Preocupante mensaje de Rosenkrantz sobre la Justicia y el periodismo

Carlos Rosenkrantz (Foto: Maximiliano Luna)

Fuera de su ámbito laboral cotidiano disertó el presidente de la Corte Suprema Argentina, Carlos Rosenkrantz. Hizo sus declaraciones en los encuentros que organiza el Rotary Club de Buenos Aires, que congrega a profesionales y a dirigentes de empresa. En síntesis, admitió que la imagen que la gente tiene de la Justicia es mala, aseguró que las discrepancias entre magistrados son formuladas dentro de un contexto de "buena fe", y que se le adjudica a la Justicia las dificultades que padece periódicamente el país.

Lo hizo con un agregado muy especial que toca al periodismo nacional. Dijo: "La opinión general está moldeada por los medios de comunicación". Bien se sabe, el poder siempre está irritado por lo que dicen los periodistas y los distintos formatos de información. Por eso mismo, en los gobiernos autoritarios, por alguna u otra razón se los persigue y mata (los colegas han sido acribillados o condenados a prisión este año de manera patética en México, en Malta, en Turquía, en los ex-países de lo que fue la órbita soviética, en la misma Rusia).

"Moldear" sin duda lo dijo, y por lo visto no estaba apurado, como si el periodismo perjudicara la acción de la Justicia, o la trabara, o sacara ex-profeso los trapitos sucios al sol.

Rosenkrantz, hombre de la universidad, de la academia, llegado hace poco a cumplir funciones, no debe olvidar el favor enorme que la Justicia Argentina le debe al periodismo.

Es la sociedad la que debe tomarse como testigo para advertirle que el trabajo de investigación periodística sobre la corrupción lleva mucho más de 15 años, a nivel nacional y provincial. Antes de los "cuadernos", los periodistas detectaron todas las trampas descaradas, los manejos espúmeos y financieros del matrimonio Kirchner, por ejemplo.

Incluso antes de que la Justicia misma lo lograra o lo negara. El periodismo ha servido de ayuda invalorable de la Justicia, que durante larguísimo tiempo los marginó, o por desidia o por compromisos de otra índole. La Justicia mantuvo silencio o displicencia, dejando pasar el tiempo ante las investigaciones fehacientes de valientes colegas.

El periodismo no juzga, no se atribuye poder para hacerlo ni lo reclama, pero exige, en nombre de la sociedad, que se respete sus investigaciones porque sus autores han puesto en juego sus cuerpos y sus vidas. No es fácil obtener información de fuentes fidedignas. Hay que rechequearlas y a veces viajar para conseguirlas.

¿Y a los jueces corruptos, plenos de anillos millonarios, casas fastuosas e ingresos muy por arriba de lo que puede ganar un magistrado, quiénes los marcaron a fuego antes de que actúe la misma Justicia? Lo hicieron los medios de comunicación.

Es admisible que el doctor Rosenkratz considere que hay periodistas oportunistas que presionan donde no deben, pero la mayoría de la profesión actúa de buena fe. El presidente de la Corte Suprema no debería generalizar, ni tirarles el fardo a los que no se lo merecen. Cualquiera de nosotros también estaría en condiciones de adjetivar sobre la tarea de los jueces, la falta de adecuación a los tiempos de la modernidad, las lentísimas decisiones y hasta cierta parcialidad política que algunos representantes de la Justicia exhiben. El periodismo ha marcado en algún momento esos aspectos negativos, pero no ha establecido un canon que se aplique a todos los jueces.

El Poder Judicial tiene que enfrentar serios problemas. Los tribunales, en distintos juzgados, están sucios, los expedientes, comidos por las ratas. Los edificios que alojan a los jueces laborales son frágiles e inestables por el peso de los expedientes. En Comodoro Py, se sabe, no hay internet o la misma falla en horas críticas de trabajo. Mientras tanto, los jueces son los únicos privilegiados en un país de altísima carga tributaria: no se hacen cargo del impuesto a las ganancias, mientras los jubilados sí lo pagan.

La modernización de la Justicia es indispensable, es imprescindible la aceleración de los tiempos más allá de los altibajos de la vida política nacional, es fundamental modificar la bibliografía que utilizan, incluyendo algunos códigos. Que se practique con firmeza la división de los poderes, frente al Ejecutivo y al Legislativo.

En ese camino, el periodismo puede resultar un excelente auxiliar de la Justicia, aportándole sus investigaciones de vieja data todavía sin resolver. Y que son muy numerosas.

El autor es periodista, escritor y licenciado en Historia.