"Argentina no es estratégica para Brasil y el Mercosur tampoco". Fue leer esta frase y todos los argentinos nos quedamos preocupados. Y cuando algo no esta bien… puede estar peor.
"El primer viaje del Presidente electo, Jair Bolsonaro, no será a Argentina. Será a Chile". La sensación fue de frustración y molestia.
Todos los presidentes de la región tomaban a Argentina como primer destino. Bolsonaro ya estaba haciendo de las suyas y nos dejaba de lado en el nuevo mapa geopolítico de Brasil. ¿Cómo se atreve?
Lo cierto es que al analizar la realidad del Mercosur, la realidad de nuestro país y cruzar ambas realidades con las propuestas de gobierno del nuevo presidente electo de Brasil, podemos entender los motivos de este cambio de paradigma.
El Mercosur tuvo su origen formal en marzo de 1991 cuando luego de la firma del Tratado de Asunción, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, nos juramos amor eterno.
El objetivo del Mercosur era avanzar desde una zona de libre comercio hasta el esperado Mercado Común.
Al comienzo, el objetivo de corto plazo era trabajar en una reducción de impuestos de importación entre los cuatro socios, permitir la libre circulación de productos y personas, ampliar el comercio intrazona (entre los cuatro) y una vez logrado este objetivo (y en paralelo con el) expandir el comercio con otros bloques y países como si fuéramos uno solo.
Las cosas comenzaron bien.
El artículo primero del Tratado de Asunción decía que un bien producido en un Estado Parte sería considerado como si hubiera sido producido en el otro Estado Parte. El artículo séptimo del Tratado de Asunción afirmaba que desde el punto de vista tributario, un bien producido en un Estado Parte pagaría los mismos tributos que el mismo bien en otro Estado Parte.
Sería como si fuéramos una enorme fábrica de bienes circulando con libertad haciendo de cuenta que no existían las aduanas ni fronteras.
Por supuesto esto llevaría un tiempo, pero cuando mirábamos al futuro, veíamos la posibilidad de fabricar productos "Made In Mercosur" y exportar estos productos a mercados mundiales en firma conjunta.
A cada cambio de gobierno en cada uno de los países miembro del Mercosur observábamos con atención si el bloque tendría la prioridad que merecía por su importancia estrategia.
Por diversos motivos propios y ajenos, el Mercosur fue perdiendo trascendencia regional, no obstante que luego de cada elección presidencial el nuevo Presidente de cualquiera de los países miembros refundaba, relanzaba, reivindicaba, renovaba el Mercosur; pero todos estos "re…" no pasaban de un discurso político sin ninguna aplicabilidad práctica.
A 27 años de la la firma del Tratado de Asunción, si un productor de un bien alimenticio en Argentina desea exportar su producto a Brasil, además de registrar su producto en los organismos de control de nuestro país, también debe hacer lo propio en Brasil. La reciproca es verdadera y este trámite puede durar desde meses hasta un par de años.
En el ámbito de los tributos, luego de los mismos 27 años del acuerdo inicial, una autoparte de Argentina paga, al ser importada por una empresa brasileña, el 18% del Impuesto a la Circulación de Mercaderías y Servicios – ICMS – y cuando este producto es vendido a un comprador en otro estado provincial, el importador transfiere el bien con un 4%.
En la misma operación con el mismo producto, si el comprador en Brasil comprara ese bien de un productor local, la transferencia del bien sería realizada, por el mismo comprador en otro estado provincial, con un impuesto del 12% o del 7%.
La diferencia aumenta aún más, cuando esa misma autoparte, al ser importada por la empresa brasileña, paga de Pis y Cofins (dos Contribuciones Sociales de carácter Nacional) el 18,49% y si el mismo comprador opta por comprar el mismo bien de un productor brasileño, las mismas contribuciones sociales de Pis y Cofins, llegan a solo el 9,25%.
Estos dos ejemplos sirven para demostrar que luego de 27 años de la firma del Tratado de Asunción, y aun con las juras de amor eterno y permanente por parte de todos los gobiernos de los diferentes partidos que transitaron los países del Mercosur, el contenido de dicho acuerdo no se respetó.
Ni hablar cuando analizamos la realidad del bloque en relación al mercado extra-bloque.
En estos 27 años, el Mercosur firmo acuerdos con Israel, Egipto, India, África Austral y Palestina (este último aun en negociación desde el año 2011).
El famoso y demorado acuerdo Mercosur – Unión Europea lleva 20 años de negociación sin que consigamos su firma definitiva. Está casi cumpliendo la mayoría de edad pero aún no tiene la partida de nacimiento.
De qué sirvió leer y escuchar que el Mercosur seríia prioritario si no consiguió sus objetivos. Ni hablar cuando observamos su perfil político. Lo que se inició con el objetivo de expandir el comercio, se desvirtuó ideológicamente con el objetivo de diseminar en lo comercial el perfil político de los gobiernos de turno. Solo así es posible explicar la invitación a hacer parte del Mercosur a Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Hasta aquí, el ávido lector podrá entender y hasta justificar por qué el futuro Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro no le dará prioridad al Mercosur en su programa de Gobierno.
Esto no debería sorprendernos. El programa de propuestas de gobierno de Bolsonaro (denominado de Programa Fenix) dice claramente que en caso de asumir la presidencia de Brasil, propiciará la apertura económica para obtener inversiones en ciencia y tecnología, reducirá las barreras tarifarias y no tarifarias de Brasil, con el objetivo de dejar de ser un país cerrado al comercio, y (aquí viene lo mejor) "fomentar la firma de acuerdos bilaterales".
El Mercosur no permite la firma de este tipo de acuerdos.
Si Brasil desea hacer acuerdos con los Estados Unidos (por citar apenas un ejemplo), debe tener el visto bueno de los demás socios del bloque. Basta que uno no quiera para que ninguno se siente a negociar.
Explicado en forma más simple: si un país del bloque quiere hacer nuevas amistades, el acuerdo de Asunción determina que debe llevar a los tres países restantes o no podrá tener a ese nuevo amigo en su grupo de amistades.
Retroceder a una zona de libre comercio le brinda la posibilidad a cada socio del Mercosur poder hacer acuerdos bilaterales con quien quiera invitando a los demás socios a unirse, pero en caso que este socio no desee acompañarlo, el socio que desea el acuerdo, podrá hacerlo sin problemas
¿Y Argentina?
Si bien el futuro súper Ministro de economía Paulo Guedes se disculpó por hacer afirmado que Argentina tampoco era prioridad para Brasil, es importante entender que nuestro país no agrega valor para nuestro vecino y menos aún para el proyecto que Bolsonaro está buscando para Brasil.
Bolsonaro ya reafirmó que busca ampliar el comercio de Brasil con el mundo. Según la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, Argentina tiene acuerdos con el 9% del comercio mundial, mientras que Chile tiene acuerdos con el 88% del comercio mundial.
Imaginemos que Brasil es el nuevo vecino en un barrio donde ya viven Argentina y Chile. Cuando llega el nuevo vecino, expone a sus vecinos que desea comercializar sus productos por lo que le interesa hacer contactos comerciales con los amigos de sus dos vecinos (Argentina y Chile).
Cuando Bolsonaro le pregunta al presidente Macri cuántos amigos tiene con los que podría comercializar sus productos, Macri le dice que tiene nueve amigos para presentarle. Cuando Bolsonaro le pregunta el presidente Piñera cuantos amigos tiene con los cuales podría comercializar sus productos, Piñera le responde que tiene 88 amigos para presentarle.
Chile le asegura a Brasil la salida al mundo por el océano Pacífico, complementando la salida que Brasil ya tiene por el Atlántico. Argentina le ofrece la salida por el Atlántico, salida que Brasil ya tiene.
Los indicadores económicos de Chile y Argentina no tienen comparación (Inflación 2018: Argentina 45%, Chile 2.32%; Tasa de interés: Argentina 70%, Chile 3%; Desempleo: Argentina 10%, Chile 7,3%; PBI: Argentina -1%, Chile +3,6%; Desvalorización de la moneda: Argentina 100%, Chile 9,33%).
No es para sorprenderse que Bolsonaro desee aproximarse de Chile, pero esto no quiere decir que se deba alejar de Argentina. Apenas que no somos prioritarios, no por la historia relación del pasado, y sí por el futuro que Bolsonaro proyecta para Brasil.
No tendría sentido para Brasil romper el Mercosur pero el bloque, claramente, no agrega valor al Brasil que se viene. Esto no debe ser motivo de preocupación
No existe un único motivo para que Brasil descuide su comercio con Argentina, ya que el superávit comercial de nuestro vecino (déficit comercial argentino) para este año debe ser próximo a los USD 7.000 millones. El superávit de Brasil con Argentina en el 2017 fue de USD 8.200 millones. El acumulado desde 2003 hasta la fecha, suma USD 55.000 millones.
Tampoco corre peligro el acuerdo automotriz por tratarse de un acuerdo anterior el Mercosur.
Aun en este escenario pesimista en la relación con nuestro principal socio comercial, el futuro puede ser muy promisorio.
Brasil dictará el rumbo de las relaciones comerciales a partir del próximo año y Argentina tiene que resolver qué posición desea tomar.
Si acompaña a Bolsonaro, el presidente Macri perderá protagonismo pero nuevos mercados podrán abrirse para nuestro país sin las ataduras del Mercosur.
Si Argentina decide seguir carrera sola, tendrá que mostrar que la ruptura valió la pena y si fracasa, el gobierno de Cambiemos tendrá otra brecha abierta para justificar su error.
Si Bolsonaro consigue poner en práctica su proyecto económico, Brasil podrá traccionar por medio del aumento de sus compras al exterior parte de la producción argentina de bienes y servicios.
Si no conseguimos aumentar nuestra participación en el mercado vecino, no será culpa de Bolsonaro. Sera culpa exclusivamente nuestra.
* El autor es Socio de Center Group