El 2018 del campo argentino transcurrió con diversas complicaciones: el clima castigó duramente, los cambios en los reintegros a las exportaciones, los efectos de la devaluación aumentaron los costos para producir y la imposibilidad de acceder a líneas de financiamiento con bajas tasas de interés.
Y en lo institucional, el área de Agroindustria continuó perdiendo poder en el ámbito de la toma de decisiones, pasando de ser ministerio a secretaría. Pese a todo, el productor agropecuario no se detuvo y se aferra a seguir apostando a esta actividad. Hay expectativas de que el año que comenzó sea diferente al anterior, de la mano de una gran cosecha y con la inserción de los productos argentinos en el mercado internacional a través de la apertura de nuevos mercados. El campo renovó una vez más la apuesta productiva y detrás de eso.
Perspectivas y preocupaciones
La última encuesta del 2018 realizada por el movimiento CREA, entidad que agrupa a los empresarios agropecuarios, señaló que el 45% de los consultados consideró que su negocio va a mejorar durante el presente año, un 41% que estará igual y un 14% que estará peor. Los números reflejan que, más allá de que las empresas del agro sienten el impacto de los vaivenes económicos y del clima, se sigue apostando a la producción.
Un trabajo de la Universidad Austral mostró que para 2019, entre las principales preocupaciones de los productores agropecuarios aparece el clima, que campaña tras campaña afecta rendimientos, ingresos, capacidad para el pago de los insumos y demás. Por otro lado, preocupa el aumento de los costos financieros y las condiciones de liquidez y acceso al crédito. Otro tema tiene que ver con la "inestabilidad política" y las condiciones de gobernabilidad en la antesala de las elecciones y la incertidumbre que genera su resultado.
Para los productores, "la inestabilidad económica, con alta inflación, devaluación, volatilidad cambiaria, alta presión impositiva para lograr la meta de déficit fiscal primario cero; son factores de gran impacto en el corto plazo".
El campo tiene un enorme potencial que tranqueras hacia adentro lo despliega todos los años. Ese gran esfuerzo debería ser acompañado por el Estado otorgando mayor previsibilidad y condiciones estables en materia económica y financiera. Es el momento de diseñar una política agropecuaria que resuelva la coyuntura con el foco puesto en mejorar la competitividad, pero que también tenga un horizonte de mediano y largo plazo. Nuestro país tiene recursos para competir en el plano internacional con productos de calidad, pero para eso se deberán crear las condiciones para que se pueda avanzar en base a más inversión y más calidad en la oferta.