La tormenta de esta semana deja un tendal de nuevos pobres, una clase media que, atónita, observa la pulverización de sus ingresos reales y que empieza a temer por sus ahorros con el valor de un dólar que subió un 20% en una semana y parece no haber alcanzado su techo. Sin embargo, esto no se trata de un fenómeno meteorológico. En todo caso, todo es consecuencia de situaciones que advertimos desde la campaña de 2015 y a las que nos opusimos desde el primer día de Gobierno macrista.
En el primer año, Cambiemos tuvo una inflación de más del 40%, en el segundo tocó los 30% y ahora nuevamente presenta serios problemas para controlar un asunto que, según palabras del propio Presidente en campaña, sería "lo más fácil que tenga que resolver". Afirmar cuánto va a ser el porcentaje de inflación este 2018 sería demasiado arriesgado y para riesgosas ya están las temerarias medidas económicas de Cambiemos.
Comenzaremos por las certezas: por tercer año consecutivo los salarios cerrarán a la baja. El techo a las paritarias, el descuento de los días de paro a los estatales, los centenares de despidos y retiros voluntarios en cada una de dependencias del Estado muestran que el Gobierno carece de la sensibilidad que debe tener cualquiera que se precie de querer conducir los destinos de un país como el nuestro. El sector industrial acumula 82 mil despidos según datos del mismísimo Ministerio de Trabajo. En el partido de Quilmes, pleno Conurbano, el desempleo toca el 12%, números similares al del resto de los municipios aledaños. A medida que esta lógica se reproduce, repercute aún peor en el sector informal de la economía y, por ende, en los hogares de los barrios más vulnerables.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), una familia necesitó en junio de 2018 un ingreso de 19.601,79 pesos para no ser pobre. Este número lógicamente aún no contempla la devaluación y el traslado de la suba del dólar a los precios de estos últimos días. El panorama político no es nada alentador para el Gobierno y mucho menos para las mayorías que sufren las consecuencias de la insensibilidad de Marcos Peña Braun, Quintana y Lopetegui.
A Mauricio Macri le importan más los mercados que el pueblo argentino. Cada vez que mencionó aquello de cómo nos ven en el mundo y expresó su deseo de terminar con el "aislamiento" del país, en definitiva siempre se refirió a cómo los mercados tomarían un Gobierno como el suyo. Y hoy, para sorpresa de brillantes analistas con ganas de despegarse de lo que ellos mismos alentaron y apoyaron, el resultado es absolutamente paradójico. El establishment le pide un cambio al Gobierno que venía por el cambio y no pudo hacer otra cosa que cambiar permanentemente para peor.
La autora es diputada nacional (Frente para la Victoria).