Buenos Aires es la provincia con el índice más alto de mortalidad por causas viales en Argentina. De acuerdo con las estadísticas oficiales del Ministerio de Transporte Nacional, 1372 bonaerenses murieron por siniestros de tránsito en 2017 y hay cerca de 5420 víctimas fatales por año en el país.
Los siniestros viales constituyen la primera causa de muerte en personas menores de 35 años en Argentina, un 52% del total de los fallecidos se encuentran en esta franja etaria.
El dato se vuelve mucho más preocupante si tenemos en cuenta que en la mitad de todos los siniestros fatales está presente el alcohol.
Según un estudio de la asociación civil CECAITRA la principal causa de accidentes viales para jóvenes de entre 16 y 29 años se debe a conductores alcoholizados. A su vez, el 87% de los entrevistados se mostró a favor de una ley que prohíba el consumo de alcohol antes de manejar.
Hasta aquí, los fríos números de las estadísticas; y frente a esta alarmante realidad, desde el Senado de la provincia de Buenos Aires estamos impulsando una medida muy concreta que apunta a cuidar a los jóvenes, al sector más sensible a la siniestralidad.
El 4 de octubre último se votó por unanimidad en comisión el proyecto de ley de alcohol cero al conducir, que propone reducir a cero la tolerancia de alcohol en sangre para los conductores menores de 21 años y durante dos años a aquellos que recibieron su licencia por primera vez.
Pero sabemos que solo con una ley no alcanza. También es necesario crear una conducta responsable en el tránsito. Sin un cambio cultural profundo sobre cómo nos manejamos en la vía pública, todo será insuficiente. Por esto, la ley se enfocará en otros dos sentidos.
Por un lado, se incrementarán las campañas de prevención y concientización con el objetivo de salvar vidas y, por otro, se elevarán las multas e inhabilitación en todos los casos en los que se viole el límite en el consumo permitido de alcohol.
Es nuestra responsabilidad como funcionarios públicos y como padres, madres o vecinos educar a jóvenes y niños en valores, fundamentalmente en aquellos centrados en el respeto a la vida.
Los chicos y los nuevos conductores deben ser conscientes de las responsabilidades y las obligaciones que conlleva conducir, entre ellas, las de no beber alcohol ni sentirse obligados por sus entornos a hacerlo para disfrutar de un buen momento con sus familias o amigos.
Basta de muertes por conductores alcoholizados, basta de vidas inocentes que se pierden por causas que podemos evitar. Necesitamos de una ley que permita educar y brindar mayor seguridad vial a todos los bonaerenses.
El autor es senador bonaerense por Cambiemos, presidente de la comisión de Legislación General.