Los departamentos de recursos humanos ya no buscan jefes para gestionar sus empresas, sino líderes al frente del equipo. ¿Dónde está la diferencia?
Un jefe es alguien que ejerce su autoridad sobre un grupo de personas. Puede que no se la haya ganado, sino que, simplemente, le haya sido otorgada en función de su currículum y a veces, por desgracia, debido a sus influencias; es decir, manda porque ha sido designado para ocupar un puesto, dirigir un equipo y tomar decisiones.
Puede que el jefe sea alguien capaz de diseñar estrategias acertadas, que tenga experiencia, formación, capacidades…, pero si no reúne las cualidades de liderazgo, a la larga, será cuestionado, porque no sabrá cohesionarse con su equipo, transmitir la motivación necesaria ni adaptarse a los cambios.
Cuando un jefe desee convertirse en líder, deberá hacer acopio de algunas habilidades, porque los líderes…
Se ganan su autoridad, no la imponen. A un jefe se le obedece porque él lo manda, a un líder se le sigue porque él es el primero que trabaja junto a su equipo. Sabe predicar con el ejemplo y, lejos de imponer, convence a los demás de que su visión es la acertada.
Comparten los errores. Los jefes echan la culpa a los trabajadores cuando algo va mal, pero se atribuyen las medallas de los éxitos. Por el contrario, los líderes no acusan, entienden los fallos de los demás y asumen los propios, se sienten parte las equivocaciones y, lo más importante, ven los errores no como un fracaso, sino como una oportunidad para aprender y superarse. Del mismo modo, manifiestan que los triunfos no son personales, sino de todos.
Motivan a su equipo. Los jefes piensan que la obligación de los trabajadores es trabajar y punto. Los líderes saben que para dar lo mejor de uno mismo hay que trabajar a gusto. Para ello, buscan que todos se sientan importantes, que todos sean escuchados, que todos sean responsables. Los líderes son personas que buscan establecer en su equipo un clima creativo, de cooperación y confianza. Solo en este cultivo crece el sentimiento de pertenencia a una empresa en la que se persigue un objetivo común.
Son empáticos. Los jefes no distinguen entre sus empleados, a lo sumo, tienen uno o dos elegidos que les dicen lo que quieren oír. Los líderes conocen a cada miembro de su equipo, son cercanos, saben de sus problemas, están al tanto de su situación personal y familiar, los ayudan a conciliar sus horarios y se ponen siempre en el lugar de los demás.
Controlan sus emociones. Hay jefes que pierden los nervios, que gritan, que se ven desbordados, que son rudos, que se sienten hundidos… Un líder sabe controlar sus emociones para convencer sin imponer, ser asertivo cuando es necesario, negociar para que todos ganen, mostrar sus desacuerdos, contagiar su buen humor, transmitir su pasión y crear un buen clima de trabajo.
En el mundo existen líderes naturales que, digamos, vienen con todas estas cualidades "de serie". No todos somos iguales, pero la buena noticia es que las habilidades de liderazgo pueden y deben aprenderse.