En un día del año en el que las redacciones están en modo guardia, porque el 1° de enero no salen los diarios impresos, se completó una suerte de "golpe de estado a la comunicación del Vaticano" para alinearla a sus urgentes necesidades de mejorar su imagen. Las denuncias de pedofilia estaban minando la credibilidad de su papado. Resolver esa tragedia, hace casi seis años, fue la gran promesa incumplida de la misión de Jorge Bergoglio como Obispo de Roma.
Así es como los medios italianos describieron como sorprendente la renuncia, anunciada el último día del año, del norteamericano Greg Burke -ex periodista de la conservadora cadena de noticias Fox y vinculado al Opus Dei- y la española Paloma García Ovejero, a la Oficina de Prensa del Vaticano. En su lugar Francisco le encomendó la tarea interinamente a Alessandro Gisotti, el hombre a cargo de las redes sociales del Vaticano.
Sin embargo la renuncia de los voceros que había nombrado el propio papa argentino en 2016 son una consecuencia previsible dentro de un golpe mayor que fue orquestando Bergoglio en los últimos días para tomar control de la comunicación del Vaticano en medio de tensiones entre sus fieles y el ala conservadora, cada vez más sonora en sus críticas al Papado del argentino.
Fuentes muy bien informadas cercanas a Francisco aseguran que no sería raro que ahora Bergoglio nombre a la periodista ítalo/argentina Elisabetta Piqué, corresponsal de un diario argentino, su biógrafa y amiga personal.
La movida apuntaría a retomar el control sobre las comunicaciones del Vaticano. Francisco confesó ante amigos que no se sintió "cuidado" durante su conflictivo viaje a Chile, que terminó con muy mala prensa, y que en ocasiones se sintió desautorizado o incluso silenciado por su propia oficina de Prensa.
¿Pero entonces para qué nombraría el jesuita Bergoglio a un supernumerario del Opus Dei al frente de un cargo tan sensible como la comunicación de su Papado? "No le quedó más remedio que aceptar cierto equilibrio de fuerzas en el reparto de poder", explica un argentino experto en medios, amigo de Bergoglio que frecuenta al Papa varias veces al año.
El "golpe" se había iniciado días atrás, cuando convocó a Andrea Tornielli, director del Vatican Insider, edición vaticanista del diario La Stampa, de Milán, a un cargo creado especialmente para él por Francisco: director de la Dirección del Dicasterio para la Comunicación. En síntesis: más "arriba" de quiénes sean finalmente los voceros o "jefes de prensa". Torinelli, un periodista laico, será así el primer "Dircom" real de la Santa Sede: una suerte de director de relaciones institucionales.
"No queda un solo religioso al frente del aparato de comunicación de 600 empleados del Vaticano", resalta el argentino amigo personal de Francisco.
Torinelli fue uno de los mayores defensores de Francisco ante las críticas por encubrir curas pederastas que arreciaron a mediados de año.
Pero los cambios son más amplios. Torinelli tendrá un supervisor, que también es laico: Paolo Ruffini, con el que Francisco reemplazó a Darío Viganó al frente de ese dicasterio de Comunicación, con lo que será una suerte de "supervisor del dircom". Viganó es un obispo italiano considerado muy versado en medios, pero "cooptado por la derecha", sostiene el amigo argentino de Bergoglio, y aclara: este Viganó no está relacionado en parentezco con el otro Viganó (Carlo María), el ex nuncio apostólico en Estados Unidos que literalmente se alzó contra Francisco mediante una dura carta en agosto directamente acusando al Papa argentino de encubrir al cardenal estadounidense Theodore McCarrick por graves y reiterados casos de abuso sexual.
Ruffini dirigía la TV episcopal italiana y provenía de la RAI, con lo que tiene también amplia experiencia en los medios.
A esto se le suma el haber cambiado días atrás al director del principal órgano del Vaticano, el Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, por el joven periodista Andrea Monda.
Con estos movimientos, Francisco se asegura control total de la comunicación, que es, según él sabe muy bien, algo así como "la diócesis clave" para controlar el discurso de qué se publica sobre su papado.
Torinelli y Ruffini, dos laicos, se convertirán así en las espadas clave en la comunicación de Francisco.
"Llegó la reforma total. Con esto logra un paso importante -dice la fuente- y corrió de la línea a todos los que se oponían a los cambios. Digamos que Greg y Paloma no fueron muy eficaces en su labor y contribuyeron como voceros 'silenciosos', por ejemplo, a profundizar la crisis del tema pedofilia, heredado por Francisco".
De hecho los voceros incluso llegaron a silenciar o incluso desacreditar opiniones del Papa Francisco vertidas en entrevistas directas con periodistas.
La fuente también los señala como culpables de que en la crisis chilena, que afectó su imagen no solo en ese país, sino en todo el mundo, Bergoglio estuviera mal asesorado y "abandonado" al periodismo: había enfrentado las legítimas preguntas de los medios de qué haría con las denuncias muy sólidas de pedofilia contra curas y obispos chilenos con mucha crispación y poco tino, agravando seriamente la crisis, al punto de que fracasó toda su gira y se derrumbó su imagen en ese país y el mundo.
¿Esta decisión significa también el fin de las "vocerías" auto erigidas en Argentina de políticos amigos de Francisco tan polémicos como Gustavo Vera, hasta hace un año, y ahora el líder piquetero y kirchnerista Juan Grabois?
"Lo más probable es que en el nuevo esquema se desmienta de forma más contundente a estos auto erigidos voceros, que no lo son, y le están causando tanto daño a la imagen de Francisco", sostiene la fuente muy cercana al Papa argentino.
* Editor de la revista Imagen y conductor de La Hora de Maquiavelo