamentablemente, es legitimada por diversos sectores sociales y políticos.
Brenda Focás es doctora en Ciencias Sociales. Docente e investigadora Idaes-Unsam/Conicet. Coeditora de "(In)seguridad, medios y miedos" (Imago Mundi, 2018).
Santiago Galar es doctor en Ciencias Sociales. Docente e investigador de la Universidad Nacional de La Plata. Autor de "Cuando la sangre no seca rápido. Muertes violentas como acontecimientos públicos" (Edulp, 2018).