Acuerdo con el FMI: ¿plan económico o parches para llegar a 2019?

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La nueva regla monetaria que planea llevar adelante el Banco Central (BCRA) nos lleva a pensar que ha comprendido que, tal como planteaba Milton Friedman: "La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario, en el sentido de que solo es y puede ser producida por un incremento más rápido de la cantidad de dinero que de la producción".

Este arreglo forma parte del nuevo acuerdo firmado con el FMI, que muestra que la política macroeconómica se alinea a lo que en la literatura se denomina un "plan de ajuste o estabilización ortodoxo", de manual:

-Un ajuste fiscal ambicioso, ya que se espera lograr déficit primario cero en 2019.

-Un ajuste monetario, en el que el BCRA se compromete a no emitir base monetaria hasta junio de 2019.

-Un tipo de cambio flotante administrado, con bandas de entre $34 y $44, que se ajustarán diariamente hasta 3% mensual hasta diciembre de este año.

A cambio del cumplimiento de dichas metas, el FMI amplió el crédito en 7100 millones de dólares (totalizando 57.100 millones de dólares) y desembolsará, hasta diciembre de 2019, 36 mil millones de dólares, lo que aleja, en el corto plazo, el fantasma del default, ya que dicho monto permite pagar toda la deuda de corto plazo, aun en un escenario de nula renovación de pasivos.

¿Es viable el plan de estabilización?

Por un tema de espacio, se considerarán taxativamente los principales puntos del plan de estabilización (especialmente el aspecto monetario), dejando abierta la opción de analizarlos en mayor detalle.

En primer lugar, podría considerarse favorable el hecho de tener un plan económico, con una regla monetaria y una fiscal. Sin embargo, su principal problema es el momento de implementación: otra sería la historia si un arreglo de este tipo se hubiese implementado al inicio de la gestión, ahora más que un plan es un "manotazo de ahogado".

¿Por qué el timing es tan importante en este tipo de planes de estabilización? Porque al inicio de una gestión es posible asumir que los agentes votaron por una continuidad-cambio de un tipo de modelo económico. Sin lugar a dudas, los votantes de Cambiemos hubiesen preferido un ajuste planeado y bien implementado, que reduzca la inflación y el déficit fiscal, que uno forzado, como el actual, en el que se pierden varios grados de libertad y en el que los costos económicos y sociales son mayores.

Por otra parte, para que este tipo de arreglos monetarios funcionen, es de vital importancia la credibilidad en el banco central, la cual, asimismo, depende de la independencia del ente emisor. En nuestro caso, no quedan dudas de que, a partir del fatídico 28 de diciembre, el BCRA se ha convertido en un apéndice del Poder Ejecutivo: prueba de ello, basta ver que los últimos dos presidentes del organismo han sido previamente funcionarios de primera línea de Hacienda.

En esta línea, la evidencia muestra que los planes de estabilización han sido más exitosos cuanto más independiente ha sido el banco central, y aunque el plan propuesto por el BCRA ha eliminado la opción de monetización del déficit fiscal, el costo de perder la credibilidad es altísimo y la reputación es difícil de recomponer.

Por último, en el discurso de Guido Sandleris del día miércoles, se mencionó bastante la palabra "volatilidad", pero una banda de flotación tan amplia podría no reducir la dispersión de la cotización de la moneda estadounidense. Si bien el precio del dólar, es decir, el nivel, es una variable importante, en un contexto como el actual, se vuelve más relevante reducir la volatilidad, para pasar a monitorear el nivel una vez resuelto el primer problema.

Algunos interrogantes adicionales en torno a las reglas son:

¿Cómo será el manejo de los encajes bancarios? Si bien la regla monetaria anunciada por el BCRA implica la nula expansión de base monetaria, no ha habido una clara comunicación sobre si habrá regla o discreción en el manejo de los encajes, ya que, al estar el central "atado de manos" para crear dinero de alta potencia, podría verse tentado a reducir la tasa de encaje e incrementar el dinero secundario.

¿Qué ocurrirá si el tipo de cambio sube por encima de la banda una vez vendidos los 150 millones de dólares diarios disponibles? En un esquema tan rígido, podría plantearse que el mercado decida testear el poder de fuego del BCRA, llevándolo a la banda superior. No queda claro cuál será el tipo de intervención (o no intervención) en caso de que eso ocurra, ya que parece que desde el BCRA dan por descontado que seca la plaza de pesos, no quedará remanente para la compra de dólares.

Consideraciones finales

Terminamos en un escenario de ajuste forzoso, al que nunca deberíamos haber llegado. La improvisación y el mal manejo macroeconómico, sin olvidar el desastroso punto de partida, han llevado a tomar decisiones drásticas.

El fracaso de las metas de inflación nos ha llevado a tener la inflación más alta en muchos años, ligado a la negación del Ejecutivo de aplicar un esquema de ajuste más contundente, que ahora deberá ser mayor que de haberse implementado al inicio de la gestión, por los desequilibrios adicionales creados en estos casi tres años de Cambiemos.

Atrás parece haber quedado el atraso cambiario, y la realidad ha dado evidencia, una vez más, que la inflación es un fenómeno monetario. No obstante, el apretón del BCRA no garantiza que se logre combatir la pérdida del valor de la moneda, dado que la credibilidad el BCRA ha quedado muy dañada.

Si bien es muy temprano para evaluar la efectividad del plan económico, los compromisos asumidos por el Ejecutivo convencieron al FMI para darle oxígeno al Gobierno hasta el próximo año. Una vez más, pensando en el cortísimo plazo.

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