Cuba distaba mucho de ser un paraíso, pero los logros que había alcanzado los destruyó el castrismo, situación que se aprecia en Venezuela y cualquier otro país donde el populismo marxista se haya asentado con o sin la anuencia de la población. La capacidad destructiva del totalitarismo cubano es irrebatible.
En 1958 era la quinta economía de América y el número 22 a nivel mundial, hoy está entre los cuatro países más pobres del hemisferio americano. Tercer país del continente con mayor solidez monetaria por sus reservas de oro, dólares y valores convertibles, actualmente el peso cubano no tiene ningún valor.
La alfabetización alcanzaba el 78%, los índices de salud se situaban al nivel de una nación desarrollada. Dedicaba a la educación el 23% del gasto público, Argentina adjudicaba el 19,6% de su presupuesto y México, 14,7 por ciento.
La educación privada, incluyendo la religiosa, prohibida a partir de 1961, estaba representada por 1700 escuelas y servía a 200 mil alumnos. Los padres seleccionaban libremente la escuela para sus hijos y decidían si recibirían o no educación religiosa.
En 1953, países como Holanda, Francia, Reino Unido y Finlandia, contaban proporcionalmente con menos médicos y dentistas que Cuba. En 1958 había 64.231 médicos ejerciendo la profesión, ocupando por habitantes, 980, el segundo lugar en Latinoamérica, solo superada por Argentina con 840. En dentistas por habitantes alcanzaba el tercer lugar. El índice de mortalidad infantil por millar de nacidos era el más bajo del continente.
Había 48 bancos comerciales, la mayoría de capital nacional, con 273 sucursales. Presentaba la inflación más baja del hemisferio con 1,4%, y se situada en cuarto lugar a nivel mundial por mayor porcentaje de remuneración por obreros y empleados en relación con el ingreso nacional.
En 1955, la isla ocupaba la posición 25 entre los 124 países estudiados en consumo de energía eléctrica, primer consumidor en Latinoamérica seguida por Venezuela.
El país contaba 0,86 cabezas de ganado vacuno por habitante, octavo lugar en Latinoamérica. En la producción de carne (vacuna, porcina y lanar) en libras por habitante tenía el tercer lugar en Latinoamérica con 95 libras, superadas por Argentina con 304 y Uruguay con 245. En consumo de pescado fresco ocupaba el primer lugar con 5,6 libras, seguida de los Estados Unidos con 5,4. Tercer lugar en consumo de calorías en 1958, con 2682 per cápita al día.
Tercera posición en el hemisferio en el número de teléfonos por habitantes. Igual posición en el número de habitantes por automóvil. Había 12 empresas interprovinciales de ómnibus con una unidad por cada 1487 personas, en la capital rodaba un autobús por cada 527 habitantes. En relación con su superficie Cuba era el país de América, incluyendo Estados Unidos, que poseía mayor longitud de vías férreas.
Las radioemisoras fueron 160, tercer lugar. Estaciones de televisión, 23; una de ellas en 1958 trasmitía a color. Seiscientas salas de cine, por el número de habitantes el segundo lugar en el hemisferio. Circulaban 58 diarios, segundo lugar en el continente en la impresión de ejemplares por habitantes. Se publicaban 126 revistas o semanarios, entre ellas algunas de circulación internacional como Bohemia, Carteles y Vanidades.
El trabajador desde 1933 tenía por ley una jornada laboral de 8 horas al día, con 44 horas a la semana y pago de 48 horas. En justicia histórica es prudente aclarar que no todos los empresarios e industriales cumplían estas disposiciones que estaban expresas en legislaciones vigentes en la época. La violación a las regulaciones era una práctica dolorosa en la que incurrían no pocos empresarios, en contubernio con algunos funcionarios públicos.
Por supuesto que estas cifras no pueden ocultar la marginación que sufrían numerosos ciudadanos y las injusticias sociales existentes, incluyendo las raciales de que era objeto en algunos sectores un número importante de personas. Tampoco la corrupción económica y política presente en sectores de la sociedad.
La isla no era un edén ni se aproximaba a serlo, pero las estadísticas reflejan el esfuerzo y el talento de las generaciones que hicieron posible que la república progresara notablemente en pocos años.