Carta abierta a un miembro de Carta Abierta

Horacio:

Te cuento que hace un mes estuvo nuestra amiga en común Alcira Argumedo en casa, y, como debo ser un romántico y alguien que persiste en creer en las personas, le pregunté si sabía de vos y le propuse llamarte para ayudarte a sobrellevar la vergüenza del tráfico de bolsos, que, excediendo todas las críticas que algunos de nosotros tuviéramos al kirchnerismo, ponía en evidencia definitivamente que Néstor y Cristina no eran sino una banda semejante a la que ocupara en la serie española La casa de papel.

Me preguntaba entonces con ingenuidad cómo estarías pasando estas noticias, no ya la de los cuadernos, sino de los casi cincuenta arrepentidos, todos entrañables e íntimos al matrimonio presidencial y a los que poco menos "hay que pegarles" para que dejen de recordar innumerables "fechorías" del gobierno que tanto defendieras.

Lamentablemente hace unos días me llegó tu respuesta y fue impactante, realmente vomitiva. Siento repugnancia y asco cuando intento leerlos, y reconozco que no puedo ir más allá de la síntesis que hace el periodismo. El kirchnerismo nunca fue peronismo, fueron en todo caso los sepultureros del peronismo. Los que, luego de desquiciar al movimiento en los años 70, fueron escarmentados por la represión y devinieron en bandidos que por odio traicionaron a su propio pueblo y lo condujeron a la miseria y al sometimiento. Porque eso fueron los 12 años del kirchnerismo. Apagaron los fuegos del 2002 y lograron sacar al pueblo de las calles. Pero no solo eso. Volvieron de las cárceles y del exilio, acaso también de las zonas más oscuras del menemismo o de los sótanos de los Servicios, para implementar un plan horrendo de envilecimiento social y de modificación definitiva del curso de la historia.

Nunca fueron peronistas. Por el peronismo era la rebeldía, y en esas luchas por la autonomía de los pueblos y por la patria la militancia era un sacerdocio. Ustedes fueron apenas progresistas, modernizantes tardíos que fragmentaron los tiempos históricos del peronismo, tergiversaron su historia e hicieron que se extraviara el sentido revolucionario que teníamos. Ustedes fueron el residuo de la Revolución cubana fracasada, los que no se atrevieron a subir al monte con el Che y prefirieron convertirlo en camiseta. Son los que en un momento se pasaron de boca en boca la consigna de que la revolución pasaba por el peronismo y se sumaron, pero se sumaron a conducir, porque los persuadieron de que éramos "un gigante descerebrado". Lo asesinaron a Rucci, porque ese tano leal a su clase y medio facho les cuestionaba el marxismo que les permitía intentar ser la conducción del proletariado, pese a que no eran más que unos intelectuales pequeño burgueses, aunque enfierrados.

Cuando lo putearon a Perón en la plaza, estaban convencidos de que el hecho maldito de la Argentina burguesa era el peronismo, y que ese viejo no hacía más que equivocarse. En realidad, fueron ustedes quienes no dejaron de equivocarse una y otra vez, hasta el presente en que le armaron "el relato" a los que ocuparon la Casa de Papel. Mientras ellos robaban al Estado y al pueblo, ustedes construían simulaciones y discursos incansablemente.

Nada de esto habría sido tan grave si no tuviésemos el gobierno que tenemos, gracias a que ustedes prepararon el terreno y a que la gente votó a Mauricio Macri por espanto a lo que ustedes expresaban, pero no es solo eso.

En la crisis del campo que vos interpretaste en largos y sesudos estudios, seguramente basándote en aquella tremenda experiencia que viviste aquella tarde de finales de los 80 en la huerta de mi casa, cuando te insolaste. Una enorme experiencia rural la tuya. Lástima que no comprendiste que lo que habían provocado era un cambio definitivo en la oligarquía. Algo similar de cuando pasamos de la oligarquía mitrista del puerto de Buenos Aires a las oligarquías del interior con Roca y el reparto de las tierras con que la indiada y los intereses de Inglaterra desde el Pacífico hacían inviable la posibilidad del Estado Nación en la Argentina. Ahora pasó lo mismo. Gracias a la soja y al modelo de los agronegocios, que tanto Néstor como Cristina llevaron al paroxismo en su ambición de manejar cada vez mayores masas de dinero. La vieja clase patricia, y por supuesto, gorila, esa mesita de enlace que conducía un tambero de lengua afilada, fue desbordada por el nuevo poder rural.

Ustedes son los absolutos responsables de haber conducido al país a esta situación abominable en la que estamos, y si tuvieran un poquito de vergüenza, se callarían y tratarían de pasar inadvertidos. Pero como son unos caraduras recalcitrantes, han decidido continuar encubriendo con sus discursos letales los innumerables robos de los Kirchner y sus atrocidades sociales. Lo primero refiere a que persisten con el simulacro y los relatos; lo segundo, aquello de las atrocidades, merece una aclaración.

Ustedes alguna vez empujaron al peronismo al descalabro en nombre del socialismo. Ahora, luego de 12 años de gobierno, dejaron casi un treinta por ciento de pobreza. Lo peor es que estoy convencido de que no fue mera incapacidad, que no fue el no poder resolver el problema social, no fue impericia o falta de recursos. Estoy convencido de que fue un plan infinitamente perverso, un plan de sometimiento a las propias políticas de los sectores más empobrecidos y vulnerables.

Ustedes tienen cautiva a un 25% de la población mediante el hambre y el sometimiento gradual a las organizaciones llamadas sociales. Cambiemos ha logrado lo mismo, aunque de otra manera en los sectores medios. Son la cara y seca de una misma moneda. Con esa moneda se paga la traición a la patria, el olvido de Malvinas, la desnaturalización de lo que fue el peronismo, el endeudamiento externo y el extravío de todo sentido nacional.

Ustedes refieren a la dictadura judicial y a las moralinas, y no puedo dejar de recordar otras épocas, en que, hablando de lo mismo, eran revolucionarios, sectarios y excluyentes. Cuanto peor mejor, afirmaban, y apostaban al golpe militar que pondría las cosas en claro y al pueblo confundido detrás de su vanguardia natural armada, por supuesto.

Los tiempos han cambiado, Horacio, hoy el marxismo de China conduce Davos y nos coloniza a cambio de los piensos que exportamos. Vos ya no sos el director de la Biblioteca y te salvaste de quemarla, como se quemó el Museo Nacional de Brasil como consecuencia natural del abandono y el menosprecio a la propia cultura cuando impera el modelo de la sojización compulsiva y la devastación ecológica. Te recuerdo que alguna vez me dedicaste un libro en el que me expresabas que yo, tu amigo, sería una especie de nuevo Sorel. Me pregunto con dolor si es posible recuperar algo de aquellos tiempos de magia y de poesía, y me temo que todo no sea más que mero pasado irrecuperable, aunque he tratado de ser leal a la mirada que sobre mí tenías.

Por todo lo demás, creeme que lo siento, en especial, porque he perdido las esperanzas de que pudieras recuperar una cierta cordura moral y de sentido nacional.

El autor es periodista y referente peronista.