La búsqueda de disuasión en el Levante

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Los lugares bombardeados por Israel
Los lugares bombardeados por Israel

Las tensiones en el Levante han vuelto a escalar luego de una serie de incidentes entre el 20 y el 21 de enero. Todo comenzó cuando Israel llevó a cabo un ataque aéreo diurno sobre objetivos iraníes en el aeropuerto de Damasco y en la localidad de al-Kiswah, cerca de la capital. Mientras fuentes sirias y rusas aseguraron que las baterías del régimen interceptaron y bloquearon los misiles israelíes, se registró un proyectil presuntamente iraní sobrevolando los Altos del Golán; y que a su vez fue destruido por el sistema israelí Cúpula de Hierro. Esta eventualidad provocó otra reacción, que resultó en un ataque israelí más contundente durante las primeras horas del día siguiente.

Cazas israelíes bombardearon los sistemas antiaéreos Pantsir (SA-22) emplazados en el aeropuerto damasceno, lo que causó daños corroborables en sus instalaciones, mató a cerca de dos docenas de sirios e iraníes, especialmente combatientes. Se trata del ataque más decisivo en su tipo desde septiembre último, cuando Siria derribó por error un avión militar ruso durante una incursión israelí. En este aspecto, los últimos acontecimientos demuestran que la capital siria continúa siendo vulnerable a este tipo de bombardeos quirúrgicos. Los cazas israelíes no son nada nuevo bajo el sol: en los últimos años la aviación hebrea ha llevado a cabo más de doscientos ataques en Siria.

Sin embargo, teniendo en cuenta que el centro gravitacional del conflicto sirio hoy se posa sobre el norte del país, el hecho de que tales operaciones aéreas continúen ocurriendo le recuerda a Bashar al-Assad que no podrá enfocarse plenamente en combatir a sus enemigos en tierra en tanto alberge a tropas iraníes cerca de la frontera israelí.

Este argumento sintetiza el propósito de los ataques en cuestión. Como sugiere Seth Frantzman, el Gobierno sirio tiene demasiadas preocupaciones y frentes abiertos en el teatro de operaciones como para lidiar con la amenaza latente proveniente de la imbatible Fuerza Aérea Israelí (IAF). Esto significa que defender los intereses de Irán en Siria conlleva un costo creciente, uno que tal vez termine por sobrepasar los beneficios. En tanto Israel tenga libertad de acción sobre el cielo sirio, las baterías antiaéreas y las instalaciones de Assad estarán expuestas, e Irán no podrá transportar por vía aérea equipamiento clave para el esfuerzo bélico, sobre todo en el bastión yihadista de Idlib.

Israel quiere reforzar su poder de disuasión imponiéndole este cálculo al Gobierno sirio. Apremiado por la plausible retirada de las tropas estadounidenses en el norte de Siria, por las advertencias de Rusia, o bien por elecciones parlamentarias en abril, Benjamín Netanyahu ha roto la tradicional política de ambigüedad que su país mantiene a la hora de confirmar o desmentir responsabilidad por un ataque. Ya sea por intereses domésticos o estratégicos (o más probablemente por una combinación de ambos), lo cierto es que el mando israelí ahora promociona abiertamente el rol del Estado judío en dichos ataques.

Ahora bien, es evidente que Israel no es el único actor que busca hacerse con poder de disuasión. El misil derribado sobre los Altos del Golán se encuadra en pruebas balísticas que Teherán anunció en diciembre, y en una serie de reiteraciones, expresando el recurrente llamado islamista a la destrucción de Israel. En este sentido, el misil derribado probablemente representa el intento iraní para crear disuasión, y sin embargo evitar una confrontación más amplia. Aunque Irán tiene los medios para lanzar decenas de proyectiles hacia tierras hebreas, difícilmente arriesgaría perder todas sus fichas en un embate directo con la IAF.

La decisión más importante yace ahora en el Kremlin. A raíz del incidente con el avión derribado en septiembre, Moscú culpó públicamente a Israel y anunció que escudaría al régimen sirio a los efectos de disuadir a Jerusalén de atacar nuevamente con impunidad. Por ello, y aunque los israelíes toman recados para evitar bajas colaterales rusas, concertando recurrentes encuentros bilaterales para esclarecer posiciones mutuas, el Gobierno de Vladimir Putin anunció que transferiría sistemas antiaéreos avanzados, entregándoles a los sirios por lo menos 24 baterías S-300. Siguiendo los últimos acontecimientos, Rusia ha vuelto a expresar advertencias, pidiendo el fin de "ataques arbitrarios". Desde esta perspectiva, queda por verse cómo reaccionarán los rusos frente a la intransigencia israelí.

Habiendo dicho esto, tiendo a pensar lo siguiente: si Moscú no le ha puesto trabas a Jerusalén pese a repetidas notificaciones, en rigor no está interesado en coartar completamente a la aviación israelí. Al caso, llama la atención que las fuerzas sirias hasta ahora no hayan utilizado los S-300 en su poder para defenderse. Las explicaciones que circulan entre los analistas señalan que los técnicos rusos aún no han entrenado a sus contrapartes sirias, y apuntan a que el Kremlin no confía en que los efectivos de Assad puedan usar el sistema sin supervisión. También hay versiones que sugieren que Damasco no desea derribar cazas israelíes —so pena de causar una reacción punitiva—, sino más bien interceptar la mayoría de los misiles en su camino.

Dado que el sistema Pantsir (SA-22) tiene un alcance limitado, es utilizado para defender puntos específicos (lo que en la jerga castrense se denomina point-defense), como el aeropuerto de Damasco. Pero solo baterías avanzadas como el S-300 y el S-400 presentarían un desafío para la IAF, pues son utilizadas para resguardas áreas extensas (area-defense) o bien disuadir a enemigos de penetrar el espacio aéreo ajeno. Pero de acuerdo con fuentes israelíes, solo el S-400 de última generación en manos de operadores rusos puede realmente obstruir la maniobrabilidad de los cazas israelíes, y no hay señales de que este equipamiento vaya a cambiar de manos. Rusia desplegó dicha tecnología en Siria, pero hoy por hoy Putin no confiaría este equipamiento a Assad.

Existe consenso acerca de la necesidad que tiene Israel de no antagonizar o provocar a una Rusia que no desea verse humillada. Y si bien es posible que Israel haya aprovechado cierto margen de oportunidad para golpear a Irán antes que los rusos terminen de preparar a sus contrapartes sirias en el uso de tecnológica antiaérea de avanzada, no hay que perder de vista que Moscú también necesita una relación cordial con Israel para establecer la pax russica que llegará en el posconflicto. Además, a la vez que Estados Unidos se desliga progresivamente de los asuntos de Medio Oriente, Rusia busca ganar influencia y ser el intermediario por excelencia (el honest broker) entre los actores de la región, ambicionando también un rol en la mediación del conflicto israelí-palestino.

En definitiva, los últimos acontecimientos marcan un tanto para Israel. Con Siria convulsionada como siempre, el Gobierno en Damasco tendrá que sopesar los costos y los beneficios de dar hospedaje a fuerzas iraníes, y probablemente buscará mayores garantías en Moscú, las cuales no necesariamente tendrán el alcance que Assad y compañía ambicionan. Rusia e Irán son aliados de conveniencia, pero no por ello dejan de ser rivales en la competencia por influencia y dominio geopolítico.

El autor es licenciado en Relaciones Internacionales y magíster en estudios de Medio Oriente por la Universidad de Tel Aviv. También se desempeña como consultor en seguridad y analista político. Su web es FedericoGaon.com.

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