"No se puede creer en Dios y ser mafiosos. Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfemia con la vida el nombre de Dios – amor. Hoy necesitamos hombres de amor, no hombres de honor; de servicio, no de opresión; de caminar juntos, no de perseguir poder. Si la letanía mafiosa es: 'No sabes quién soy yo', la letanía cristiana es: 'Yo te necesito'. Si la amenaza mafiosa es: 'Tú me las pagarás', la oración cristiana es: 'Señor, ayúdame a amar'. Por eso les digo a los mafiosos, ¡cambien! Dejen de pensar en ustedes mismos y en su dinero, conviértanse al verdadero Dios de Jesucristo. De lo contrario, su propia vida se perderá y será la peor de las derrotas". Dijo el papa Francisco el pasado sábado15, en la misa que celebró en conmemoración del martirio del beato Pino Puglisi, en Palermo, capital de Sicilia, también considerado el corazón de la mafia italiana.
La corrupción como acto y como estado
Como lo pusimos de relieve al comentar la obra del padre J. M. Bergoglio SJ Corrupción y pecado, la corrupción comienza siendo acto. Con la repetición, el hábito, la "acción, origen del movimiento, se inicia un proceso que instala al agente en el "estado de corrupción", dice Bergoglio. Ese estar del corrupto, más allá de los disimulos y las apariencias que lo acompañan, moldean su ser, su ánimo de dominio, su afán de riquezas, su complicidad con el poder político y social, su disfraz de buenos modales, su disimulo e hipocresía.
El corazón del hombre
"El punto de partida sigue siendo siempre el corazón del hombre, sus relaciones, sus apegos", expresó el Santo Padre y señaló: "Nunca vigilaremos lo suficiente ese abismo donde la persona está expuesta a las tentaciones del oportunismo, el engaño y el fraude" (discurso del papa Francisco, 21/09/2017, ante la Comisión Parlamentaria Antimafia).
La mirada cristiana observa que las mafias tienen su punto de partida, primer hálito de vida, en un simple acto de corrupción. Que se puede transformar en estado de corrupción. Estado que "siempre encuentra la manera de justificarse, presentándose como la condición normal, la solución del que es más listo, el camino que se puede recorrer para lograr los objetivos propios". "Tiene una naturaleza contagiosa y parasitaria, porque no se nutre de lo bueno que se produce, sino de lo que se substrae y se roba. Es una raíz venenosa, altera la competencia sana y aleja las inversiones. En el fondo, la corrupción es un habitus construido sobre la idolatría del dinero y la mercantilización de la dignidad humana, por lo que se debe combatir con medidas no menos incisivas de los previstos en la lucha contra las mafias" (P. F. ante la CPA 2017).
Cómo se desarrollan las mafias
La consideración de la política de prevención y represión del delito es aneja a su consideración ética y religiosa. Y esta es de una gran riqueza en su dimensión política.
Desde la perspectiva de la sociología criminal, cuando el "estado de corrupción" en que ha ingresado el sujeto "se asocia a otros corruptos y se organiza para cometer delitos graves que afectan el orden político o social valiéndose del Estado, o de otras corporaciones, o de cualquier otro espacio normativo institucionalizado y estructurado (cámaras, sindicatos u otros), con el fin de obtener un beneficio particular de valor económico, estamos en un estado de corrupción que constituye lo que la doctrina llama 'crimen organizado' o 'empresa criminal'" (ver nuestro trabajo ¿Qué es el crimen organizado?, Ed. De la Orilla, Buenos Aires, abril, 2004).
Es decir que el concepto de crimen organizado o mafia abarcaría no solo los clásicos delitos de la extorsión, el cobro forzoso de "contribuciones", la prostitución y el juego clandestino, la intermediación parasitaria entre el capital y el trabajo, la producción y el consumo, sino también la criminalidad medioambiental, ciertas maniobras de la economía financiera como el lavado de dinero u otros, y el fenómeno de la corrupción en la administración del Estado (conf. Leonardo Sciascia en el prólogo al libro de Fabrizio Calvi, El Misterio de la Mafia, Gedisa, Barcelona, 2004).
Penetrados los poderes del gobierno por la mafia, dichos poderes democráticos, que tienen por función prevenir y reprimir, pasan a ser instrumentos del crimen organizado y, lejos de terminar con este, terminarán con los funcionarios honestos poniendo en peligro la democracia misma (Giovanni Sartori).
La corrupción y las mafias aumentan la pobreza
La corrupción destina una parte de los fondos públicos a enriquecimiento de funcionarios y empresarios que son parte de esa lacra social. Esos fondos son sustraídos a los intereses generales del pueblo y de la nación. Es falso que mediante el dinero proveniente de la corrupción se enriquezcan los partidos políticos. También es falsa la creencia según la cual el soborno es un delito sin víctima. La víctima es quien paga impuestos y quienes más lo sufren son los pobres, pues a mayor corrupción hay mayor pobreza, mayor desconfianza social, mayor conflictividad, mayor violencia y mayor cantidad de delitos. La confianza social, parte del capital social, es el elemento "ideal que conduce a creer que las personas pertenecientes a los distintos grupos forman parte de la misma comunidad moral" (Eric M. Uslaner en Confianza y corrupción: sus repercusiones en la pobreza, Cepal).
La fe (con-fianza) en los otros cohesiona a los diversos segmentos sociales y hace posible la amistad social entre el gobierno y el pueblo. Es un factor indispensable para compartir un destino común. Los lazos de solidaridad con los más necesitados hacen posible una política de redistribución de los recursos de los ricos a los pobres y de inclusión social.
Por otra parte, como nos lo recuerda Uslaner: "En las sociedades corruptas los funcionarios de gobierno dedican más tiempo a llenarse los bolsillos que a prestar servicios al público. Es así como el Estado se vuelve ineficiente" (op. cit.). El dominio de las mafias derivadas de la corrupción ensucia y desvía los rumbos de la economía de un país, tornándolo errático e inviable por más recursos naturales que posea.
No es una cuestión ideológica
El papa Francisco afirma: "Esto (la corrupción) se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países, en sus gobiernos, empresarios e instituciones, cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes" (EG nº 60).
Las acciones para impedir el poder mafioso
Dice el papa Francisco: "Luchar contra las mafias no significa solamente reprimir. También significa sanear, transformar, construir, y esto comporta un compromiso en dos niveles.
El primero es el político, a través de una mayor justicia social, porque para las mafias es fácil proponerse como sistema alternativo en un territorio donde faltan los derechos y las oportunidades: el trabajo, la vivienda, la educación y la asistencia sanitaria".
"El segundo nivel de compromiso es el económico, a través de la corrección o supresión de aquellos mecanismos que generan en todas partes la desigualdad y la pobreza. Hoy ya no podemos hablar de luchar contra las mafias sin plantear el enorme problema de una finanza que soberanea sobre las reglas democráticas a través de la cual las organizaciones criminales invierten y multiplican los ya ingentes beneficios obtenidos con sus tráficos: drogas, armas, trata de personas, eliminación de residuos tóxicos, condicionamiento de las contratas para las grandes obras, juego de azar" (PF ante la CPA).
Medidas necesarias
"Los bienes confiscados a las mafias y reconvertidos al uso social representan una auténtica lección de vida" (PF ante la CPA).
El Papa también pidió medidas para proteger a los que deciden enfrentarse a las mafias testificando contra ellas, o a los que quieren salir de su entorno.
"No se puede olvidar que la lucha contra las mafias pasa por la tutela y la valorización de los testimonios ante la Justicia de personas que se exponen a graves riesgos eligiendo denunciar la violencia de la que han sido testigos" (PF ante la CPA).
Políticos y laicos católicos latinoamericanos: ¡a luchar por la justicia!
Tras hablar de la entrega y el servicio que significa la política, criticar duramente a los políticos por el alto grado de corrupción y por su falta de coherencia, dijo el papa Francisco a la gente del pueblo de Dios: "No queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los templos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos… por ustedes mismos sean capaces de hacer visible su misión desde la fe" (discurso dirigido al encuentro de católicos con responsabilidades políticas al servicio de los pueblos latinoamericanos, Colombia, 03/12/2017).