El cristinismo niega la corrupción evidente que muestran los famosos cuadernos con la misma pasión que Macri su fracaso. Votamos a Macri para salir de Cristina, y ahora es tan malo el gobierno que hay peligro de un ataque de nostalgia. La condena al pasado intenta suplantar la miseria y los errores del presente. Los Kirchner utilizaron la expresión revolucionaria de los odios para encubrir la corrupción, Macri heredó el gobierno de ese pecado, pecado que ahora intentan eternizar para encubrir su extravío.
Los errores del Gobierno son indiscutibles, atroces en relación a sus promesas, triste cuando apostamos a una esperanza y llegó esto, un egoísmo de ricos despreciando el esfuerzo y las necesidades de un pueblo. La línea dura, fanatizada por mantener el odio al peronismo y la culpa de Cristina, pareciera que ahí se les agota el talento. Es cierto que el pasado tuvo corrupción, tan cierto como que la política actual se cansó de sumarle los errores propios. Y tan duros los atroces dislates actuales que le devuelven alguna vigencia a un ayer que sembraba conflictos tanto como los de hoy expanden desesperanza.
Los gobiernos al equivocarse generan disidentes, el de Macri esta tan escaso de propuestas que solo discuten sobre sí Cristina tiene que ir presa o no, en ellos el rencor se impone al proyecto. Tampoco el peronismo abunda en ideas, los Kirchner no solo son el ayer, es el fanatismo del que no logramos salir, el odio sin sentido ni razón de ser, la caricatura del peronismo y de la revolución, el uso de los sueños para ocultar los desfalcos. La dirigencia política elige sustitutos para disimular su extravío sin rumbo ni destino. Una jubilada me detuvo en la calle para decirme, "me gustaba más como me robaban los anteriores".
Si algún peronista acuerda con Cristina y ella es candidata, de nada le va a servir, porque como siempre, ni siquiera lo va a escuchar; si acuerda y ella no es candidata, mucho menos, ya que nadie podrá heredar ese amontonamiento de votos sin propuesta.
La inflación, el endeudamiento y la caída de la producción y el consumo, toda esa carga brutal sobre nuestra sociedad carecen de explicación y frente a ella, el gobierno nos ofrece debatir si la prisión preventiva es necesaria, imprescindible o exagerada. Decadencia a toda orquesta, en un mundo que cerró hace años la globalización financiera y está hoy clausurando la productiva, en ese mundo nosotros caminamos de rodillas como si al prestarnos dinero nos prestaran un destino. Endeudamos y hambreamos a la vez, como si achicando el consumo de los necesitados se pudiera terminar de cerrar el círculo de enriquecimiento infinito de los que nada producen y se quedaron con todo.
Hablemos de la distribución de la riqueza aun cuando en muchos lugares esto sea mal visto por los vencedores, ahora que por suerte muchos de ellos, de los intocables, están pidiendo pista en el barrio privado de la justicia. La ley de medios era grotesca, la libertad es aquella que forjamos al pensar distinto del permitido, de los dos grandes fanatismos y fracasos que insisten en convertirse en nuestra única opción. A veces se disfraza de impericia algunas variantes de la corrupción.
Necesitamos un esfuerzo entre todos, en especial de los que tienen mucho para ayudar a los que menos tienen, al revés de lo que intenta el gobierno, de este injusto camino de ajustar los salarios para mejorar las empresas. Primero privatizaron los servicios públicos, luego dieron vía libre a sus tarifas, y ahora solo sueñan con imponerlas sobre los salarios. Estamos gestando una sociedad que se degrada día a día, ni siquiera somos responsables de nuestros actos.
Amor a la Patria, voluntad y decisión de unidad nacional, recuperar un proyecto, una idea clara de que vamos a producir y como integrar a los caídos, políticas de estado, confrontación y acuerdo entre adversarios. Si tenemos ideas habrá "inversores", si salimos del enfrentamiento ingresaremos a la recuperación. Hay que apoyar la democracia y asegurarnos que los que parasitan nuestros conflictos agoten su ciclo histórico, estamos a pocos meses de poder imponer un gran acuerdo nacional, de poder asumir la herencia de aquel abrazo entre Perón y Balbín que todavía no terminamos de entender. Falta poco para la próxima elección.